Bertha Gutiérrez, trabajadora en la UBPC Santos Caraballé de Venegas, siente como suyo el rebaño.
“Claro que me conocen, ellos son mis bebés y yo los cuido como a mis propios hijos, o mucho mejor, porque los terneros son pequeños y necesitan el manoseo pa’ que se acostumbren a mi olor, a mi voz y al manejo de to’ los días”.
Así refiere Bertha Gutiérrez Pedrón, la maternista de la Vaquería Típica No. 1, de la Unidad Básica de Producción Cooperativa Santos Caraballé, en la zona de Venegas, cuando Escambray la insta a dialogar en medio de su faena.
Sin levantar la vista del forraje, que cuidadosamente deposita en los comederos, la sexagenaria ganadera se debate entre la labor que no espera y la respuesta a cada interrogante, siempre con la modestia a flor de labios, lo que la hace aún más grande.
“Ya estoy acostumbrá’ a estos trajines, llevo más de 30 años haciendo lo mismo to’ los días, me levanto a las cuatro de la madrugá’ y en una hora estoy pegá’ con mis 60 terneros, de distintas edades, que llevan cuidados diferentes pa’ que se logren. No es fácil, pero uno se acostumbra”.
En la espaciosa nave que semeja una sala de maternidad impecablemente limpia, Bertha no solo atiende sus pequeños vacunos, sino que se encarga de la higienización, de la preparación de los pastos, el balance nutricional que comprende desde leche en polvo para los más pequeños, hasta pienso y heno, según corresponda, mientras alcanzan los 120 días de vida, para luego entregarlos a las recrías donde continuarán con su desarrollo.
“Yo vivo en la zona de Dalia, como a 2 kilómetros de la vaquería y doy dos viajes al día, siempre a caballo, no importa que esté oscuro, el amanecer me alcanza cuando estoy pegá’ limpiando el área pa’ comenzar la alimentación, por eso me tiro temprano, hago un buchito de café y arranco pa’ acá, porque se que los terneros no esperan”.
Al verla lidiar con tanta agilidad pienso en su constitución física aparentemente frágil, en las huellas que el tiempo dejan en su rostro, en su rutina diaria, sin que medie un paseo a la ciudad o una incursión a las tiendas, porque la vida de Bertha se resumen en una sola palabra, trabajo.
¿Acaso no siente el cansancio acumulado por el paso de los años?
“Claro que sí, pero me da gusto decir que en 10 meses he tenido un solo ternerito muerto y en otros años ninguno, ese es mi mejor premio, además, toda mi familia es ganadera, mi hermano Eliseo lleva 35 años de jefe en esta vaquería y mi esposo estuvo más de 40 al mando de la 25, hasta que se retiró, pero ahora viene a echarme una manito todos los días”.
Para Bertha un nuevo compromiso se agiganta ante ella; apoyar aún más al colectivo y trabajar sin descanso, para lograr mantenerse en la cima de la emulación que se prendió, al calor del proceso de reanimación de las UBPC, iniciado recientemente en el país, y que en la Empresa Pecuaria Venegas ya rinde sus primeros frutos.
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