El Mayor General Serafín Sánchez Valdivia es recordado por el pueblo espirituano en el aniversario 168 de su natalicio, este 2 de julio.
El deber de patriotas, la fidelidad al legado histórico y la gratitud por los grandes servicios que prestó a Cuba hacen que recordemos hoy con devoción al Mayor General Serafín Sánchez Valdivia en el aniversario 168 de su natalicio, este 2 de julio.
Serafín reunió desde pequeño las cualidades que habrían de convertirlo con el tiempo en el más sobresaliente de los espirituanos; hombre de voluntad férrea, elevado espíritu, valor personal a toda prueba, nobleza de carácter y notable inteligencia.
Repudió la esclavitud y la discriminación por raza, sexo o posición social. Rechazó la vida muelle del burgués y se hizo maestro, que al decir de Martí es hacerse creador. Fue poeta, escritor, agrimensor, tabaquero y combatiente de primera hasta el punto de ser considerado por el coronel Bernabé Boza, jefe del Estado Mayor del Generalísimo Máximo Gómez, el mejor general en el campo insurrecto después de Gómez y Maceo.
Combatió el espirituano junto a Honorato y Ángel del Castillo, el venezolano Payán y el español Diego Dorado. Fue discípulo de Ignacio Agramonte y de Máximo Gómez y le cupo en suerte ser el último cubano en ver vivo al Mayor en la sabana de Jimaguayú aquel aciago 11 de mayo de 1873.
Amigo fraterno de Máximo Gómez, Serafín fue el vínculo que propició su reconciliación con José Martí y la conjunción de esfuerzos entre las generaciones de viejos combatientes con los Pinos Nuevos para hacer la Guerra Necesaria.
En el exilio fue un puntal cimero de la Revolución, que lo tuvo de escritor, agitador, conferencista y organizador de la nueva contienda emancipadora.
El 24 de julio de 1895 vino a Cuba en el vapor Martí al frente de una expedición de la cual también formaban parte los Generales Carlos Roloff y Mayía Rodríguez. Al conjuro de su presencia, la lucha se extendió como reguero de pólvora por la región villareña y pronto quedó constituido el IV Cuerpo del Ejército Libertador, uno de los más tenaces y pujantes.
A la luz de la realidad histórica no es aventurado afirmar que los 2 000 soldados y oficiales aportados por los villareños a la empresa de la Invasión a Occidente y el desempeño de jefes como Serafín resultaron decisivos para la coronación victoriosa de esa gesta.
Sobre Serafín dijo Martí, poco antes del inicio de la Guerra del 95: «Uno de los hombres de más dignidad y entereza que conozco, más sanos y generosos, y de utilidad verdadera para Cuba, es nuestro General Serafín Sánchez».
Utilidad y virtud, nobleza, valentía, lealtad, patriotismo, voluntad de servir; he ahí un rosario de valiosas cualidades que distinguieron al adalid de los espirituanos.
Aunque el 2 de julio es su natalicio quiero recordar dos fraces de Máximo Gómez cuando se enteró de la muerte de Serafín y Maceo. «He perdido mis dos manos» y en el caso de Serafín, voy a parafrasearlo pues no recuerdo exactamente la frace: «Si la fe en nuestra revolución y en el triunfo hubiesen podido desaparacer con una persona, hubiese sido con la muerte del Mayor General Serafín Sánchez Valdivia». Eso habla del aprecio que sentía M. Gómez por Serafín, pues el Generalísimo era muy parco en elogios.