Si Roberto Rivero Quintero hubiera tenido al menos un paladar o tres aires acondicionados o tan siquiera varios equipos de alto consumo, quizás hubiese entendido el disparo de kilowatts que de un mes a otro encendió mucho más que el contador de su casa.
Cuando en mayo pasado le notificaron aquel recibo con 1 405 pesos a pagar, hasta el propio Roberto casi hizo corte. Es tal explosión eléctrica —y, sobre todo, los bajos voltajes de atención que, según él, le propinó la Empresa Eléctrica— lo que ha motivado la esquela que el pasado 11 de junio llegó al buzón de “Cartas de los lectores”.
Lo venía sospechando desde que a partir de abril los consumos anduviesen como en espiral: marzo, 85 kilowatts; abril, 105; y mayo, 973. Hoy, para él no hay dudas: es un fraude o, cuanto menos, tiene que ser un error de lectura.
En toda su estancia en aquella casa sita en la calle Anglona (interior) # 122, entre Puente y Madrigal, Reparto Escribano, en el municipio cabecera, jamás había gastado tanta corriente. Con tales argumentos exigió sus derechos.
“Al establecer una reclamación por la cuantiosa cifra de 1 405 pesos y el elevado consumo de 973 kwh presentado en el mes de mayo —escribe Roberto—, la inspectora del área que atiende mi zona se presentó en mi casa el día 13 de mayo a las diez de la mañana para dar atención a la queja.
“En la conversación me dijo que el problema de exceso de consumo era por problemas de tierra y que mi metrocontador no tenía por qué tener problemas, aun así la compañera traía un metrocontador en el bolso y me cambió el que yo tenía. Por mi parte yo insistí que esta lectura tan elevada escrita en el comprobante tenía que ser un error, ya que en los años que vivo aquí nunca se me había reportado un importe tan grande. Esperé hasta que la compañera me comunicó que solo me había podido rebajar el 50 por ciento del importe a pagar, que ahora representaban 779 pesos, por los problemas de tierra”.
Con esta y otras inconformidades se dirigió a la oficina situada frente al 12 Plantas y luego ante el despacho del director de la Empresa Eléctrica para exigir lo que suponía era un engaño sin disimulo alguno, pues, a su juicio, los encargados de la lectura del metrocontador estaban acumulando un porcentaje de la lectura de cada mes en el metro.
Una nueva inspección constató lo que pensaba: según el nuevo inspector, el contador anterior no tenía desperfectos, era un error de lectura y no un problema de tierra como se dijo; no obstante, debía desembolsar los 779 pesos impuestos.
Y Roberto está seguro, no es la primera vez que sucede. “En más de una ocasión —relata— se me ha acumulado lectura en el metrocontador por parte de los encargados de la lectura. Esto repercute en que si se reporta un consumo bajo en dos meses, en el tercero o cuarto te reportan toda la energía acumulada en el metro y el pago por kwh consumido se monta en altas tarifas lo que hace que le cobren más al cliente”.
Lápiz en mano, como se ilustra en una serie de tablas incorporadas en la misiva, Roberto ha llevado día a día su consumo, el cual raras veces excede los 10 kwh. Las gráficas también muestran no pocos altibajos: pagos elevados seguidos de otros mínimos en un vaivén inexplicable que va agujereando los bolsillos.
No puede menos que cuestionar entonces: “¿Quién pagará la culpa de la acumulación de energía de mi metrocontador, yo que soy el cliente? ¿Por qué se me quiere hacer pagar por meses que ya he pagado y en los cuales no tengo culpa del mal trabajo de otro?
“¿Tienen idea los compañeros de la Empresa Eléctrica lo que representa para una familia cubana pagar 779 pesos por energía eléctrica? ¿Quién responde por este fraude?, ¿el cliente? ¿Cuáles son las sanciones administrativas ante tal situación y qué se hace con los responsables? ¿Qué debe hacer el cliente ante el maltrato y la falta de respeto de los trabajadores de la Empresa Eléctrica cuando se hace una reclamación?”.
A estas alturas, lo único cierto para Roberto es que los sobregiros eléctricos deberían pagarlos los culpables, no los afectados. Inconcebible resultan tales equivocaciones; sobre todo, si la era de la digitalización no solo ha llegado a los metrocontadores, sino que se ha extendido hasta los mecanismos de lectura para evitar equívocos, se supone.
Habría que revisar, mucho antes de optar por que el cable de la responsabilidad haga tierra en casa ajena. Y no debiera ser esta una querella quijotesca, de esas tan comunes en que los molinos siempre terminan teniendo toda la razón.
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