El medio milenio de la villa cubana de Trinidad ha alebrestado las musas de sus artistas de la plástica
La ciudad dibuja una monumental cartografía de la existencia humana; por consiguiente, sus dinámicas internas hacen mella en los artífices que la habitan, quienes la convierten en motivo recurrente de tributos o reinvenciones desde las prácticas artísticas, tanto tradicionales como contemporáneas.
Tal parece ser el móvil fundamental de los creadores que, por estos días, han orquestado un homenaje a Trinidad por sus cinco siglos de existencia. Fotografías, pinturas, dibujos, cerámicas, esculturas y performances articulan ese canto a la tercera villa de Cuba y, de paso, evidencian la riqueza conceptual y técnica que caracteriza a gran parte de sus artistas de la plástica.
La sala polivalente del Museo Romántico acoge una colección de Carlos Luis Sotolongo Puig, joven estudiante de periodismo que nos ofrece una mirada en dos tiempos de la Ciudad Museo del Caribe al alternar imágenes de su autoría con instantáneas analógicas de carácter patrimonial. Con ellas, el creador establece un rejuego tópico y cronológico que visualiza cuánto han cambiado con el paso del tiempo la Iglesia de Santa Ana, el Convento de San Francisco, la glorieta del Parque Céspedes o la actual Casa de la Trova, entre otras edificaciones, calles y esquinas bien conocidas por el trinitario auténtico o los asiduos visitantes.
A solo unos pasos, el Museo de Arqueología Guamuhaya propone una selección de piezas ejecutadas por Iván Basso Bécquer y Jorge César Sáenz. Bajo el título Universos recobrados, Basso ha incluido esculturas e instalaciones en las que habla sobre la necesidad de eliminar la galopante carrera belicista que afecta al mundo contemporáneo. Entre las obras más interesantes de esta exposición se encuentra Espejismo I, de la serie Para un premio Nobel, distinguida con el galardón colateral otorgado por la revista Revolución y Cultura en el Salón Nacional de Premiados 2013.
A su vez, los trabajos de Jorge César, efectiva mezcla de rigor técnico e instalacionismo de vanguardia, discursan sobre la manipulación ideológica que sufre el individuo moderno, víctima de una sociedad hipercapitalizada donde la cultura del consumo lo transforma en un objeto de usar y tirar.
Por su parte, los especialistas de la Galería de Arte Universal Benito Ortiz organizaron una Noche de las Artes Plásticas Trinitarias, acertada iniciativa que esperemos se repita en el futuro. El evento incluyó varias exposiciones y el performance Contradicciones trinitarias, ideado por Yudit Vidal Faife, quien también protagoniza dos muestras personales: Bocetos del tiempo, exhibida en la sucursal local de ARTEX, y Retratos de esplendor, acogida por el Museo de Arquitectura Colonial.
En ambas, Yudit despliega un elaborado abanico técnico que incluye dibujos a carboncillo, collages con materiales orgánicos, retratos automáticos al óleo y procedimientos manuales para la elaboración de tejidos: estrategias que le permiten articular un discurso de profundo lirismo donde ciudad, imágenes femeninas y artesanía van de la mano.
Entre las otras exposiciones concebidas para la Noche de las Artes Plásticas se encuentra El tiempo, con curaduría de Luis Blanco Rusindo; muestra colectiva que aúna el trabajo de un amplio número de artistas ya consagrados o que van destacándose en el panorama plástico trinitario contemporáneo, entre ellos Caracusey, Eduardo Cornelio Benítez, Carlos Mata Pichs, William Saroza Miranda, Osley Ponce Iznaga, Julio César Muñoz Cocina y Neidis Mesa Santander.
En El tiempo atraen particularmente la atención Reconservando la instancia, instalación de Yorlin Pimienta Pulido, y Develando una historia, dibujo en técnica mixta ejecutado por Rodley Pérez Navarro. La primera reflexiona, no sin mordacidad e ironía, sobre la importancia que reviste la preservación del patrimonio cultural, simbolizado por fotografías en sepia que son conservadas en una nevera. La segunda pieza, de exquisita ejecución, establece un rejuego entre diferentes niveles de la realidad pictórica gracias a la figura principal de la composición: un anciano que rasga el lienzo para mostrar un conjunto de piedras, también dibujadas, pero hasta ese momento “ocultas” a los ojos del espectador.
A manera de cierre, la planta alta de la galería Benito Ortiz inauguró Tres por Trinidad, muestra que incluye dibujos, pinturas y abstracciones de Alexis Leyva (Kcho), Alexander Arrechea y Roberto Diago, quienes no resistieron la tentación de hacerse sentir con parte de su obra en las celebraciones por el aniversario 500 de la villa trinitaria, dama colonial capaz de sobrevivir a los embates del tiempo y abrir una vez más sus brazos a hijos naturales y adoptivos que hoy la honran mediante el lenguaje más universal de todos: el lenguaje de arte.
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