Angola y Cuba cumplen este 15 de noviembre 40 años de establecer relaciones diplomáticas con la voluntad política de sus respectivos gobiernos de contender por su fortalecimiento y diversificación.
«La tenacidad del Comandante en Jefe Fidel Castro y del presidente Agostinho Neto no solo propició la declaración de independencia nacional, sino también que cuatro días después se pudieran instituir los nexos entre ambos países», declaró a Prensa Latina el primer embajador de La Habana en Luanda, Oscar Oramas.
Ponderó la capacidad visionaria de Fidel Castro y la firmeza de Neto en aquellos duros momentos, cuando corría peligro la emancipación por las acciones de organizaciones internas y potencias vecinas que arremetieron contra el legítimo Movimiento Popular de la Liberación de Angola (MPLA).
Explicó que el Partido Comunista de Cuba y el Ministerio de Relaciones Exteriores de la isla estudiaban día a día todo lo que acontecía en la nación africana y alrededor de su escenario político-militar.
Los Acuerdos de Alvor, indicó, firmados en enero de ese calendario, fijaban el 11 de noviembre de 1975 como la fecha oficial para el anuncio de la libertad.
En una conferencia magistral que impartió recientemente en la Liga Africana, con sede en la capital angoleña, el diplomático cubano precisó que en ese difícil contexto, Neto y la dirección del MPLA pidieron apoyo a Cuba.
Según Oramas, el primer respaldo de La Habana fue enviar armas al Frente Nacional de Liberación de Argelia y «llevarnos sus heridos y algunos jóvenes para prepararlos (1961)».
Ese mismo año, agregó, el entonces presidente cubano, Osvaldo Dorticós, quien participaba en Belgrado en la primera conferencia del Movimiento de los No Alineados, se entrevistó con la representación del MPLA, integrada por Mario de Andrade y Gentil Viana, y ofreció brindar «nuestras experiencias revolucionarias».
Durante un encuentro de Neto en Maputo con la delegación cubana, que presidía el extinto comandante Armando Acosta, la cual asistía a los festejos por la independencia de Mozambique, el 25 de junio de 1975, nos solicitó nuevamente la ayuda con carácter urgente para entrenar a las Fuerzas Armadas Populares de la Liberación de Angola, relató el embajador.
Apuntó que la visita de una delegación de la isla, integrada por Alfonso Pérez (Pina) y Carlos Cadelo, a los campamentos guerrilleros del MPLA, en el interior del país, ofreció los elementos precisos para materializar la asistencia.
Oramas aludió a los primeros instructores cubanos que arribaron a suelo angoleño en 1975 y acentuó: «La decisión de ayudar militarmente al MPLA se tomó en el Palacio de la Revolución en La Habana y no pedimos opinión o consultamos a nadie, solo a nuestras conciencias».
Agradeció sin embargo el importante amparo que la otrora Unión Soviética diera en determinados momentos de la guerra de Angola y «lo digo porque la gratitud es esencial en los seres humanos».
En su disertación, el doctor en Ciencias Históricas elogió a las tropas angoleñas y cubanas que combatieron a las fuerzas racistas sudafricanas y a huestes de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita) en Kifangondo, a 60 kilómetros de Luanda.
«Esos hechos heroicos nos unieron ante la historia», dijo Oramas, quien reiteró que el 11 de noviembre de 1975 Neto proclamó la libertad en la Plaza 1 de Mayo (actual Plaza Independencia), donde se escucharon las notas del himno nacional Angola avante.
El intelectual evocó en su alocución a un «cubano excepcional, al comandante y Héroe de la República de Cuba Raúl Díaz Argüelles, caído en combate cuando una mina explotó y destruyó su vehículo blindado (15 de diciembre de 1975)» en la Batalla de Ebo.
Para Oramas, la diplomacia también jugó su papel en ese complejo panorama y recordó cuando «el 15 de noviembre de 1975 firmé, con el entonces canciller de Angola, José Eduardo dos Santos, el establecimiento de relaciones diplomáticas entre nuestros dos países».
Especificó que anteriormente se acordó con Neto que, aunque el embajador cubano llegó a Luanda antes que otros, el representante del Congo, Benjamín Bounkulou, entregara primero sus credenciales.
De esta forma se presentó Brasil, le siguió el Congo y «después la Patria de la estrella solitaria, Cuba».
Genuinos lazos de amistad, anudados desde la esclavitud, se reordenaron y consolidaron un año después cuando ambas naciones firmaron el Acuerdo General de Colaboración y sobre esa base se constituyó la Comisión Bilateral Intergubernamental.
Aviva la memoria aquellos primeros grupos de angoleños y cubanos, iniciadores a partir de ese periodo de la campaña de alfabetización en Angola, donde el 85 por ciento de sus ciudadanos no sabía leer ni escribir.
Desde esa etapa, La Habana y Luanda ajustan, renuevan y establecen nuevos compromisos y protocolos sectoriales.
Cuba acudió en esa década al llamado de un pueblo y escribió una página épica que ayudó a salvaguardar la independencia nacional.
Dieciséis calendarios más tarde esa preciada solidaridad de más de 300 mil internacionalistas cubanos contribuyó a poner punto final al régimen segregacionista del apartheid en Sudáfrica y Namibia pudo declarar su emancipación en 1990.
Semanas antes de la fecha pactada (1 de julio) entre las autoridades de ambas naciones, los últimos combatientes de la isla caribeña abandonaron Angola el 25 de mayo de 1991.
Con la misma transparencia que inundó las trincheras de combate contra fantoches e invasores, Cuba redobló la cooperación con la tierra de Neto en su nueva etapa de reconstrucción.
Prestan colaboración en este país africano más de cuatro mil cubanos en diversos sectores, especialmente en la salud, con mil 800 médicos, y mil 400 maestros.
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