Arte por la resistencia

Si bien ciertos claroscuros amenazan con deslucir el evento, la Bienal de las Artes Plásticas de Trinidad se erige como vocera del quehacer contemporáneo de la región, donde la iniciativa creadora levanta una barricada para defender la identidad Diseminadas por los espacios expositivos de la Galería de Arte Universal Benito

Si bien ciertos claroscuros amenazan con deslucir el evento, la Bienal de las Artes Plásticas de Trinidad se erige como vocera del quehacer contemporáneo de la región, donde la iniciativa creadora levanta una barricada para defender la identidad

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Diseminadas por los espacios expositivos de la Galería de Arte Universal Benito Ortiz Borrell, en Trinidad, más de una docena de obras proponen al público diversos temas de conversación: unos más atrevidos; otros, solapados; varios sin tapujos, mientras que algunos prefieren asirse a la ambigüedad.

Un tornillo sobredimensionado se niega a permanecer en la monotonía de perforar maderas por los siglos de los siglos. Con la isla de Cuba estampada en la cabeza, prefiere tenderse en el suelo y, desde la inercia aparente, dialogar acerca de presiones y conceptos horadados. A pocos pasos, un televisor de antaño trata de imponer la pantalla sin señal al moderno Atec-Panda, que exhibe los muñequitos rusos que criaron a más de una generación. Metros más adelante, una máquina de moler tritura bombillos ahorradores para reciclar su energía, o lo que queda de ella.

Pese a tanta heterogeneidad, sin embargo, la descolonización cultural y la cultura de resistencia se erigen como una suerte de credo.

Tal charla variopinta constituye la impronta de la VII Bienal de Artes Plásticas celebrada en la tierra sureña; esa bofetada con guante de seda dada por la ciudad misma para demostrar que, aun cuando le arrancaron, y sin derecho a réplica, la Academia de Artes Plásticas Oscar Fernández Morera, los pinceles, el martillo de tallar y la paleta de colores mantienen su estocada contra la desidia.

Aunque cuando pesa en exceso la nostalgia de los días de gloria, los eruditos catalogan la edición como digna, prolífera y de iniciativa creadora, gracias a la emancipación de los artistas de la región central del país, autores de piezas donde priman los valores estéticos y conceptuales por encima del enriquecimiento de los bolsillos.

Así, esta bienal no se circunscribe solo a los lienzos y el dibujo —dos manifestaciones de profundas raíces en el territorio—, sino que rescata la escultura y la instalación como medios expresivos, a la vez que abre puertas a manifestaciones poco comunes aquí como el arte cinético, el videoarte y la fotografía a través de la proyección digital.

Otra de las novedades recae en la apertura de dos muestras expositivas en espacios no institucionales, a tono con el dinamismo de los nuevos tiempos; esa tendencia imperante de invertir la pirámide para ir en busca del público. Tal es el caso de Rudys Rubio, graduado de la escuela trinitaria, y Yasiel Elizagaray, procedente de la Brigada de Instructores de Arte José Martí, natural de Yaguajay; jóvenes que apuestan por mostrar arte de buena factura en sus respectivos talleres de creación, espacios calificados por Atner Cadalso, especialista del Consejo Provincial de las Artes Plásticas, como “buen ejemplo, desde todos los puntos de vista, en medio de tantos locales similares en la ciudad donde se advierte un arte puramente comercial.

“A nadie debe sorprender —continúa el también licenciado en Historia del Arte—. Los nuevos lineamientos económicos tienen una influencia directa en la cultura, más en un espacio como Trinidad, uno de los polos turísticos más importantes del país. Aquí la economía de la cultura juega un papel fundamental a partir de la inmigración de una serie de creadores, cuyas galerías son emisoras de valores artísticos”.

Pese a no contar con sesiones teóricas para propiciar el intercambio crítico entre los artistas y enriquecer las jornadas de actividades; pese al caso omiso de algunos participantes al presentar obras poco afines a la temática propuesta, la fiesta de las artes plásticas en la tercera villa conserva el don de matizar la deprimida vida cultural trinitaria con colores autóctonos, libres de contagios foráneos. Las piezas % Resistencia, de Carlos César Román Pérez; Reciclando, de William Varela, el conjunto escultórico de Osley Ponce Yznaga, entre otras obras ganadoras en el certamen, dan fe de ello.

De cara a la próxima cita cultural, prevista para el 2017, sería oportuno adentrarse en el binomio nuevas tecnologías-arte en aras de incursionar en esferas contemporáneas de la creación, sin relegar lo clásico, como aconsejara Luis Rey Yero, Doctor en Ciencias del Arte.

Por estos días el arte denuncia acciones que hoy laceran la ciudad, como la señalética plantada a pocos metros de la entrada del Centro Histórico, cuya simbología sugiere el uso de audífonos para no atolondrarse con los ruidos emanados de ciertas instituciones enclavadas en el área donde se supone, el silencio conserve el patrimonio. Por estos días, lienzos, caricaturas, dibujos, esculturas e instalaciones confluyen sin establecer dicotomías. El sentido de pertenencia los convoca para desmentir la sentencia endilgada a la creación actual: esa que la condena a la hoguera ¿insalvable? de la esterilidad de las ideas.

 

Carlos Luis Sotolongo Puig

Texto de Carlos Luis Sotolongo Puig
Autor del blog Isla nuestra de cada día. Especializado en temas de patrimonio cultural.

Comentario

  1. Interesantes la propuestas de un arte reflexivo. ojala el ser (artista) supere el tener , en una ciudad donde el comercio supera los idelales estéticos.

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