A juzgar por los resultados actuales Sancti Spíritus ha dejado atrás el estancamiento del cañaveral y en los últimos años cobra vida una estrategia que demuestra las potencialidades de la recuperación en virtud de extender el riego de agua, incorporar nuevas áreas y cumplir la agrotecnia del cultivo; sin embargo, falta camino por recorrer para lograr una adecuada cultura cañera y desterrar el trabajo en maratones.
El sector tiene sus metas planteadas: disponer de materia prima para llevar la zafra en cada ingenio a cinco meses y fabricar en el territorio 150 000 toneladas de azúcar, y el denominador común de ambas aspiraciones se llama caña.
En la reciente zafra el central Uruguay cubrió un calendario en el entorno de los cuatro meses y más corta resultó la operación en el Melanio Hernández; mientras la producción de crudo se distancia aún de las pretensiones futuras.
La provincia lleva ocho años seguidos aprobando la asignatura de la cosecha con indicadores que la distinguen nacionalmente; sin embargo, se trata de subir la producción agrícola para que la disponibilidad de caña —como balance molible— deje de ser un freno y la industria aproveche mejor su capacidad operacional.
Además del avance experimentado en la instalación de sistemas de riego, cuya cobertura presupone sobrepasar al cierre del 2015 las
2 000 hectáreas —tal beneficio apenas existía—, la acción que mejor expresa la transformación en la actividad cañera es retomar, desde hace tres años, la siembra de caña en el período enero-abril, labor que estuvo paralizada durante una larga etapa y alcanzó ahora, con 1 000 hectáreas, su mayor resultado.
Tampoco puede desconocerse la capacidad lograda en las unidades productoras para asistir las cepas detrás de la cosecha, acierto que tributa a los volúmenes cañeros de la siguiente campaña y posibilita que las plantaciones lleguen al período lluvioso en mejores condiciones.
Sancti Spíritus creció en la reciente zafra un 4 por ciento en caña y alrededor de 5 toneladas por hectárea en el rendimiento agrícola, lo que sitúa este último parámetro en el entorno de las 43 toneladas, todavía por debajo de la media nacional.
En las proyecciones de la próxima zafra se contempla llevar a corte el 74 por ciento del área y cerca del 18 por ciento sería de ciclo largo. Ese desfase de la composición de cepas ha sido, durante años, un problema negativo en la cosecha.
Una debilidad presente hoy es el comportamiento desigual del rendimiento agrícola entre las unidades productoras, resultado dado, en parte, por el mal trabajo de los hombres, más allá de los impactos del suelo y la sequía. ¿Por qué esa diferencia si las atenciones y los recursos son los mismos?
En los campos de las UBPC Cantarrana, Cabaiguán, Potrerillo, Bernal y la CPA Elcire Pérez se localizan los más discretos rendimientos de la provincia, algunos, incluso, por debajo de las 30 toneladas por hectárea. Tal situación aconseja atender puntualmente a esas unidades para revertir el panorama que, en el caso del Melanio Hernández, están entre las áreas más cercanas a la industria.
Un ejemplo diferente exhibe la UBPC Siguaney, considerada durante un tiempo la peor de Cuba; sin embargo, ahora muestra un patrimonio cañero con signos alentadores. Otras, como la UBPC San Carlos y la CPA Boris Luis Santa Coloma, con rendimientos mayores a las 60 toneladas por hectárea, constituyen espejos dentro de la transformación agrícola.
Especialistas del territorio aseveran que solo con la caña limpia y las labores culturales a tiempo es factible lograr rendimientos de al menos 40 toneladas por hectárea; pero, con los recursos y productos que se asignan al cañaveral, es de aspirar a que ocurra un despegue en la disponibilidad de materia prima en cada campo.
El reclamo nacional de pensar desde ahora en la otra zafra quizás tenga en Sancti Spíritus las condiciones ideales si consideramos la temprana terminación de la contienda, ventaja que permite concentrar hombres y medios en la agricultura, amén del cúmulo de atenciones realizadas ya a las plantaciones.
La siembra constituye en lo adelante el escalón más exigente porque el territorio pretende plantar en el año 9 800 hectáreas —en el 2014 se llegó a alrededor de 8 000—, cifra nunca alcanzada y que de materializarse solo faltarían 4 000 hectáreas para alcanzar el completamiento del área cañera de la provincia, previsto para el 2019.
Armonizar la atención a la actividad agrícola y a los hombres marca el camino para que Sancti Spíritus escale en pocos años a los niveles productivos que el redimensionamiento cañero concibe para este territorio.
Pero, ¿cuanta azucar se hizo?
Azucar para crecer…