Este martes 27 de octubre pasó a la historia como el día de la mayor derrota de Washington en el hemiciclo mundial por su obstinación en mantener el criminal bloqueo contra Cuba
Todavía con la emoción de presenciar en tiempo real por la televisión el extraordinario suceso que significa la votación récord en apoyo a la moción cubana contra el bloqueo, ocurrida en la mañana de este martes en la ONU, cuando la comunidad internacional aplastó literalmente a Estados Unidos por 191 votos contra dos, se abre espacio a necesarias reflexiones.
Antes de este día histórico en que Washington ha sido una vez más humillado en su prepotencia y en su falta de argumentos válidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas, algunas agencias y observadores vaticinaron en las últimas semanas la supuesta intención del ejecutivo estadounidense de abstenerse esta vez, en gesto coherente con el reconocimiento que ha hecho el propio Presidente Obama de la futilidad e inconveniencia del bloqueo.
Es preciso aceptar que surgieron entonces lógicas esperanzas de que la actual administración actuara con raciocinio y rompiera la cadena de 23 desastres diplomáticos de este tipo que ha venido sufriendo su país en el mismo lugar y sobre el mismo tema, año tras año, desde los pasados 90, con la particularidad de que cada vez ha sido más masivo el apoyo a Cuba y el repudio a esa guerra económica que ellos llaman eufemísticamente embargo.
Pero la realidad ha sido terca, tanto como el propio ejecutivo de la Casa Blanca, empecinado en volver a saborear el acíbar de un fracaso monumental en el plenario de la ONU, donde incluso gobiernos dependientes de EE.UU., de pequeños estados del Pacífico, votaron ahora contra el bloqueo, dejando en solitario a la superpotencia e Israel frente a toda la comunidad mundial.
De este modo, al señor representante de la nación más poderosa del mundo no le quedó más remedio que escuchar un diluvio de críticas provenientes incluso de países que clasifican como aliados de Estados Unidos, lo que no debía extrañar a nadie dentro de las esferas de poder en la nación norteña, por cuanto esta tampoco ha dudado un instante en aplicar el principio de extraterritorialidad en perjuicio de terceros, como acaba de ocurrir con las multas impuestas a un gran banco alemán y otro francés.
Por eso el señor Godard ha tenido que hacer de tripas corazón y decir una vez más su trivial discurso, advertido previamente por el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, para que no tratara de citar como concesiones de Washington a nuestra patria, lo que en realidad son trabas al precario comercio bilateral, u operaciones tan legítimas para los ciudadanos de cualquier país como enviar remesas, de dinero ganado con su propio esfuerzo.
Hay que reconocer, sin embargo, que el vocero imperial no perdió tiempo en hablar de ese tema —que ya nadie se traga— y advirtió en cambio en tono amenazante acerca de que si Cuba cree que la presentación de esta moción correspondiente al 2015 en contra del bloqueo va a contribuir en algo a acercar el fin de ese engendro o acelerar las tratativas para la normalización de relaciones entre ambos países se equivoca.
Cuba, por el contrario, no se equivocó en nada, no ha hecho un mal cálculo y el aumento del apoyo internacional quedó demostrado en las voces de los 20 oradores que precedieron a Rodríguez Parrilla en la tribuna.
Entre los países que hablaron a título propio y en representación de grupos regionales, figuraron Irán, que abrió la “procesión” en nombre del Movimiento No Alineado; Sudáfrica, que lo hizo por el Grupo de los 77 más China; Sierra Leona, por la Organización de la Unidad Africana; Paraguay, por el Mercosur; Ecuador por la Celac y Jamaica por el Caricom, así como Malasia por la Asean. Y todos dieron testimonio del apoyo irrestricto a la causa cubana.
Con todo ese respaldo masivo del que formaron parte China y Rusia, entre otros, con sus mensajes concisos, pero contundentes, a favor de la perla antillana, intervino el canciller cubano y no dejó piedra sobre piedra acerca de la realidad del bloqueo, que aparte de los ya conocidos avances en el terreno diplomático y las tímidas medidas de tipo económico anunciadas por Washington el 16 de enero pasado —ampliadas un tanto el 18 de septiembre— mantiene su plena vigencia.
Bruno puso sobrados ejemplos de esa guerra económica, añadiendo a las consabidas multas millonarias impuestas a bancos de Alemania y Francia por comerciar con Cuba, otros casos en los cuales se afecta directamente la vida o supervivencia de muchos cubanos, entre ellos niños, por la negativa estadounidense a venderle a Cuba medicamentos que pudieran salvarlos, o productos capaces de incidir en el desarrollo económico y social de la isla.
“El bloqueo —dijo Rodríguez Parrilla— constituye una violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos humanos de todos los cubanos; es contrario al derecho internacional, califica como acto de genocidio a tenor de la convención y sanción del delito de genocidio de 1948 y es principal obstáculo para el desarrollo económico y social de nuestro pueblo”.
Si Obama y su administración están de acuerdo o no con este y con los demás planteamientos, lo cierto es que el bloqueo no aguanta más y sería un verdadero “milagro hereje” que pueda mantenerse intacto hasta octubre de 2016, vísperas de las próximas elecciones presidenciales en EstadosUnidos.
Tienen que quitar el bloqueo para que ese país sea libre de una vez y así pueda surgir… Ramiro Helmeyer Quevedo….