En la antesala del 500 aniversario, los espirituanos asistieron a la evolución misma del corazón de la ciudad.
Tantos agregados, transmutaciones y maquillajes para la ciudad no han podido marginar los obsequios que mi mente ha reservado para mi yo futuro; será porque me quiere instrumento o testimoniante de generaciones por venir. Y es que nada hará desparecer los antes y después que ella misma retuvo para que no perdiera el más mínimo detalle del renacimiento de la villa.
Entre los pasajes ponderados está indudablemente el de la evolución misma del centro que propaga el latir de la ciudad; porque los que están por nacer verán el resultado final, pero para su mente será imposible vivificar los hechos si no es a través de fotos o de la tradición oral. Por lo pronto, resumo las secuencias de un espacio singular:
Ante las caras estupefactas y hasta inconformes de muchos espirituanos, el parque central de la urbe fue cayendo hace meses en las “fauces” de no pocas máquinas que en nada compaginaban con el entorno acostumbrado. Aun cuando más de una vez llegaron a mis oídos las quejas: “esto no parece un parque de provincia”, el levantamiento de la antigua estructura provocó una serie de criterios encontrados entre los pobladores, será por esa costumbre innata de generar opiniones inversas. Lo cierto es, que después de un tiempo angustioso para los que catalogaban la reconstrucción como una carrera contrarreloj, y una aventura para que quienes echaron a volar la imaginación al hallarse restos de un convento debajo del Serafín Sáchez, hoy señorea una plaza que embellece como nunca el centro histórico de la villa.
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Otra cosa que no fuera todo lo que está pasando con relación a las reconstrucciones y embellecimiento de la ciudad no habria podido suceder. Creo que merecíamos todo esto, pues es un privilegio vivir en una ciudad de 5 siglos de fundada. A nosotros como espirituanos y no espirituanos, pobladores, visitantes, población flotante, nos corresponde cuidar toda esta obra. Muchas Gracias.