¿Puede Cuba no regresar de Toronto con el histórico segundo lugar del medallero en los Panamericanos? La interrogante preside y persigue a los 459 atletas antillanos que ya compiten en Toronto
Como nunca habrá que esperar hasta el último día por la respuesta. Para que la pregunta tenga un desenlace positivo, además de la actitud, la pujanza y la adrenalina competitiva que suelen destilar los cubanos, la principal garantía deberá ser la eficiencia.
Aparte de que nuestros atletas son inferiores en número a varias de las comitivas, Cuba no estará presente en 130 pruebas de las 364 previstas y eso resta medallas, al menos una veintena si tenemos en cuenta que en algunas nunca hemos competido.
De los participantes cubanos, cerca de 170 son de deportes colectivos y, además de la posibilidad de aportar una sola medalla, casi ninguno viajó con etiqueta de favorito, para no ser absoluta y excluir de la lista al baloncesto femenino, pues en el béisbol persisten interrogantes.
Toca otra vez a los individuales fajarse por una medalla y morirse por un triunfo. Según los cálculos foráneos, la delegación antillana, a partir de las pruebas en que se inscribió, podrá aspirar a cerca de un 62 por ciento de los títulos, inferior a Río de Janeiro (2007) y Guadalajara (2011), cuando los porcentajes superaron el 70.
No se trata de apostar solo a los tradicionales buques que halan a Cuba en estas competiciones. Tras el subcampeonato en la Quinta Serie Mundial, toca a los boxeadores impulsar el medallero, sin desconocer a los “púgiles sueltos” que suelen aparecer de República Dominicana, México y Estados Unidos.
Nadie aspire a que el atletismo repita el arrase de Veracruz, cuando obtuvo 18 títulos. Aun cuando los estadounidenses no llevaron a sus mejores exponentes —nunca lo han hecho—, son favoritos para imponerse. Cuba precisa que la mayor parte de sus cerca de 70 atletas compitan al tope de la mano del fenómeno Pedro Pablo Pichardo, en triple; de la campeona mundial y subtitular olímpica Yarisley Silva, a pesar de que no ha tenido un buen año en pértiga, o de la discóbola Denia Caballero o Rosemary Almanza, quien recientemente hizo un tiempo de 1:58.99 minutos en 800 metros planos.
Tampoco el remo, canotaje y tiro deportivo deben repetir el poderío de Veracruz cuando coparon el podio, pero igual deben sumar varias medallas por medio de Ángel Fournier, Serguey Torres, Leuris Pupo, Eglys de la Cruz…
Por el camino de los insignes llegamos al judo, que encontrará a contrincantes de la talla de campeones y campeonas olímpicas y mundiales de Brasil o Argentina, sin descontar que las chicas de Veitía no son las aplastantes de antaño. Así y todo, de sus ippones y yukos, al igual que en los hombres, cuelgan las esperanzas cubanas.
En una posición similar está la lucha, llamada a pugnar con el dominio histórico de Estados Unidos y la oposición de los locales y brasileños. El taekwondo tiene lo suyo y el aliento llega por las dos bronceadas en el Campeonato Mundial de este año. Habrá que apostar a los “eléctricos” como Manrique Larduet, en Veracruz. Ahora el gimnasta valida pronósticos, tras sus tres títulos recientes en la Copa del Mundo de Portugal.
Hay que considerar, sin embargo, que la preparación de la mayoría de los atletas fue, como casi siempre, doméstica. Aunque los directivos del Inder han ratificado la calidad de los entrenamientos, el desconocimiento del contrario es un arma de doble filo. No puede olvidarse que el deporte cubano no vive un momento de esplendor.
En las últimas tres ediciones la cosecha de títulos ha ido decreciendo de 72 en República Dominicana (2003), a 59 en Río de Janeiro y 58 en Guadalara, y ni soñar con los 112 de Mar del Plata (1995) o los 140 de La Habana (1991).
Otro elemento de peso en la batalla de Cuba es que justamente la sede es aspirante fuerte al segundo lugar y pese su condición de local, que siempre suma medallas, tanto por la cooperación arbitral como por la afición. Pero Canadá suma otras ventajas, entre ellas sus más de 700 deportistas, su fuerza en pruebas donde Cuba es floja como la natación, que entrega medio centenar de juegos de medallas o su presencia en varias disciplinas donde no competiremos. Ya en 1999, cuando también fue sede y teníamos mejor armada, los norteños nos frisaron con cinco títulos menos, aunque en la última edición del 2011 la delegación canadiense fue desplazada al quinto puesto con apenas 30 títulos.
No obstante, Brasil representa asimismo un alto peligro. En sus Juegos del 2007, el gigante ocupó el tercer lugar con apenas siete títulos menos y hace cuatro años se ubicó en ese mismo puesto con diferencia de 10. Buena parte de sus 590 representantes repetirá como anfitriones en las Olimpiadas del 2016.
Por tanto, recalco que las principales garantías penden del talento y la capacidad ganadora de la historia deportiva cubana, donde el corazón suele imponerse sobre otros rivales. Cuba puede no regresar en el segundo lugar del medallero. Este es, por supuesto, un pronóstico que no cuenta en la mentalidad ganadora del país, aun cuando, en medio del entusiasmo, el contexto nos obligue a poner los pies sobre los escenarios de competencia.
En la más extrema de las circunstancias, lo trascendente será competir con hidalguía, honor y entrega. De premiarlos nos encargaremos los cubanos, que los seguiremos en la distancia como otra garantía de triunfo.
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