Cuentas saldadas de por medio, para la mayoría de los contribuyentes la declaración jurada sobre los ingresos personales obtenidos en el 2014 es fiambre, libro viejo; realidad contraria vive la Oficina Nacional de la Administración Tributaria (ONAT) en Sancti Spíritus, que constrasta datos y mira a los llamados omisos a través del microscopio.
¿Hay por qué asombrarse de esta aparente contradicción? En modo alguno. Desarrollada de enero a abril tradicionalmente, la declaración jurada deviene proceso que pone a prueba la disciplina tributaria de los ciudadanos, o igual, el civismo fiscal.
Con la mente fría —no calculadora— deben valorarse los números de la más reciente campaña en la provincia, donde el 98.3 por ciento de los contribuyentes estampó en blanco y negro sus ingresos, cifra considerada satisfactoria por la ONAT e igual a la del 2013.
Sin embargo, la disciplina tributaria rebasa el mero acto de presentar la documentación, y, sálvenme, por favor, de los extremismos. De las 8 830 planillas fiscalizadas, poco más de la mitad tenía subdeclaraciones; sin retórica: el contribuyente trató de “meter cabeza” para que el tributo resultara de menor cuantía.
La anomalía se hizo notoria en los transportistas y en buena parte de quienes ejercen algunas de las actividades relacionadas con la venta de alimentos; nada nuevo para el área de Fiscalización de la ONAT.
A sabiendas de episodios anteriores, los especialistas revisaron exhaustivamente —de modo intensivo, dirían ellos— 202 declaraciones, en lo fundamental de las denominadas paladares, en 199 de las cuales descubrieron el reporte de ingresos falseados.
Blanco de crítica por parte de los contribuyentes suelen ser los fiscalizadores de la ONAT, quienes desmontan, peso a peso, la mentira que intentan camuflar de verdad ante sus ojos. No pocos dueños de paladares —nadie incrimina a los honestos— llegan al colmo de registrar montos equivalentes a la venta de una o dos comidas al día. A otro con ese cuento. Si el ejemplo no hubiera venido de directivos de la ONAT, este reportero lo pondría en duda.
Ante el intento de evadir un impuesto mayor, la mencionada institución deja una puerta abierta: la rectificación, oportunidad desechada por el 28 por ciento de contribuyentes, en franco desafío a la Ley No. 113 Del Sistema Tributario.
Por supuesto, la ONAT en Sancti Spíritus no ladea la cabeza frente a tales casos, menos aún ante los omisos, porque —no lo dude— de todo hay en la viña del Señor, como aclaraba aquel fray sevillano. Según el diccionario de la ONAT, omisos son quienes pretenden esquivar sus deudas con el fisco, cifra ascendente a 118 personas en la reciente campaña, finalizada el 30 de abril.
Preguntar por el final de la historia sería tan absurdo como la interrogante: “Entonces, ¿dónde se realizará el Festival de Cine de Cannes este año?”, acuñada por una popular cantante y actriz estadounidense. Elemental; todos los trillos conducen a la Ley No. 113, que está clarita, clarita y que recoge las sanciones para los infractores —no solo los omisos— con deudas de diverso carácter con el fisco.
Según el Departamento Jurídico de la ONAT, por no saldarse los adeudos se radicaron dos denuncias en el 2013 en Trinidad: un contribuyente fue condenado a dos años de trabajo correccional sin internamiento y el otro, a pagar una multa de 500 pesos.
En el 2014 las denuncias se elevaron a 13, concentradas en Yaguajay, Cabaiguán y Taguasco. Hasta ahora, una persona ha sido sancionada a cuatro años de privación de libertad y otra, a cuatro años de privación de libertad, subsidiados por igual período de trabajo correccional con internamiento; en ambos casos de Yaguajay.
Evidentemente, al porcentaje de contribuyentes presentados en la última campaña —la recaudación por concepto de impuestos asciende a más de 11 700 000 pesos—, se le pueden dar varias lecturas. Al parecer, la disciplina tributaria anda a mitad de camino por estas tierras del centro de Cuba.
Ciertamente la población cubana carece en gran medida de cultura tributaria. A pesar de que la gran mayoría de los contribuyentes cumplen con sus deberes formales, ya sean personas naturales o jurídicas, ocurren en la actualidad disímiles irregularidades intencionales o no, respecto a los deberes formales y otras obligaciones propias de los contribuyentes.
Las personas jurídicas, los principales contribuyentes al Presupuesto del Estado en la nación con poco más del 96 por ciento de los ingresos al presupuesto, aun incurren en deficiencias como mantener desactualizado su registro de contribuyentes o efectuar pagos fuera de término sin considerar las consecuencias para su entidad y para la sociedad.
Las personas naturales igualmente incurren como bien expresa Enrique Ojito en la omisión de la Declaración Jurada y la subdeclaración de impuestos. Además, mantienen desactualizado el registro de contribuyentes, ya sea al trasladar el ejercicio de su actividad a otro territorio o al cambiar de titular. También en estos casos se afectan los contribuyentes y la sociedad.
La cultura tributaria debe ser tarea de todas las fuerzas sociales cubanas, pues nuestra oficina y nuestra población ganan mucho más con un trabajo conjunto enfocado en aportar al presupuesto de manera consciente y no a través del temor que tengan los contribuyentes a las multas o demás sanciones dispuestas en ley. Ello resulta vital para el funcionamiento de las actividades presupuestadas para el bienestar general del pueblo como son la salud, el deporte y la recreación, la educación, la seguridad social, los subsidios, la cultura, entre muchas otras.
Departamento de Atención al Contribuyente de la Dirección Provincial de la ONAT en Sancti Spíritus