Claroscuros de la literatura espirituana

Lo mejor y lo peor del movimiento literario espirituano según la mirada de uno de nuestros escritores más reconocidos. Buscando un adjetivo que definiera con exactitud lo que pienso sobre la literatura que hoy se escribe en Sancti Spíritus —y por extensión, lo relativo al movimiento literario local—, recordé aquella

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Sancti Spíritus recibió mayor número de libros en la Feria del Libro del 2015. (Foto: Vicente Brito / Escambray)

Lo mejor y lo peor del movimiento literario espirituano según la mirada de uno de nuestros escritores más reconocidos.

Buscando un adjetivo que definiera con exactitud lo que pienso sobre la literatura que hoy se escribe en Sancti Spíritus —y por extensión, lo relativo al movimiento literario local—, recordé aquella palabra que casi un siglo atrás inventara el poeta peruano César Vallejo: trilce.

A dicha expresión llegó al fundir en un vocablo los adjetivos “triste” y “dulce”, dos sentimientos que por lo común se contraponen, pero que de vez en cuando suelen asaltarnos al unísono.

Por ejemplo, dulce ha sido ver cómo en este año varios escritores espirituanos obtuvieron resultados notables. Entre los más jóvenes destacan Dalila León, premio Pinos Nuevos con el poemario Bon appétit; Ariel Fonseca Rivero, premio Oriente con El circo invisible; Maikel José Rodríguez Calviño, premio La Rosa Blanca con la novela Los enigmas de la rosa de marfil, y Ricardo Vázquez, premio Puerta de Papel con el ensayo La Unión espirituana: periodismo y relaciones interraciales.

Entre los ya establecidos, brillaron Ramón Luis Herrera y Mirta Estupiñán, premio La Rosa Blanca con el Diccionario de autores de la literatura infantil cubana; Ángel Martínez Niubó, premio Puerta de Papel con Luzángela; Rigoberto Rodríguez Entenza, quien publicó su poemario La mano y el silencio en la prestigiosa editorial Letras Cubanas; al tiempo que Pedro de Jesús se robaba todos los elogios con sus libro Imagen y libertad vigiladas: ejercicio de retórica sobre Severo Sarduy, premio Alejo Carpentier de ensayo 2014 y premio de la Academia Cubana de la Lengua 2015.

Otros logros también dejan un buen sabor: la participación de Julio M. Llanes en un congreso mundial de literatura infantil y juvenil realizado en Chile y Argentina; la inminente aparición de un par de investigaciones en editoras nacionales, cuya autoría corresponden a Sayli Alba Álvarez y Ramón Díaz Medina; la condición de finalista en el prestigioso premio Nicolás Guillén de poesía de Esbértido Rosendi Cancio y la publicación en México del poemario Barlovento, de Juan Eduardo Bernal Echemendía.

Sin embargo, triste ha sido comprobar cómo pasa el tiempo y la revista La Pedrada no se deja ver por las librerías, o que el Premio Literario de la Ciudad prosiga sin animar a la mayoría de los autores. También que en el catálogo de Ediciones Luminaria de 2014 hayan aparecido libros de insuficiente rigor técnico o notable déficit literario; mientras, igual de incomprensible resulta que nos quedáramos esperando por la aparición del décimo tomo de textos de los eventos de Crítica de la Literatura Infantil y Juvenil correspondientes a 2013 y 2014.

En contraste, Luminaria este año mejoró significativamente sus diseños al extremo de merecer dos premios nacionales por ese concepto, ambos a la cuenta del diseñador Yainel Matías Echemendía. Asimismo, dio un giro radical a la manera de seleccionar su catálogo, de modo que ahora prima la justicia literaria por sobre ciertas formalidades de mal recuerdo. Para ello realizó una cuidadosa selección de sus lectores especializados, exigió dictámenes de esmerado rigor técnico y promovió el debate colectivo y transparente de los textos.

Pero el resultado de esta selección fue muy triste. De 62 libros presentados, solo nueve cumplieron los requisitos mínimos y, de ellos, quizá dos, a lo sumo tres, merecerán la consideración del tiempo. Incomprensible ha sido ver cómo escritores de cierta visibilidad autoral presentaron obras de muy baja factura estética; algunas, incluso, con impensables errores gramaticales y de concepto.

En cuanto a los eventos realizados, un grato sabor dejó Toda luz y toda mía, dedicado a la décima y organizado por el Centro Provincial del Libro y la Literatura, sobre todo por la solidez de su espacio teórico al que asistieron importantes investigadores de Cuba y España. Sin embargo, no sucedió lo mismo con el Evento de la Crítica e Investigación de la Literatura Infantil, pues su legado resultó ordinario y opaco en relación con la exquisitez y el lustre de anteriores ediciones.

Trilce; o sea, dulce y triste fue la Feria del Libro. El evento continuó impactando la preferencia popular, mientras la oferta de títulos fue mayor. Esta vez la provincia pudo recibir la totalidad de los libros previstos, gracias a la inteligente decisión de cambiar el evento para el mes abril.

No puede decirse lo mismo de las acciones teóricas y de lecturas, las cuales resultaron poco atractivas para creadores, especialistas y público general. Por demás, cierto abigarramiento del programa atomizó al escaso auditorio; mientras fueron eliminados espacios de probada eficacia como el conducido por Pedro Mendigutía Cabrera en el Patio de la Poesía. A tales desaciertos tributó el hecho de que no fueran los creadores de más experiencia en la organización de eventos literarios quienes asesoraran.

En el concierto literario nacional, Sancti Spíritus siempre resaltó por ser espacio de confluencia. Sin embargo, fue esta la primera vez que a un evento de relieve no le asistieron destacados autores procedentes de otras provincias. Muchos de los 14 escritores que se mencionan al principio de este artículo han demostrado gozar de suficiente crédito e influencia como para evitar tales yermos; pero ese potencial fue desaprovechado.

En fin, creo que ha faltado armonía, trabajo en equipo. Intercambiar no solo potencia resultados, sino que es imprescindible para la salud del arte. A propósito, recuerdo una frase de mi amigo, el escritor Ángel Martínez Niubó: “Lo mejor que he hecho en mi vida son mis dos hijas, y no pude hacerlas solo”.

Antonio Rodríguez Salvador

Texto de Antonio Rodríguez Salvador
Narrador, poeta y ensayista espirituano. Autor de la novela Rolandos. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). Columnista habitual en varios medios del país.

13 comentarios

  1. Ariel, si escribes correos con cierta regularidad, sabes que las personas se concentran más en el mensaje que en la propia sintaxis, pero acepto la crítica. Lo que sí está muy claro es el concepto ¿verdad?

  2. Los «claros oscuros» de la literatura espirituana van mas alla del trabajo de la modesta casa editorial Luminaria y su increible equipo de trabajo. En verdad, a mi entender, quien pone el cascabel al gato es el Centro Provincial del Libro, quien disctamina y define la cantidad de ejemplares que lleva cada libro, cuestion esta que afecta notablemente la versatilidad de la literatura del territorio. Tal es el caso del libro de la historia del Judo en Sancti Spiritus, resultado final de una investigacion, de los profesores de Luis Leon Morales y Luis Leonardo Leon (padre e hijo), que no fue llevado a los municipios espirituanos por la limitada tirada (400 ejemplares), por cierto fue el libro mas vendido en la feria del libro del 2013. Si seria muy saludable para aclarar mas que oscurecer la literatura espirituana, abrir el diapason del catalogo de Luinarias y asumir la literatura cientifico tecnica como una posibilidad mas para los lectores del territorio.

  3. Luminaria es una editorial mediocre. Sus portadas se despegan, la calidad visual es mala. Lo que han publicado es siempre por debajo de la media. Y la literatura espirituana, se escribe solo desde la provincia? Hablan de «espirituana» como si no hubiera muchos espirituanos regados por el mundo. Algunos son bien conocidos en otros paises, y de ellos nunca se habla nada en este pueblo desierto. Sonia Diaz, Sindo Pacheco, son referencias bien solidas. Y no solo por el mundo; el mismo Reinaldo Garcia Blanco, en Oriente. Manuel Sosa es bien conocido tambien fuera de Cuba. Y el de Jatibonico, Juan Lopez, que ha ganado varios premios en Europa. Creo que Sicilia anda fuera tambien. Hay muchos otros, y buenos. En fi.

  4. Soy editor de Luminaria. Soy miembro del Consejo Editorial, el cual tiene su buena cuota de responsabilidad por los libros que se aprueban cada año. De modo que lo bueno o malo que se publica es responsabilidad del comité de lectores y del referido Consejo.
    Saludos
    Arturo

  5. Estimados, yo no suelo prestar oídos a quien opina desde el disfraz, menos cuando el centro de su análisis no es la razón de los hechos, sino la devaluación personal de quien opina. Sin embargo, atendería con gusto cualquier artículo consistente, que aporte argumentos serios, y que, desde luego, esté firmado con nombre y apellidos según debe hacer un intelectual que se respete. En ese caso podríamos establecer un debate cuyo ganador no sería el chancleteo, sino la cultura. Mis saludos.

  6. No quedan dudas, El pulso tiene que ser un dirigente, pues como mismo se refiere en su comentario fuera de lugar se proeyectan actualmente las actividades literarias en la provincia. Por supuesto que Antonio Rodríguez Salvador no iba a incluir en su artículo sus resultados, eso sería ir contra la ética, pero esa parte la desconoce el pulso, que según muestra en sus comentarios, desconoce totalmente esa categoría, pero le recuerdo que Antonio publica artículos en La Calle del Medio, y no uno, varios y su novela Rolandos se estudia en importantes universidades del mundo y su aporte a la cultura es innegable, pero eso no puede verlo el pulso porque su mirada es corta, cortísima. El pulso apenas ve. Desgraciadamente la literatura espirituana se ha vista invadida por tres o cuatro aspirantes a escritores que han ocupado cargos y atacan a la verdadera intelectualidad, por supuesto como siempre han hecho los mediocres. Me alegro que Escambray publicara su artículo, me alegro que la verdad esté saliendo a la luz.. Felicito a Luminaria que puso cada cosa en su sitio y que inlcuso en el caso de una autora que se molestó por los señalamientos y dijo que retiraba su libro de poesía infantil, se le explicó varias veces que no lo retiraba, que se lo retiraban por graves problemas gramaticales y por distar mucho de la poesía. Palabra mágica. A la par que esto sucedía otros autores espirituanos ganaban premios, menciones y resultaban finalistas en concursos internacionales, participaban en eventos y publicaban en prestigiosas revistas y en importantes editoriales del país.

  7. Creo que todo el mundo tiene derecho a publicar sus opiniones, pero debe ser cuidadoso en cuanto a ellas para tratar por lo menos de no falsear la realidad. No consta que el autor no participó en el Evento de critíca e investigación de la literatura infantil sin embargo se toma la facultad de clasificarlo con adjetivos denigrantes. ¿ De dónde sacó esos criterio? ¿Ees ético publicar una opinión sobre un evento del que no fue testigo y del que los participantes dieron una opinión diametralmente opuesta? No quiero juzgar sus intenciones al atreverse a hablar de lo que no vió pero evidentemente no fueron buenas, mucho más cuando el autor tuvo reiteradas oportunidades de plantearlas en diversas reuniones a los responsables de ese evento y nunca dijo nada, limitándose a algunas inquietudes gastrónomicas. Asi no se hace cultura y asi seguiremos en los mismos claro oscuros.

  8. Panchito el de Jibacoa

    Este rifirafe que ojalá alcance la altura de polémica me parece más bien una pieza teatral en el que sus actores se conocen muy bien, son vecinos, se tratan a menudo en las reuniones y hasta se saludan con sonrisa, pero a la hora de la actuación cada cual se pone su disfraz y se va a escena a gritar su libreto. Y luego piden respeto para la cultura espirituana. ¡Solavaya!

  9. A éste escritor le asiste el derecho de plantear sus pareceres, pero hasta allí, no creo que tenga herramientas suficientes como para hacer un análisis profundo, un escritor no es un crítico que como categoría científica realiza estudios para ese fin, lleno de contradicciones incluso con otros artículos que él mismo ha escrito a propósito de las publicaciones de Luminaria, como el recién publicado en Vitrales «Sonetos a diestra y siniestra» donde con su proverbial verborrea alaba al autor y su libro «De diestros y siniestros». Claro que está muy informado desde afuera, porque en el proceso mismo de éstas publicaciones, repleta de dificultades objetivas de carácter técnico que fueron desde la rotura de la Riso, tardanza de los materiales, dígase papel, tinta etc., hasta el mal obrar de algunos a lo interno, causa más del mal de amores, que de calidades de las obras en sí, en todo éste mar de consecuencias y sacrificio de trabajo creador, sólo saltan pocos nombres, entre los cuales él no se encuentra.
    En éste poco profundo escrito, se plantea de forma ridícula como van ha ser publicados libros de investigación cuando éste año el acontecimiento más grande de este tipo, junto al Diccionario de autores de la literatura infantil cubana lo constituyó «La clave y el compás» de un colectivo de autores que según Juan Eduardo Bernal, después de éste sería muy difícil superar, máxime cuando se trate del mismo tema. Su presentación ha sido una de las más grandes que se conozca en la historia de Luminaria.
    Así mismo habla de menciones en concursos, etc., y aunque algunos los tienen bien ganados por su alta calidad técnica, estos (los concursos) todo el mundo sabe que no son un buen medidor.
    No me gustan las alabanzas, sin embargo creo que Luminaria publicó con dignidad un catálogo de libros muy importantes que aún no han sido estudiados, por no decir leídos por éste articulista que a las claras ha tomado por asalto las prestigiosas páginas de Escambray, para sorprender ahora como un flamante «crítico».
    A la historia de los libros más vendidos y por consecuente, más leídos tendría que sumar el de Yanetsy Pino Reina «Piedras lavadas por la lluvia» el cual también de manera «casual» ha olvidado mencionar el autor de «Claroscuros de la literatura espirituana»
    Ahora les toca a ustedes desentrañar la oscuridad, para mí esta muy despejado el camino a la claridad.
    Soy ingeniero industrial, me gusta la literatura, colecciono libros de Luminaria y otras editoriales, pero qué difícil es ser escritor en Sancti Spíritus.

    • Lo difícil en Sancti Spíritus, más que ser escritor, es que los «intelectuales» no se ofendan cuando la crítica no les gusta. Para polemizar, en primer lugar, se deben dejar de lado las cizañas personales, algo que evidentemente usted no ha podido conseguir porque, de lo contrario, habría estado de acuerdo con este comentario. En segundo lugar, una máxima de las polémicas: no atacar al mensajero sino al mensaje. Dígame, El pulso, usted que parece estar al tanto del panorama literario de la provincia, ¿no es cierto que la calidad de los libros de Luminaria no es ni remotamente la que debiera? ¿Le gustan a usted los eventos que se planifican en Sancti Spíritus? ¿Le pareció bien el regado y mal concebido programa de la Feria del Libro, la más reciente? Es lo que le aconsejo: poner a un lado las inquinas personales y los exabruptos biliares. Sería usted más objetivo. Que tenga buen día.

    • ¡Se ve cada cosa! Sin dominar el arte de la escritura, este señor Pulso no solo critica a un escritor, sino que hasta se permite opinar sobre literatura. Muy bien le vendrían unas clases de redacción, y hasta de ortografía. Al ver esos párrafos mal puntuados, tipo chorizo; sin “pulso” para el estilo, me acuerdo de la expresión: zapatero a tus zapatos.

  10. A éste escritor le asiste el derecho de plantear sus pareceres, pero hasta allí, no creo que tenga herramientas suficientes como para hacer un análisis profundo, un escritor no es un crítico que como categoría científica realiza estudios para ese fin, lleno de contradicciones incluso con otros artículos que él mismo ha escrito a propósito de las publicaciones de Luminaria, como el recien publicado en Vitrales «Sonetos a diestra y siniestra» donde con su provervial verborrea alaba al autor y su libro «De diestros y siniestros». Claro que está muy informado desde afuera, porque en el proceso mismo de éstas publicaiones, repleta de dificultades objetivas de carácter técnico que fueron desde la rotura de la Riso, tardanza de los materiales, dígase papel, tinta etc, hasta el mal obrar de algunos a lo interno, causa más del mal de amores, que de calidades de las obras en sí,
    en todo éste mar de consecuencias sólo saltan pocos nombres, entre los cuales él no se encuentra. En éste poco profundo escrito, se plantea de forma ridícula como van ha ser publicados libros de investigación cuando éste año el acontecimiento más grande de este tipo, junto al Diccionario de autores de la literatura infantil cubana lo contituyó «La clave y esl compás»de un colectivo de autores que según Juan Eduardo Bernal, después de éste sería muy diñicil superar, máxime cuando se trate del mismo tema. Su presentación ha sido una de las más grande que se conozca en la historia de Luminaria.
    Así mismo habla de menciones en concursos etc, y aunque algunos los tienen bien ganados por su alta calidad técnica estos (los concursos) todo el mundo sabe que no son un buen medidor.
    No me gustan las alabanzas, sin embargo creo que Luminaria publicó con dignidad un catálogo de libros muy importantes que aún no han sido estudiados, por no decir leidos por éste articulista que a las claras ha tomado por asalto las prestigiosas páginas de Escambray, para sorpender ahora como un flamante «crítico».

    A la historia de los libros más vendidos y por consecuente, más leidos tendría que sumar el de Yanetsy Pino «Piedrs lavadas por la lluvia»a cual también de manera»casual»ha olvidado mencionar el autor de «Claroscuros de la literatura espirituana»
    Ahora les toca a ustedes desentrañar la oscuridad, para mi esta muy despejado el camino a la claridad.
    Soy ingeniero industrial, me gusta la literatura, colecciono libros de Luminaria y otras editoriales, peor qué difícil es ser escritor en Sancti Spíritus.

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