Diplomáticos sirios aseguran que en su territorio actúan extremistas y mercenarios de 83 países.
Siria reclama en Naciones Unidas que los gobiernos responsables de instigar, patrocinar y encubrir el terrorismo respondan ante la justicia y la opinión pública por un flagelo causante de devastación y muerte.
Ni siquiera los abiertos promotores del cambio de régimen en Damasco niegan la presencia en el país levantino de extremistas vinculados a la red Al Qaeda y otras organizaciones sancionadas en el Consejo de Seguridad por su actuar irracional.
«Después de tres años de conflicto, algunas delegaciones en el Consejo finalmente se enteran de eso, las felicitamos, porque al fin despertaron y admitieron los hechos en el terreno», ironizó el representante sirio ante la ONU, Bashar Jaafari.
Miles de muertos y heridos, millones de desplazados, pueblos y ciudades arrasadas y un milenario patrimonio cultural muchas veces reducido a escombros o cenizas, es el saldo del accionar de esos grupos, cuyos integrantes son reclutados en decenas de naciones.
«Exigimos justicia por todos los inocentes muertos, que los culpables respondan de manera legal por eso, aunque lamentablemente, algunos de los responsables tienen hasta asiento permanente en el Consejo», señaló.
En declaraciones a la prensa el pasado jueves, después de una sesión del órgano de 15 miembros para analizar la crisis siria, el diplomático denunció que Arabia Saudita, Catar y Turquía, así como potencias occidentales que no mencionó, han promovido, instigado, financiado, protegido y entrenado a los terroristas.
Jaafari no consideró necesario apuntar directamente a Estados Unidos, Francia y Reino Unido, porque a estas alturas esos tres de los cinco miembros del Consejo de Seguridad con derecho a veto no ocultan sus intenciones de derrocar por la vía que sea posible al presidente constitucional Bashar al Assad.
Según precisó, tal influencia les permite bloquear cualquier intento de hacer justicia.
Además, tenemos que Turquía pertenece a la OTAN, mientras Arabia Saudita y Catar actúan como instrumentos regionales de Washington y otras potencias occidentales, dijo.
De acuerdo con el embajador, en territorio sirio actúan extremistas y mercenarios de 83 países, algunos bien distantes.
«Hemos neutralizado a terroristas de Burkina Faso, Nueva Zelanda y Lituania, para que ustedes entiendan la naturaleza del problemas con el cual estamos lidiando», comentó a periodistas.
Para Jaafari la exigencia de respuestas penales a los culpables del terrorismo no puede extrañar a nadie, porque ya no puede esconderse ese fenómeno, durante tanto tiempo ignorado a propósito por los mismos gobiernos instigadores.
Este no es el único reclamo de Siria, que también demanda objetividad a la hora de abordar el conflicto y el fin de la manipulación mediática que acompaña la cruzada contra Damasco.
La víspera, tras una reunión en la Asamblea General, el diplomático rechazó los informes rendidos por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y su representante especial para Siria, Lakhdar Brahimi, ante la plenaria de los 193 miembros de la Organización.
«No hicieron ni una sola mención al terrorismo que azota a mi país, asesina a inocentes, destruye su infraestructura, secuestra religiosos, ataca aviones civiles, aeropuertos y redes de combustible», sentenció.
Ambos discursos -agregó- ignoraron a propósito o no, que en Siria enfrentamos a grupos armados convertidos en opositores por la voluntad de algunos con influencia.
«Los terroristas y mercenarios apoyados desde el exterior, que asesinaron a miles de seres humanos, han sido transformados en una oposición».
Tampoco dijeron nada de las medidas económicas coercitivas y unilaterales impuestas por algunos países árabes, la Unión Europea y Estados Unidos, expuso.
Jaafari llamó la atención que las intervenciones de los funcionarios ante la Asamblea General citaron el sufrimiento del pueblo sirio, pero de manera superficial.
Hablaron de un sufrimiento que es real, aunque sin realizar un análisis de las causas, como el terrorismo y esas medidas unilaterales, erróneamente llamadas sanciones, subrayó el embajador, quien hizo un llamado a la objetividad y la imparcialidad.
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