A 56 años de su desaparición física, Sancti Spíritus reverenció al Héroe de Yaguajay
El 28 de octubre no está prohibido dejar sin flores los jardines de Cuba, una isla que no se resigna haber perdido, hace 56 años, a Camilo Cienfuegos, cuando la juventud aún le clareaba en su cuerpo guerrillero.
Dicen que no hubo palmo de tierra y de mar que no fuera registrado. Dicen que pocas veces como esas millones de hombres y mujeres buscaron a un ser humano, a un solo ser humano. Pero ni la tierra ni el mar quisieron devolvernos el mito, al Comandante que más que jurar, demostró una mil y veces su lealtad a Fidel, quien, no dudó en ponerlo al mando de la Columna No. 2 Antonio Maceo para extender la lucha guerrillera al occidente cubano a finales de 1958.
Y desde aquel momento, poco a poco empezó a extraviar su nombre para convertirse en el Héroe de Yaguajay. En octubre de 1958 pisó suelo villareño. Llegaba con sus hombres, casi sin piernas por tan azaroso camino labrado desde la Sierra Maestra, en medio de persecuciones del Ejército de Fulgencio Batista, con apenas bocado en el estómago.
Y sin dilación emprendió la campaña en el norte de Las Villas, donde empezó a liberar poblado tras poblado, con una fuerza que fue creciendo hasta que llegó la batalla que lo convirtió en el Héroe de Yaguajay; acción que pondría punto final a su accionar en estas tierras.
Diciembre de 1958 estaba a punto de irse del tiempo. Y allí Camilo demostró que la guerra no solo se gana a punta de bala. Ante la negativa de capitular del capitán Alfredo Abón Lee, al frente de la fuerza enemiga, el Comandante rebelde apeló hasta el hostigamiento psicológico para que depusiera las armas, y con tal propósito ordenó construir el Dragón I, especie de blindado, dotado de un lanzallamas para incendiar la guarnición. El 31 de diciembre el adversario se vio obligado a levantar bandera blanca.
Y ante la mirada de todos estaba Camilo con el sombrero, batido por el viento y no por la metralla; allí estaba eternizando su épica, que el Comandante Ernesto Che Guevara valoraría: “Camilo fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa… Camilo era Camilo, señor de la vanguardia, guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer”.
Es 28 de octubre del 2015. Ríos y mares se colman de flores, de esperanza, esa que ni la muerte puede llevarse a lo más profundo de las aguas.
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