Más que por una jubilada de Correos que vende publicaciones impresas, Riselda Veloso podría, bien, bien, pasar por gitana. Con sus jabas repletas de revistas y tabloides sale de casa en las madrugadas y se apuesta en la esquina de calle D y Carretera Central, sin más techo que el cielo ni más paredes que el espacio vacío. En ese sitio de Cabaiguán, conocido como La Purita, entabla diálogo con las personas que esperan los periódicos.
Riselda no laboró allí durante la época dorada, cuando la prensa impresa que pasa por sus manos se vendía en un estanquillo próximo al Hospital Materno. Ahora espera la conclusión de las labores en un punto de venta particular cercano para ocupar un lugarcito allí. “El quiosco se lo llevaron hace como nueve años para mejorarlo y estas son las santas horas que no lo devuelven”, se duelen varios de los concurrentes en una soleada mañana de lunes.
La suerte de esta mujer ajada por los años se asemeja a la de Venancio, el mulato instruido y respetuoso que en otra esquina, pero de Sancti Spíritus, cada amanecer coloca su mesita de cabilla y madera frente a una silla plástica para desplegar portadas de publicaciones, entre ellas periódicos. En días de viento y lluvia ha tenido que correr, más que para guarecerse bajo el techo del portal vecino para poner a buen recaudo ediciones de papel que se le van volando o perecen por obra y gracia de los aguaceros.
“Coge esta silla y trata de buscar algo ahí para que tú vendas la prensa”, le dijo cuatro años atrás la directora de Correos del municipio cabecera. Hasta entonces los adictos a las planas de los rotativos en la zona del parque Maceo adquirían los diarios en un quiosco situado a un costado de la farmacia. “Lo quitaron pa’ ponerlo bonito, con otra presencia y con más elegancia, el problema está en que lo tiraron pa’ chatarra y no se sabe si volveremos a verlo”, aduce Tomás Lorenzo, cuyas palabras son apoyadas por otros sexagenarios que abogan por que la prensa (es decir, Escambray) haga algo al respecto.
Calcos de estas realidades se viven en los restantes municipios. Fomento se nombró dichoso hasta noviembre del pasado año, cuando feneció, al ser retirada de la Plaza Cultural, la última de aquellas casillas salidas de su otrora fábrica electromecánica. “Ya eso no lo fabrican en ningún lugar del mundo”, advierte Orelvis Martínez, director de Correos en aquel territorio desde hace más de dos décadas.
El premio en desventaja lo tiene Trinidad, que ha implorado en cuanto escenario le resultó posible la reinstauración de construcciones como aquellas, extinguidas de sus calles y del propio epicentro de la villa, en tanto el expendio institucional se limita exclusivamente a la oficina de la entidad rectora. “Sí hay personas en calidad de agentes postales autorizadas a vender la prensa, como también hay acaparadores que se encargan de revenderla”, aclara desde allá la colega Ana Martha Panadés.
Cómplice de tanto lector voraz, de ancianos que hacen filas para tomarle el pulso a la correspondencia entre la realidad que viven y la que se refleja en las páginas de Granma, Trabajadores, Juventud Rebelde y Escambray, este semanario procuró explicaciones. Atónito, escuchó hablar de quioscos a la vieja usanza, como ese al que aún llaman Anchar, en rememoración a la estructura que en una esquina de Los Caballitos durante décadas facilitó la venta de ejemplares calientes de nuestro diario e incluso de la publicación sabatina. Ahora las ediciones se expenden, generalmente frías, en plena acera de la bodega vecina, sin condiciones mínimas de estética ni requisitos de factibilidad para un producto en el que se invierten no solo neuronas, sino también tiempo y otros recursos tampoco desdeñables.
Darlys Álvarez Navarro, directora de Operaciones de la Empresa Correos de Cuba Sancti Spíritus, sostiene que, coincidentemente, están en un proceso al término del cual los agentes postales y los “quiosqueros” pasarán a ser trabajadores por cuenta propia y, como tales, podrán prestar servicios desde sus viviendas.
Que no se equivoquen quienes han aguardado por este comentario con la añoranza de lo vivido: los quioscos no serán repuestos. “No tenemos que garantizarles un punto a las personas porque no les podemos garantizar un punto, lo que estamos es acercando los servicios de correos a las comunidades (…), en el caso de los que lo tienen el quiosco va a ser arrendado, todo eso lleva un proceso, ¿entiende?”, trata de explicarse Darlys.
Escambray entiende: pronto la distribución y venta de la prensa impresa estarán vulnerables a la improvisación que suele alumbrar a los cubanos cuando procuran “inventar”. Aterra pensarlo, pero cabe: ¿quién quita que hasta los periódicos lleguen a comercializarse según cálculos de costo y ganancia, o lo que es casi igual, según la ley de oferta y demanda? Algunas publicaciones especializadas ya han sufrido incrementos de precios que atentan contra su propia venta.
Mientras tanto ajustemos el pensamiento: en un lapso todavía no precisado los periódicos no destinados a suscriptores o a centros laborales habrá que buscarlos, además de las oficinas de Correos, solo en los portales de unos cuantos cuentapropistas. Ojalá, al menos, sepan el tipo de mercancía que tienen en sus manos.
Para eso hay que crear licencias de distribucion. Los periodicos necesitarian contratar esos servicios con potenciales distribuidores. La medida va a ser un fracaso si no se introduce propaganda comercial en la prensa de negocios locales que financien el contrato de distribuidores. O al menos rebajar los impuestos que paguen los vendedores para poder financiar la construccion o reparacion de un kiosko, algo tan sencillo requiere una serie de medidas.
Le zumba el mango, como dice el cubano lo que se tiene que escuchar y ver, hace solo unos días en la mesa redonda de nuestra televisión cubana se hablaba de la atención al adulto mayor y da pena verlos en nuestra ciudad al sol y tirados en una acera esperando su gustada prensa, he tenido la dicha de visitar otras provincias y como ejemplo expongo la de Holguín no solo existen los locales para la venta de prensa, revistas y postales sino que también te limpias tus calzados en un acogedor local con fotos coloniales de esa ciudad, ahora me pregunto ¿que tienen ellos que no tengamos nosotros, LOCALES? Pensemos bien para dar una respuesta.
Así es, Manuel, le zumba el mango. Alguien debería realmente dar una respuesta convicente, pensada, como usted dice. Si en Holguín es como cuenta, ¿qué ompide hacer lo mismo acá? si seguimos mercantilizando todo, incluido un producto comunicativo tan importante como las publicaciones periódicas, difícilmente logremos avanzar mucho. Gracias a usted y a los demás por sus comentarios.