La cita de la ALBA-TCP recién finalizada en La Habana llama a una reflexión que al parecer ya empezó por estos días en tierra estadounidense y tiende a propagarse
No son precisamente tiempos del cólera los que corren —como enuncia una novela del recientemente desaparecido escritor colombiano García Márquez— sino que en esta época de ira generalizada por tantos atropellos e injusticias de los poderosos en este mundo, es el ébola la pandemia que amenaza como ninguna otra al género humano.
Al parecer, la comunidad internacional, como gustan llamarse los Estados Unidos y sus aliados más estrechos, acaba de percatarse del peligro real y masivo que representa esa mortal dolencia, por lo que sus dignatarios la mencionan en todos sus discursos y la sitúan como uno de los principales retos para la humanidad y para sus gobiernos; algo ante lo que —reconocen— hay que reaccionar sin la menor pérdida de tiempo.
Pero he aquí que, aparte de dinero —que Washington y sus socios han ofrecido— se evidencia lo imprescindible de contar con médicos, enfermeros y otros profesionales de la salud, así como de la infraestructura y la organización capaces de enfrentar el mal de una manera mancomunada y eficaz, que pasa, necesariamente, por la colaboración y coordinación de múltiples factores y países.
Y es en este punto donde se percatan los poderosos de la relatividad de su poder, por cuanto, en el terreno que nos ocupa, el de la salud y en particular el enfrentamiento a emergencias como el ébola, las posibilidades materiales de los llamados países ricos resultan insuficientes.
De la nueva mentalidad derivada de estos hechos, da fe el reciente artículo de The New York Times titulado La impresionante contribución de Cuba en la lucha contra el Ébola, en el cual el periódico estadounidense reconoce que “Cuba podría terminar jugando el papel más destacado entre las naciones que están trabajando para refrenar la propagación del virus”.
Seguidamente el conocido medio reflexiona que “aunque Estados Unidos y otros países han ofrecido su disposición a contribuir con dinero, únicamente Cuba y unas pocas organizaciones no gubernamentales están proporcionando lo que se necesita con mayor urgencia: profesionales médicos dispuestos a atender pacientes”.
Aparte de aceptar el papel principal jugado por los profesionales cubanos en la lucha contra el cólera en la hermana república de Haití y otras zonas de desastre, The New York Times reconoce lo que para la mayoría de la gente ya es una obviedad.
“Es lamentable —dice el periódico— que Washington, el principal contribuyente financiero a la lucha contra el ébola, no tenga vínculos diplomáticos con La Habana, dado que Cuba podría terminar desempeñando la labor más vital. En este caso, la enemistad tiene repercusiones de vida o muerte, ya que las dos capitales no tienen mecanismos para coordinar sus esfuerzos a alto nivel”.
Y ello lo expresa esta importante publicación cuando se acerca el 28 de octubre, fecha en que se discutirá una vez más en la ONU el informe-moción de Cuba sobre la necesidad de poner fin al bloqueo que Washington mantiene contra la isla por más de medio siglo, lo que representa un desafío para el presidente Obama, quien posee en sus manos la factibilidad de un cambio sustantivo en las relaciones entre los dos países.
Pero, veamos un aspecto cardinal en este tema: la recién finalizada Cumbre Extraordinaria de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), la que, convocada por iniciativa del presidente venezolano Nicolás Maduro, reunió en La Habana indistintamente a los mandatarios o representantes de los 10 estados miembros para discutir acciones y estrategias contra el ébola.
La elección de La Habana como sede puede decirse que fue por derecho propio, pues Cuba es una potencia médica y farmacológica de rango mundial, y el ALBA es una pujante organización regional, fruto de la iniciativa del líder histórico de la Revolución cubana Fidel Castro y del inolvidable mandatario venezolano Hugo Chávez Frías, que ya próxima a su primera década de vida el 14 de diciembre, demuestra cada día su utilidad y vigencia.
No fue en Washington ni en alguna capital europea donde se fijaron por estos días los ojos esperanzados de la humanidad, sino en la cumbre habanera, la cual contó con el apoyo del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; la doctora Margaret Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud, y otros altos funcionarios internacionales que se mantuvieron pendientes de ella.
La clave de todo está en que, a diferencia de tanto cónclave insulso plagado de discursos vacuos y falsas promesas, Cuba habla con el peso de sus realizaciones, que en materia de colaboración internacional parece cosa de fantasía.
Como primera evidencia obra el hecho de que, cuando se reunieron los mandatarios del ALBA, ya estaba en Sierra Leona el primer contingente de médicos y especialistas isleños, compuesto por 160 galenos y enfermeros, y que el día de la clausura de la cumbre se hizo el acto de despedida de otras dos brigadas para Liberia y Guinea Conakry, con lo cual ya suman 256 profesionales de la salud en África Occidental.
Según el presidente cubano Raúl Castro en el discurso de apertura de la magna cita, más de 76 000 colaboradores cubanos han prestado sus servicios de salud en 39 países africanos y se han formado gratuitamente en Cuba un total de 3 392 médicos provenientes de 45 naciones de ese continente.
Y si esas cifras causaran asombro, baste decir que, como señalara el presidente cubano, “en la actualidad, más de 4 000 cooperantes cubanos de la salud laboran en 32 países africanos” y todos se incorporarán al esfuerzo preventivo contra el ébola.
Cada nuevo dato que puedan descubrir medios de prensa como el Times neoyorquino se queda corto ante la evidencia de que en 25 países de Nuestra América, Cuba cuenta hoy con 45 952 colaboradores de la salud, de ellos 23 158 médicos, y que en universidades cubanas se han graduado, fundamentalmente en los últimos 15 años, un ejército de 23 944 galenos, procedentes de casi todas las naciones latinoamericanas y caribeñas.
Hacer es la mejor forma de decir, como expresara José Martí. Con sus obras y acciones formidables, Cuba dice.
No creo en la sinceridad del vecino del Norte lo qué temo qué saquen una de sus as debajo de la manga para despojar del heroico talento útil a o los médicos y enfermeros cubanos haciéndoles caer en sus acostumbradas malas pasadas para infectarlos con el ebola Dios quiera o el destino quieran qué me equivoque .Lázaro Izquierdo Martinez
Cuba será uno de los países pobres de América Latina ,bloqueado ferreamente por el gobierno de EE UU y con un período especial prolongado durante varias décadas pero con un pueblo educado en los valores humanos que defendemos desde que triunfó la Revolución Cubana basada en la Igualdad y libertad plena por eso sus hijos la defienden en todas partes del mundo y ejemplo de ello lo constituyen los médicos cubanos que han cumplido misiones,salvando vidas en cualquier país y hoy han partido a los países que sufren del Ebola,enfermedad que aún no cuenta con un tratamiento para curarla pero su voluntad está en detenerla y lo lograrán bajo cualquier circunstancia a eso están acostumbrados,a enfrentar las peores situaciones ,caracterizados por su humanismo,solidaridad y resistencia .Felicidades,Saldrán victoriosos .