En Sancti Spíritus, Anis Mary Chaviano es la única mujer en funciones de compradora de productos agrícolas en una Cooperativa de Créditos y Servicios
En Pozo Colorado, Los Limpios, perteneciente a la zona espirituana de Banao y en cualquier otro lugar por donde ha pasado en funciones de compradora de renglones agrícolas, Anis Mary Chaviano Candelario ha dejado la huella de mujer de ley, consecuente con la responsabilidad que desempeña.
“Voy a cumplir en mayo 15 años en esta labor”, revela con el entusiasmo de sus 38 años, sin reparar en que es la única mujer de la provincia que realiza un oficio monopolizado por los hombres.
“Lo más difícil es vender a Acopio en Banao, se hacen colas, hay que negociar, buscamos un acuerdo para que compren; en esas discusiones he triunfado más por ser mujer”.
Confiesa que por su baja estatura algunos en la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Julio Calviño, le dicen la Enana; otros, la llaman la Quícara. “Es que discuto mucho, me pongo guapa, me sube la presión; figúrate, después que tengo la mercancía en los trámites y que no me la quieran comprar…, eso hay que defenderlo, es la producción del campesino y la comida del pueblo”.
¿Cuál es su trabajo en la cooperativa?
Le compro al campesino y le vendo a Acopio lo contratado. Tengo que estar buscando un destino porque hay mucha comida sembrada y no se encuentra dónde venderla; lo otro es llevarla a la feria espirituana y a los puntos de la CCS.
Se dificulta la comercialización porque no se asigna combustible para esa actividad, hay que sacarlo del paquete tecnológico, del que se entrega para producir. Como cooperativa no podemos ejercer la venta directa a la población sin hacer tanto papeleo, cuando vamos a la feria, prácticamente somos un merolico más.
¿Cuáles son los requerimientos de ese oficio?
Estar pendiente de todo en el campo, de la calidad, del ciclo vegetativo; reviso los cultivos y doy la orden de cosecharlo; sí, casi mando más que el presidente de la cooperativa, lo que él me controla. El campesino te dice cuándo va a sembrar; la descarga y organizar la recogida, es tarea mía.
Lo otro es respetar la calidad, cuando le digo al productor: esta es de primera, de segunda, nunca he tenido problemas con eso y nos ponemos de acuerdo.
¿Cómo llegó a ese puesto laboral?
Empecé en un arranque de cebolla, el anterior presidente me dijo: “Trépate en la carreta que tú te quedas ahí, ya eres la compradora de la CCS” y hasta los días de hoy.
Trabajaba de dependienta en el Círculo Social en Los Limpios, después pasé a acarreadora de queso y luego a esta plaza; no me gustaba lo de vendedora de Gastronomía. En los tiempos libres me iba de jornalera para las fincas y además soy operadora de tractor. Al principio casi me vuelvo loca; me decían: eso es trabajo de hombres, pero me ayudaron mucho en la cooperativa.
¿Qué experiencia le ha deparado esta labor?
Todos los días recorro varios kilómetros, a caballo, a pie, en bicicleta, en el tractor de la cooperativa y si el operador tiene un problema lo manejo yo. A veces pierdo tiempo porque el campesino te invita a tomar café, quiere conversar, pero nunca he fracasado con ellos a la hora de comprarles los productos; me dicen que la mujer tiene más capacidad de convencimiento, me consideran, me respetan.
Compradora, madre, esposa, ¿cómo comparte el tiempo?
No me alcanzan los días, menos mal que mi mamá me lava, me limpia la casa, ya mis hijos son grandes y mi esposo me ayuda mucho también; lo más malo es cuando llego tarde, él me reclama. La ley en mi casa es que el primero que llegue planta el caldero; casi siempre soy la última que llega.
Estoy obligada a organizarme bien, sacar un ratico para cada cosa, pero me gusta mucho lo que hago, esto es parte de mi vida. Si un domingo tengo poco que hacer en la casa, cojo el carretón y me voy a visitar campesinos; la casa me enferma.
¿Qué es lo más difícil?
La lejanía, son 246 productores y hay fincas muy distantes. Eso lo
compensa que a ellos les gusta que una los visite, les camine la siembra, mire los cultivos; realmente es lo que más disfruto de mi trabajo.
No sé si mañana otras mujeres lo desempeñarán también, sí puedo decir que para ocupar esa plaza no importa el sexo; va en la personalidad, el conocimiento del campo, el deseo de hacer tu deber y, claro, que te guste.
Mi familia ya se ha adaptado, mi esposo es cooperativista, no me dice que deje el trabajo, ni yo lo dejo tampoco. Mira, mañana voy a los tiros con Frutas Selectas porque tenemos 130 quintales de plátano y no lo quieren comprar.
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