José Rodríguez Ramírez no sabe a ciencia cierta si la vida le jugó una mala pasada, si confió en quien no debía o si las autoridades del Ministerio de la Agricultura (Minagri) en su municipio han fallado erráticamente en contra suya. Desde su domicilio en la calle 26 de La Charca, Jatibonico, nos escribe este afiliado a la Cooperativa de Crédito y Servicios (CCS) Amado Sánchez Utrera para referir la odisea en la que se convirtieron su enfermedad y su operación de urgencia en noviembre del año 2013.
“Nombré a un compañero para que me cuidara la finca y los animales con el consentimiento y la autorización de mi CCS y esto trajo como consecuencia que esa persona, sin mi autorización, llevara para la finca a su esposa, la cual tomó el mando (…). Al percatarme de que la persona seleccionada por mí me robaba lo acusé y la mencionada ciudadana lo hizo abandonar el lugar, luego de lo cual llevó para la casa a otra pareja”, reseña el remitente.
Agrega que al terminar su hijo el Servicio Militar General fue a dirigir la finca pero su moradora no estuvo de acuerdo. Cuando finalmente él se recuperó de su padecimiento confirmó lo que ocurría. “Me dirigí a la Agricultura e informé lo sucedido; comprobé que allí habían favorecido a esa compañera y me habían quitado el derecho como propietario de la tierra (…), al mentirle a la Comisión Agraria”, apunta José, quien alude también a sus gestiones en la dirección municipal de la ANAP.
“Contraté un abogado y establecimos una apelación a la Delegación Provincial del Minagri; hace tres meses se hizo una reclamación al nivel central de ese organismo y no hay respuesta; nadie me ayuda para evitar problemas con quienes habitan en mi finca y que hace once meses están declarados ilegales”, escribe el lector, claramente inconforme con el tratamiento a su caso.
REHABILITACIÓN FRATERNAL
Con la esperanza de que la experiencia vivida por ella y su madre en el hospital de rehabilitación Faustino Pérez Hernández, de Sancti Spíritus, tenga réplicas en otras personas gracias a actitudes similares a las constatadas por ellas en ese centro asistencial, se remitió a esta columna Lucía Expósito Toledo, vecina del edificio 2, apartamento No. 3, en Ampliación Cuba, Cabaiguán.
Cuenta en su misiva que por espacio de un mes su madre recibió atenciones altamente profesionales, humanas y cordiales. Luego de mencionar los nombres de numerosos especialistas, técnicos de fisiatría, secretarias, personal de servicio y de dirección en general, Lucía elogia los métodos para supervisar y controlar la calidad del trabajo en ese centro, que incluyen — apunta — el contacto directo con los pacientes. “Llegue nuestra gratitud a todos ellos y sirva esto de acicate para perfeccionar su desempeño”, concluye.
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