La Empresa Agroindustrial de Granos (EAIG) Sur del Jíbaro encara la nueva cosecha con una disminución de la producción prevista inicialmente debido al déficit de fertilizantes para aplicar al cultivo.
Si el célebre “Pepito” conociera las vivencias laborales de José Luis Torres, bien pudiera crear uno de esos cuentos sobre ¿cuál es el colmo de un anegador de arroz? El imaginario personaje seguro incluiría en la respuesta su testimonio: “Atender nueve terrazas
—equivalentes a 2 caballerías y media—, olvidarse de la casa y vivir prácticamente allí haciendo un sinfín de cosas; estar semanas y meses mojado por abajo, con el sol, la lluvia y los mosquitos castigándole por arriba”.
Lo mejor del cuento siempre sería que de páginas de trabajo como esa está poblada la llanura de La Sierpe, un emporio arrocero fruto de la obra económica y social de la Revolución, que ha conocido en cuatro décadas el esplendor y la estrechez productiva; con cosechas muy ligadas a los volúmenes de agua de la presa Zaza, a la disponibilidad de aviones, fertilizantes, plaguicidas, maquinaria, transporte y el soporte industrial.
Atrás han quedado aquellas cortas producciones —como las de los años 2005 y 2010— cuando la sequía de la Zaza decidía el escaso rango de la siembra. Las tres últimas campañas son elocuente expresión de la reanimación agroindustrial experimentada por el cultivo y si bien los aportes del cereal en Sancti Spíritus se ubican lejos de las potencialidades y la demanda, no puede soslayarse el desempeño de todos los arroceros de la provincia.
Solo apuntar que en materia de maquinaria agrícola, transporte, mejoramiento del componente industrial y de la infraestructura hidráulica y vial, el respaldo financiero a partir del 2011 supera los 30 millones de pesos, buena parte de ellos en divisas. El fruto mayor de esa inyección y de otras medidas a favor de la recuperación se resume en la producción en los tres años anteriores de más de 140 00 toneladas de arroz consumo.
MERMA EN LA COSECHA
Luego de tributar el pasado año a la economía nacional 57 301 toneladas del cereal, el más alto saldo productivo en 20 años en la Empresa Agroindustrial de Granos (EAIG) Sur del Jíbaro, se concibió para el 2014 buscar las 70 000 toneladas de arroz consumo, récord productivo de todos los tiempos en dicha entidad.
Orlando Linares Morel, timonel de la empresa desde hace siete años, atempera la aspiración a las realidades del momento e identifica en la disponibilidad de agua y aviones un primer freno a tamaño compromiso; pero en el camino se sumó otro impedimento objetivo.
“A partir de enero hemos trabajado con inventarios muy bajos en la existencia de urea —fertilizante que aporta nitrógeno—, un renglón que el país tiene que importar. Del área plantada en frío más de
11 000 hectáreas dejaron de recibir la primera dosis, de cuatro planificadas. Solo dejar de hacer esa primera aplicación puede afectar el rendimiento agrícola en alrededor del 15 por ciento, y la siembra ha sufrido también esa carencia”.
Según el directivo, los cálculos preliminares arrojan que por esta causa se dejarían de recolectar alrededor de 13 000 toneladas de arroz húmedo, que representarían unas 6 000 de arroz consumo.
Para reafirmar la relación que guarda el cultivo con este producto químico y, sobre todo, su uso a tiempo, el ingeniero Raúl Hernández explica que la planta germina y después de los siete u ocho días deja de alimentarse de la semilla y es dependiente del fertilizante, tanto que el nitrógeno clasifica entre los nutrientes que más influyen en los rendimientos. Además, en estos suelos carentes de materia orgánica por su sobreexplotación durante varias décadas se hace imprescindible la aplicación de urea.
ARRANCADA SUI GÉNERIS
En la inmensa geografía arrocera del sur no es común encontrarse un novato en estas lides, pues hasta los jóvenes tienen una historia que contar, como le sucede al operador de combinadas Héctor Luis Amargo, de la UBPC Sur del Jíbaro, quien echa a un lado los contratiempos y solo habla de luchar con el arroz sin mirar el día de la semana ni si los picos de recolección llegan de noche y un tremendo movimiento de luces invade las terrazas.
“La lluvia y la cosecha no ligan”, afirma Héctor Caballero, el jefe de pelotón, en plena referencia a los aguaceros que ya reporta la zona; asimismo aclara que todavía la maduración no los pone a correr y marchan al día en los cortes; habla de falta de piezas y de carretas paradas, y añade: “Pero aquí estamos, concentrados en lo que nos toca hacer”.
Bajo esos códigos laborales se mueve la cosecha del 2014, matizada también por una temprana arrancada, algo inédito al decir de Rodobaldo Rodríguez, director del secadero Los Españoles. “Llevo casi 40 años en este mundo y nunca había visto secar arroz en marzo”.
“La maduración adelantada en algunas zonas y la conveniencia de ganar tiempo en el calendario de cara al período más lluvioso propiciaron dicha estrategia”, manifiesta Davies García, especialista de las combinadas.
Detrás de los dos meses de avance en la campaña y las cerca de 18 000 toneladas de arroz húmedo recolectadas —hasta el pasado 20 de mayo—, la contienda exhibe entre sus fortalezas que la cadena máquina-carreta-secadero-almacén-molino dejó de ser un problema.
“Como el arroz es un cultivo muy técnico —subraya Rodobaldo— hay que ponerle a cada actividad el mismo rigor, seguir al detalle cada paso”.
Pese a que el saldo productivo de la cosecha en marcha estará por debajo de lo previsto, el aporte arrocero de Sancti Spíritus se perfila entre los más altos del país.
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