Un guajiro de cambios

Fundador de más de una institución educacional, Eberto Gutiérrez comparte vivencias y planes. Pequeño de estatura, ágil y casi siempre sonriente, suele vérsele lo mismo a pie que sobre una sencilla bicicleta, “primero como deporte, luego por necesidad y ahora por ambas razones”. Ni siquiera soñaba, mientras guiaba una yunta

Eberto Pablo Gutiérrez Morales se declara enemigo de la rutina.Fundador de más de una institución educacional, Eberto Gutiérrez comparte vivencias y planes.

Pequeño de estatura, ágil y casi siempre sonriente, suele vérsele lo mismo a pie que sobre una sencilla bicicleta, “primero como deporte, luego por necesidad y ahora por ambas razones”. Ni siquiera soñaba, mientras guiaba una yunta de pomitos o se lanzaba loma abajo sobre una yagua, con mundos en los cuales ha logrado adentrarse.
“Guajiro de Caguazal, Fomento”, es su respuesta cuando se indaga por los orígenes. Y pese a que ha viajado fuera de la frontera nacional, tal condición no lo abandona ni a la hora de decisiones importantes, como aquella cuando cesó en sus funciones al frente de la Sede Universitaria José Martí y le propusieron integrarse al grupo nacional del Ministerio de Educación Superior (MES) o sumarse al naciente grupo de dirección de la provincia.
Atrás quedaba la segunda década importante de su vida, luego de que se incorporara a la Carrera Profesoral de Secundaria Básica en la Universidad Central de Las Villas (UCLV), en la especialidad de Matemática del Instituto Pedagógico Félix Varela, que entonces funcionaba bajo el mismo techo. “Aquella fue mi primera escuela, como revolucionario y como hombre”, declara.

Fungió como apagafuegos en algunos lugares, luego hizo época en el preuniversitario Eusebio Olivera, ¿cómo fue eso?
“Yo había hecho prácticas docentes acá, en Banao. El año en que termino surge el Destacamento Pedagógico y voy a impartirles clases a los primeros dos contingentes, en las escuelas Vladislav Volkov y Batalla de la Sacra. Tenía casi la misma edad que mis alumnos, que en la mañana eran mis compañeros de trabajo.
“También daba clases a noveno grado en la ‘Vladislav’ y era, además de profesor, jefe de cátedra y coordinador de la asignatura para la región Sancti Spíritus. El equipo de metodólogos radicaba en un cuartico encima de la entonces Secundaria José Martí. Al frente del mismo estaba Biselda García Uriarte, luego ella pasa a otro cargo y yo asumo esa función.
“En el curso 1976-1977, ante un problema en el preuniversitario Sergio González, me mandan a aquel centro, donde asumo la subdirección docente por un año. Luego abren el instituto politécnico Estanislao Gutiérrez Fleites; fui su primer director, me tocó montar los talleres. Estuve allí otro año, que me enseñó bastante acerca del enfoque integral en la educación.
“Luego me envían de inspector, y ante una necesidad en el preuniversitario Eusebio Olivera, entonces ubicado en Pojabo, voy allá. Fue la década, como la llamo yo, determinante en toda mi vida posterior, desde 1979 hasta 1989”.
Disfruta narrando los detalles del quehacer con los muchachos en ese centro que recibió sin ventanas y con un índice de promoción paupérrimo. Allí eliminó el estudio obligatorio y en su lugar instauró la exigencia diaria de conocimientos a la hora de las clases, e introdujo el hábito de la producción y consumo de vegetales, con fuerza suficiente para crear una feria de hortalizas que alcanzó carácter nacional.
Impelido por la reducción de matrícula derivada del nacimiento de otros preuniversitarios, propuso la experiencia de un concentrado para décimo grado, que también germinó. “Aquello fue pasando de pre a vocacional y luego se especializó en Ciencias Exactas. Tengo un libro en preparación sobre esos años, que incluye testimonios de los muchachos”.

¿Cómo fue la acogida en la Filial?

Nunca abandoné el aula, asegura Eberto.
Nunca abandoné el aula, asegura Eberto.

“Las autoridades de la provincia confiaron en mí para que organizara la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) allí, consultado el parecer del MES y de la dirección de la UCLV, porque aquello era una filial de la Universidad nacida en 1976. El primer reto fue lograr que me aceptaran como director.
“Me dispuse a aprender primero que todo. Ya empezaba el curso regular diurno, con Contabilidad y Finanzas de primero y segundo años. Mi estrategia fue abrir unidades docentes para que estudiantes de los últimos años vinieran a culminar estudios a Sancti Spíritus, así se vinculaban al territorio donde se ubicarían al graduarse. Algunos de Ciego de Ávila y Cienfuegos se integraron también a esa experiencia, que incluía las carreras de Agronomía, Veterinaria, Arquitectura, Civil…, después se añadió Derecho. Hubo mucho apoyo de entidades y organismos, aquello daba desarrollo y algunas de esas experiencias terminaron propiciando la apertura de sus respectivas carreras.
“Nos tocó ganar independencia con resultados. Logré materializar la residencia estudiantil y también adquirimos la FAME, que era un campamento de Pioneros Exploradores.


Algunos le llamaban el cura moderno…
“Yo tenía los dos conventos religiosos, por eso me llamaban así, porque tenía el Apostolado, que era la ‘José Martí’, y la antigua Casa de Monjas, donde radica ahora la residencia. Bajo ese manto tenía que desarrollar una universidad. Pero llegó el período especial, cuando sobraban deseos y faltaban posibilidades, así que me tocó sostenerla para no cerrarla, porque no había cómo desarrollarla”.


¿Al defender su tesis de doctorado en 1999 legitimaba su teoría acerca de ese tema?

“Me di cuenta de que hay una gran contradicción entre la dependencia y la independencia en el desarrollo de los territorios, y ese es mi punto más polémico en la concepción científica de lo que propuse. Porque al tú salirte de la provincia de Las Villas adquieres independencia política fuerte, tienes determinada autoridad, pero junto a esas fortalezas adquieres debilidades.
“Sancti Spíritus ya era provincia, pero tenía un alma de cenicienta, de colonia, y de hecho no desarrolló una universidad ni en el Mined ni en el MES en la etapa en que se podía. Yo tuve que enfrentar eso y mi propuesta fue crear colegios regionales, una red de centros de Educación Superior que desarrollara más homogéneamente el país. Tuve la suerte de que se me aprobara a finales de junio de aquel año.

¿Alguna barrera que partiera de usted?
“No siempre escuché, aunque mi tendencia es escuchar. Yo era un pan con croqueta, porque entonces te apretaba todo el mundo; en términos de cumplir las normativas de la UCLV exigían sobre la base de un desarrollo que yo no tenía y ellos sí. Era miembro de la Asamblea Provincial del Poder Popular, de su Comité Ejecutivo y del Comité Municipal del Partido en esa etapa. Fui delegado de base en mi barrio.

Se ha volteado hacia asuntos de gestión, que lo han llevado fuera de Cuba. Cuéntenos sobre esa faceta.
Empiezo a hacer estudios sobre administración porque necesitaba aprender a dirigir, y aprendiendo eso me desarrollo en esa rama. Entré al entonces llamado Grupo de Dirección, hoy Centro de Estudios de Técnicas Avanzadas de Dirección (CETAD), adscrito a la Facultad de Contabilidad y Finanzas de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí. Lo dirigí desde su creación en 2005 hasta 2010, cuando salí de misión a Guinea Ecuatorial. Hoy soy profesor, me dicen especialista. También estuvimos antes en intercambios en Colombia, España y Venezuela, en ese país asumimos una maestría.
“Por esa vía hemos impartido cursos de postgrado a cientos de directivos del territorio y formado cinco doctores nuestros, casi el 50 por ciento de los miembros del equipo. Otro gran logro es la Maestría en Dirección, donde podría citar el ejemplo de La Sierpe, como territorio. Soy asesor de la rectoría en lo relativo a dirección estratégica, pero me dedico básicamente a la producción, en las unidades presupuestadas y empresariales, como una especie de consultor, con énfasis en aspectos claves como la comunicación y el cambio organizacional.

¿Su mayor acierto?
Haber formado una familia, con tres hijos (dos varones y una hembra) y seis nietos, el mayor de 12 años y la pequeña de apenas dos meses.

Sonríe la mayor parte del tiempo, ¿por qué?
Yo creo que -como soy martiano- Martí dice que la felicidad no consiste en hacer todo lo que uno quiere, sino en querer todo lo que uno hace, así que muestro felicidad, porque la siento. Vivo enamorado del trabajo. Nunca abandoné el aula, yo la amo. Pero soy enemigo de la rutina.

Delia Proenza y y Adriana Alfonso

Texto de Delia Proenza y y Adriana Alfonso
Máster en Ciencias de la comunicación. Especializada en temas sociales. Responsable de la sección Cartas de los lectores.

5 comentarios

  1. muchos saludos y felicidades, lo conozco desde el año 78 cuando fue director del politecnico Estanislao Gutierrez, siempre tuvo un buen caracter pero habia y hay que respetarlo porque se lo ha ganado de todos sus alumnos, sigue trabajando con ese impetu que siempre has tenido, lo felicito.
    saludos.

  2. Muchas felicidades Eberto aun me acuerdo de usted desde los tiempos en que eras mi profesor en Pojabo, muchos saludos

  3. Un saludo al Doctor Eberto, muy dedicado, alegre y sencillo, ojala muchos sigamos su ejemplo, mas que un profesor lo definiria como un psicologo en clases, linda muy linda su atea y arte de ensenar, Saludos desde Italia.

  4. Vladimir Nodal

    Saludos al Doctor Gutiérrez. Siempre agradeceré su dedicación hacia nosotros en el CETAD por lo que ha representado en el desarrollo de nuestras funciones a partir de la , para mi muy profesional y de total aplicación , Maestría en Dirección.
    No tengo dudas que en la nueva Estrategia Económica del país , el dominio de temas claves en Administración Empresarial y Marketing , tendrán un peso significativo en la gestión empresarial tan necesaria de eficiencia y eficacia.
    Gracias Doctor y siga alimentando la filosofía de la Administración Empresarial en la Provincia.
    Vladimir.

  5. efectivamente, como padre, lo conocí en septiembre de 1985 al inaugurarse el primer Pre-Vocacional en la provincia, el Eusebio Olivera en Pojabo, comenzó solo con alumnos de décimo y desarrolló una destacada labor docente con aquellos primeros alumnos, la mayoría muy destacados por sus conocimientos que allí adquirieron. Destacada su labor con todos los padres a los que supo sumar a su trabajo y de los que siempre exigió la necesaria ayuda que tan compleja tarea demandaba. Muy merecido este reconocimiento por la prensa.

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