Cerca de 8 000 crías para la comercialización al destete prevé alcanzar la unidad este año. Afectaciones de 115 000 pesos fue el saldo que dejó el reciente brote de cólera
El Centro Porcino Los Molinos cobra vida. Tras 26 años de inactividad a causa de limitaciones y carencias que se agudizaron, en la década de los 90, se produce el despegue productivo, como parte del reinicio de la recuperación de la actividad en el país.
A su favor estuvo el buen estado de conservación en que se mantuvo la instalación durante todos esos años, lo que permitió que en el 2012 comenzaran a rescatar el inmueble, labor que se encuentra a más del 85 por ciento de ejecución y debe finalizar en el transcurso de este año.
Un cambio en su objeto social, con miras a potenciar la producción porcina en el sur del territorio, transformó el rumbo de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Los Molinos, que en sus inicios estuvo destinada a la ceba, pero hoy es un centro reproductor de crías para la comercialización de cerdos al destete con destino a las distintas bases productivas y a los convenios.
LA ERA DEL DESPEGUE
Para Enrique Veitía Bernal, director de la UEB Los Molinos, el principal reto de este período ha sido lidiar con la reconstrucción de las distintas áreas y a su vez desarrollar los procesos productivos.
“Dos años antes comenzamos con una técnica de cría semirrústica —aclara Veitía— y un mínimo de condiciones para un plan de 200 reproductoras procedentes de los centros genéticos o multiplicadores de la Empresa Porcina en Sancti Spíritus; pero iniciamos también la reparación de casi la totalidad de las naves.
“Hoy contamos con una tecnología de punta instalada en el área de nacimientos, con equipos de la marca española Rotecna, dotada de baterías de cunas para las hembras paridas y sus crías, así como comederos, bebederos y adecuados sistemas de drenaje que favorecen los indicadores de salud de los animales”, apunta el director.
Ello permitió un incremento de la masa planificada hasta llegar a 800 reproductoras, con la intención de completar las 1 000 en el 2015, utilizando las 22 naves que ya han sido recuperadas para desarrollar toda la cadena productiva. Sin dudas, Los Molinos comienza a consolidar su desempeño, pues el año precedente, de un plan de 9 040, cerró con 11 095 crías al destete.
A decir de Alberto Amaury Santander, jefe técnico de la unidad, allí se trabaja con animales comerciales, que incluyen hembras F1 y sementales de varias razas. Esto permite lograr un cruzamiento eficaz que aporta crías resistentes al medio, con una rápida convertibilidad y otras características genéticas acordes a las exigencias de la ceba porcina en los diferentes convenios de la provincia.
RETROCESO INESPERADO
Cuando a inicios del presente año aparecieron los primeros indicios de un brote de cólera en la unidad Los Molinos, la alerta no se hizo esperar, pero el virus apareció al unísono en otros tres centros de la Empresa Porcina, lo que puso en jaque a no pocos obreros y especialistas vinculados a la actividad.
Zoraida Díaz Oliva, médico principal en el centro, explica que para controlar y erradicar el mal fue preciso realizar de inmediato el saneamiento, limpieza y desinfección de todas las áreas, así como extremar las medidas de bioseguridad, que incluyen la prohibición de sacar o entrar cualquier animal del centro para evitar el contagio, es decir, poner en cuarentena la masa.
“Aquí la enfermedad afectó más a las hembras gestantes que al resto de los animales —acota Zoraida— y provocó abortos, con la pérdida de una buena parte de las reproductoras y, por ende, la disminución en el número de partos planificados para la etapa. Pero hoy la situación es otra, ya logramos controlar el cólera, llevamos más de 50 días sin indicios de un brote y hasta los nacimientos van en ascenso, unos 110 se esperan este mes, de los 140 que tradicionalmente se realizaban”.
Para la doctora y su equipo técnico las medidas adoptadas siempre resultan pocas; es por ello que insisten en la higiene de cada local, además del aseo personal que de forma obligatoria se aplica para todos los trabajadores y visitantes.
“Hoy estamos en la fase de observación —dice Zoraida—, pero en breve pasaremos a la etapa libre, que permite eliminar el período de cuarentena a que fueron sometidos los animales para dar paso a la comercialización; aunque no es hasta pasados los dos años, si no aparece otro caso, que nos declaremos totalmente limpios del cólera, mientras tanto, se mantiene la vigilancia en el cordón sanitario que abarca hasta un kilómetro alrededor del centro”.
Con esta piedra en el zapato, como suele decirse en buen cubano, los trabajadores de Los Molinos se aferran a salir adelante; ya reajustaron su plan de producción del año ascendente a 7 680 crías y siguen aferrados a la instalación de un equipo de biogás que les fue aprobado y a la terminación de la parte constructiva del centro.
Pero no dejan de presentar dificultades: de un lado el déficit de agua por el agotamiento de las fuentes de abasto y, del otro, la falta de reemplazos que les permitan obtener sus propias reproductoras para no depender de las asignaciones de los centros multiplicadores. Pero de cualquier forma resulta saludable ver, nuevamente las naves repletas de cerdos que dan vida a Los Molinos.
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