No obstante que Sancti Spíritus ha sido beneficiada con un plan superior al de etapas anteriores, en el 2015 podría superarse el consumo energético
Aun cuando únicamente ha transcurrido el primer mes del año, tal y como van las estadísticas, en el 2015 podría superarse el consumo energético en relación con el año precedente, no obstante que Sancti Spíritus, al menos por esta vez, ha sido beneficiada con un plan superior al de etapas anteriores.
Con un primer trimestre del 2014 que a pesar del invierno acusó el sobregiro habitual de los primeros meses del año en Sancti Spíritus, al cierre de diciembre, la provincia sobrecumplió el plan de consumo en un 97 por ciento, y por ese concepto dejó de gastar alrededor de 15 588 megawatts/hora, (mW/h), más de 4 000 toneladas de combustible equivalentes a unos dos millones de dólares en el mercado internacional.
Sin embargo, en enero los metrocontadores se dispararon más de lo normal y el sobregiro alcanza los 1 497 mW/h, con mayor peso en el sector residencial, aunque también hacen lo suyo algunos centros grandes consumidores y otras entidades y organismos del Estado que se encargan de engordar la lista de los derrochadores de corriente.
Tal incremento en el consumo pone en fase de apagón las pretensiones de la provincia de gastar más de lo que le toca, y obliga a tomar precauciones tempranas para poner freno a un despilfarro prematuro y desatinado, en un mes donde las temperaturas promedio fueron algo más bajas y las cifras asignadas crecen en un 7.1 por ciento en relación con igual período precedente.
La valoración autorizada de Jorge Luis Nápoles, director de Uso Racional de la Energía (URE) en la provincia, destaca que lo primero es insistir en la labor de los Consejos Energéticos, pues son los encargados de controlar sistemáticamente el comportamiento de los indicadores de consumo eléctrico en cada territorio; al mismo tiempo deben adoptarse medidas con los incumplidores.
“Que el sector estatal se enmarque en las cifras previstas no quiere decir que se pueda derrochar corriente y violar lo establecido. Está claro que hay organismos que dejan brechas por donde se escapan dígitos como los que exhiben la Industria Pesquera y el central Melanio Hernández, los únicos que incumplen entre los 72 grandes consumidores seleccionados en el territorio”, aclaró Nápoles.
Fuentes gubernamentales confirman que hay de todo en la viña del señor: entidades que consumen sin planes como son los casos de Comercio y la Empresa de Alojamiento, otras falsean la información de los metrocontadores prepagos, centros de producción donde —sin que esté autorizado— los turnos se acomodan al horario pico, como sucede con la fábrica Mathisa.
“Sabemos que muchos consiguen no sobrepasarse en el consumo, pero eso no los faculta a malgastar. De hecho, se hace cuando en lugares como el Hospital General Universitario Camilo Cienfuegos encuentras 1 723 lámparas fundidas cuyos encendedores funcionan en vacío y gastan electricidad, si se usan motores grandes para acciones de poca envergadura; si existen locales climatizados, con cristales carentes de cortinas que amortigüen el calor del sol o no se limpian los filtros de los equipos, entre otras indisciplinas, aclara Isidoro Rodríguez González, vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial que atiende el sector.
Ante lo anterior es muy fácil colegir que existe cierto relajamiento de las viejas medidas en torno al ahorro y que en la mayoría de los centros e instituciones es letra muerta el hecho de apagar los aires acondicionados en horarios pico, reducir el alumbrado nocturno en los establecimientos comerciales, la autolectura diaria o la llamada bitácora, apagar locales administrativos, entre otras restricciones que todavía permanecen en pie.
“Todas las disposiciones siguen vigentes y está orientado que en el caso de quienes se sobregiren, se les corta el servicio a la parte administrativa porque nadie puede consumir lo que no tiene”, precisa Isidoro.
A todas luces el sector residencial, el de mayor sobreconsumo, no escapa al derroche, de ahí el criterio coincidente que en este caso se trata de acciones de conciencia por parte de la población, esa que a veces, en su afán de falsear el consumo, recibe multas muy por encima de la lectura mensual porque le falta cultura del ahorro y no sabe cómo administrar un recurso que nunca ve, pero lo paga de su bolsillo.
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