El club Cosmos de Nueva York arribó este domingo a La Habana para participar en el partido amistoso de fútbol contra la selección cubana, el próximo martes
La nube de periodistas y fotógrafos que se agolpó en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional José Martí para ver llegar al club estadounidense Cosmos -bueno, a decir verdad, para ver llegar a Raúl González Blanco y a Pelé-, salió medio consternada media hora después cuando ambos ídolos apenas se dejaron ver en el salón de espera.
Tanto el llamado Ángel de Madrid como el legendario O Rei descendieron las escalerillas de la aeronave con el rótulo de Miami Air y dirigieron de inmediato sus pasos a las ventanillas de tramitación, debidamente custodiados por personal de apoyo.
Con el pelo rociado, la barba de los últimos tiempos y delgado como siempre, Raúl mascaba todo el chicle que le permitía la mandíbula mientras miraba fijamente a la legión de profesionales de los medios que trataba de acceder a él. “Mañana habrá conferencia de prensa”, fue lo único que se le escuchó como respuesta a las muchas preguntas que le disparaban a mansalva.
Enfundado en su inseparable ropa oscura, Pelé hizo otro tanto, aunque a decir verdad se mostró más sonriente. Inclusive esbozó una efímera contesta que no alcancé a entender a la pregunta de lo que pensaba sobre el reciente escándalo en la FIFA.
Mucho más solícito (y lógicamente menos asediado), Marcos Senna tuvo un aparte con este redactor. Me dijo que ganar con España la Eurocopa del año 2008 representó una celebración indescriptible, y que el revés de la Roja en el Mundial 2014 se debió a un cambio de ciclo inevitable. “No se podía ganar todo, el fútbol es así y la racha tenía que acabar”.
“Y esté equipo norteamericano en que ahora juegas, ¿es realmente bueno?”, le espeté. Siempre desde la calma -como era su costumbre en el mediocampo de la selección-, Senna me recordó que “las comparaciones son odiosas y no sé con qué club de la Liga podría compararlo. Pero te aseguro que el Cosmos es una familia, y tiene un entrenador que gusta de jugar al toque. Yo me siento perfectamente aquí”.
Era una noche de celebridades. Los más de dos metros de Carmelo Anthony -delantero con ocho asistencias al Juego de Estrellas de la NBA- sobresalían en la multitud, pero resultaba imposible sacarle una declaración debido al muro de contención que significaba su ayudante, tan menuda como intransigente.
De momento, poco han dicho en La Habana las figuras del Cosmos y su séquito. Sin embargo, no es de extrañar que mañana, una vez que se hayan quitado el polvo del camino, empiecen a regalar anécdotas y titulares.
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