Ni las altas temperaturas del verano cubano, han podido vencer el embrujo de la Villa de la Santísima Trinidad, Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Como distinción de estos tiempos las calles empedradas, la arquitectura colonial, y los aires que matizan la excelencia de Trinidad como destino para el viajero foráneo se complementan por la presencia de turistas, que además, buscan las novedades en las playas y los hoteles de esta ciudad.
Si fuera nuestra etapa invernal sería cotidiano, sin embargo, también nuestro verano atrae al visitante a la villa de Trinidad, ubicada en el centro sur de Cuba buscando, mucho más que esparcimiento.
Y es que lo tentativo en la bien llamada Ciudad Museo del Caribe está también en las delicias de comidas criollas y especializadas, en el aroma y sabor de las frutas tropicales, en refrescantes bebidas salidas del ingenio de excelentes coctelerías.
Y todo ese complementa una artesanía fina, que va desde los tejidos hasta la alfarería con el predominio del sello de los Santander. Y como colofón, para despedir una buena jornada el visitante recibe el ocaso del día en la nueva taberna dedicada a Los Beatles, degustando un refrescante coctel en el disfrute de temas como Yesterday o Hey Jude.
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