6 de enero de 1959, guerreros con aroma de manigua, de pelos largos y collares de semillas entran triunfales a Sancti Spíritus. Despiertan la ciudad en una madrugada de lloviznas invernales, se detiene el tiempo y es entonces que el pueblo se agita, sale a las calles, exhibe con orgullo su brazalete rojo y negro y aplaude al líder. Sancti Spíritus vive la imagen más alucinante de su historia.
Desde el balcón central del segundo piso de la actual Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena se escuchó la voz precisa de Fidel Castro Ruz, el Comandante en Jefe de los rebeldes soñado tantas veces por los espirituanos.
Si las ciudades valen por lo que valen sus hijos, si las ciudades valen por lo que se han sacrificado en bien de la Patria, si las ciudades valen por el espíritu y la moral de sus habitantes, por el fervor de sus hijos, por la fe y el entusiasmo con que defienden una idea, Sancti Spíritus no podía ser una ciudad más.
Y si las ciudades se admiran y los pueblos se quieren por lo que han tenido de fe en las horas difíciles, es lógico que hacia esta ciudad, como hacia otras especialmente en nuestra Patria, sintamos nosotros especial cariño.
Del entonces parque Serafín Sánchez nacieron miles de aplausos, la multitud allí concentrada agitaba las manos que por momentos ansiaban tocar los hombros de los guerrilleros, los hombros de robles forjados en el fragor de la guerra.
Con el triunfo de la Revolución se ha cerrado un largo proceso de humillación y se inicia la definitiva dignidad de la Patria, sentenció Fidel aquella madrugada. A la distancia de 56 años Sancti Spíritus rememora el suceso y continúa la marcha. Nuevamente los guerreros con aroma de manigua, de pelos largos y collares de semillas entran triunfales a Sancti Spíritus.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.