El género se pierde poco a poco en Sancti Spíritus mientras crecen las desmotivación y el desaprovechamiento de espacios
La guitarra entona lamentos. El arpegio de las cuerdas confiesa desamores, jirones del alma, versos inconclusos que se hilvanan al pie de la muchacha resguardada tras las rejas. En aquel bar, las claves amenizan las voces que se entonan también más allá de esas cuatro paredes, de esquina en esquina. Y el contagio de la música va prostituyendo a la ciudad toda, irremediablemente.
Sancti Spíritus es puro rasgueo de guitarra. O era, como ahora repiten muchos a coro. La trova espirituana se está muriendo de a poco. Solo unos cantando Pensamiento a la usanza del mismísimo Teofilito, los menos apostando por una canción igual de intimista pero con los tonos de la contemporaneidad y algunas instalaciones a puertas abiertas donde a falta de trovadores, dicen, se canta y se bailan otros ritmos.
Viene siendo este un tema antológico. En el concierto de la trova espirituana hoy desafinan desde la raza, casi en extinción, de los cultores del género hasta los limitados espacios para descargar, la falta de previsión para ir formando en los jóvenes el gusto estético hacia este tipo de música y el aparente desentendimiento institucional para salvaguardar la tradición del peso del olvido.
En el contra canto de la polémica suben de tono visiones lapidarias y optimismos insalvables. Mas, Vitrales da la primera nota y pone en solfa los acordes disonantes.
QUE ELLA VIVE EN MI ALMA
Aquel taller donde Juan de la Cruz Echemendía conspiraba melodías con esos bohemios empedernidos sería, quizás, la fragua misma de la trova. Dicen que desde antes venían gestándose los coros de clave, pero más de un investigador apunta que los trovadores andaban ya con la guitarra en ristre serpenteando las calles cuando aquellas voces armónicas empezaron a conformar esos pequeños conjuntos.
Fue precisamente allí en aquel hervidero creativo de Juan de la Cruz donde se congregaron quienes se convertirían, a la postre, en nombres imprescindibles de la canción trovadoresca espirituana: Rafael Gómez Mayea (Teofilito), Miguel Companioni, Manolo Gallo, Alfredo Varona, Sigifredo Mora, Rafael Rodríguez Muñoz…
Pero la trova espirituana nacía signada por la espontaneidad, por las cosmovisiones propias de la realidad del terruño y por las influencias sonoras más líricas. Al decir de Juan Eduardo Bernal Echemendía (Juanelo), un estudioso del género y presidente de la filial provincial de la Sociedad Cultural José Martí, la singularidad de esta música en Sancti Spíritus es una distinción nacional.
“La canción de trova espirituana —apunta Bernal Echemendía— es una canción marcada por el lirismo y se sostiene, esencialmente, en el bolero. Tiene una estructura diferente a la de Santiago de Cuba y a la de otros lugares, que son las cuestiones que marcan, a mi modo de ver, la canción de trovador de Sancti Spíritus”.
Ha trascendido por siglos. Aunque el paso de los años ha ido contaminando las nuevas formas de hacer, aún varias agrupaciones apuestan por la tradición, como es el caso del trío Miraflores —según algunos la agrupación tradicional de este tipo más antigua del país—, el D’ Gómez, que mantiene el formato original, y el Colonial, que exhibe un tratamiento guitarrístico más contemporáneo.
Pueden sobrar los dedos de las manos para enumerarlas. No obstante, en un adeudo acaso con tanto legado musical, otras voces trasmutan maneras de interpretar, propuestas armónicas y conceptos sin desligarse de las esencias. En esa cuerda pudiera nombrarse al dúo Nuestras Almas, al trío A nuestro tiempo, al dúo Cofradía o a trovadores como Reidel Bernal (Fito) o Carlos Reyes; mas, con tres cuerdas no se toca una guitarra. Que existan hoy vale el aplauso; pero tampoco quiere decir que la trova estará a salvo mañana.
Y no es porque el movimiento trovadoresco de antaño no haya prendido en el resto de las generaciones ni porque Sancti Spíritus se haya mantenido ajena a la aparición de la nueva trova ni porque existan divorcios entre los viejos y los nuevos trovadores.
En tal sentido José Ezequiel Rodríguez Cardoso (Lalito), cronista de la trova, y Juanelo pulsan la misma cuerda: el movimiento de la nueva trova se ha ido desmembrando, al parecer, sin remedio.
“Por la década del 70 —afirma Juanelo— estaban los trovadores, los coros de clave… era un año difícil desde el punto de vista económico, pero la esencia espiritual se mantenía. Hoy no existen esos trovadores, está Fito que es un trovador todavía comprometido con la marca de la trova tradicional espirituana, independientemente de cambios que hay en su guitarrística; pero, ¿qué está sucediendo con los demás trovadores, dónde están?, poco a poco se ha ido perdiendo y se corre el peligro que desaparezca”.
QUE NO LA PUEDO OLVIDAR
Desde hace mucho Sancti Spíritus ha dejado de ser la otrora villa de serenatas a deshora, de jerga de tríos, de desvelados trovadores… Cuando Vitrales intentaba recomponer las partituras de la tradición trovadoresca espirituana varias melodías sonaron: que si el fatalismo provinciano ha hecho migrar a los músicos en busca de mejores destinos, que si la falta de comercialización y promoción lastra no solo a los cantores sino a la canción misma, que si no se concibe al trovador dentro de la programación cultural, que si la Casa de la Trova no es más que un eufemismo…
No es un mal de capital de provincia exclusivamente. En Trinidad —una de las plazas signadas por el influjo de la trova—, donde la canción ha cedido letras, en alguna medida, a los resortes del turismo, también se sienten tales resonancias.
Con el aval que le han endilgado tantos años de andar con la guitarra a cuestas, Isabel Béquer se duele de que el patrimonio musical esté en riesgo. “Es una pena que se pierdan tantas canciones lindas —se lamenta La profunda, como se le conoce—. La trova que hacíamos se fue muriendo, los músicos se fueron a trabajar a otros lugares y la Casa de la Trova dejó de ser el espacio de los trovadores. Los culpables fuimos nosotros mismos. Hoy, por suerte, hay mucha gente buena y nueva haciendo trova en Trinidad”.
Reinvención de espacios y el apostar por esa música tradicional a riesgo de menguar bolsillos en un escenario tan mercantilizado culturalmente ha sido quizás un desafío cotidiano; pero el mayor reto sigue siendo que se piense, conscientemente, en la inserción de los trovadores en las propuestas culturales de la ciudad.
Lía Llorente, integrante del dúo Cofradía, sostiene: “No se ha defendido la esencia de cada lugar. En la Casa de la Trova éramos, prácticamente, teloneros; ese local es una extensión de la Casa de la Música, tanto que los trovadores la llaman la Casa de la Infamia”.
Muchos de los cantautores entrevistados por Vitrales coinciden en señalar que tanto en Sancti Spíritus como en Trinidad —donde aún existen estas instituciones— la Casa de la Trova ha dejado de ser un espacio consagrado únicamente a los trovadores. Desde su experiencia Lalito señala: “En los primeros años la Casa de la Trova funcionó de una manera que todo el trabajo que se hacía era didáctico-cultural, pero a medida que han ido cambiando los directores y el perfil ya esto no se ve. Nosotros tuvimos una peña allí y decidimos irnos porque veíamos ya a personas que desde que soltábamos el primer acorde no era para oír sino para bailar, entonces se convirtió aquello en un baile”.
Sin embargo, quienes hoy llevan las riendas de la institución desmienten tal sacrilegio. A la Casa de la Trova, lo que le falta hoy, según el criterio de los directivos, es el interés de los trovadores.
“Tenemos una programación cultural que es variada —añade Noel Cisneros García, director del Centro Cultural Casa de la Trova por la parte de Artex—, pero en el horario diurno estamos dispuestos a cualquier propuesta que se nos presente y se está desaprovechando el espacio. Existen todos los recursos: el audio, el local está en buenas condiciones, ¿qué pudiera faltar? La idea, ¿no?”.
Es un acorde más en este espectáculo. En el fuego del desinterés institucional arden otras propuestas, como los encuentros de trova y los festivales de tríos, eventos que se han convertido en un intercambio meramente local.
“Todo eso ha decaído —confiesa Lalito—; se prepara todo con tiempo y después cuando ya se piensa que todo está arreglado no aparece alojamiento ni transporte. Se siguen haciendo, pero internamente”.
El desentendimiento estatal entonces viene a ser otra de las tantas puertas cerradas que condenan a la trova al más cruel de los ostracismos. El estribillo se repite: una guitarra y un trovador en solitario no pueden garantizar trascendencias.
DILE QUE PIENSO EN ELLA
Que en Sancti Spíritus hoy la trova vaya siendo únicamente una reminiscencia del pasado es una nota más que agudiza el peligro que se cierne sobre la salvaguarda de la tradición. Que cada día menos cantores jóvenes apuesten por el género no habla solo de apatías, como se piensa, sino de orfandades institucionales.
Según Gustavo Ramos, director de la Casa del Joven Creador en Sancti Spíritus, escasísimos trovadores se afilian a la Asociación Hermanos Saíz (AHS). “El movimiento trovadoresco joven en Sancti Spíritus está bastante deprimido. Sucede que tampoco se cuida a los trovadores en cuanto a subvención, trabajo…, qué puede hacer un trovador aquí?: tener una peña; pero, ¿de qué se mantiene?”.
¿Cuenta la AHS con proyectos para fomentar esta tradición?, inquiere Vitrales.
“Es que no hay trovadores…, ojalá hubiesen, que aparecieran mañana cuatro o cinco jóvenes que no sean miembros de la asociación que yo como director de la institución los asumo, lo que hace falta es que surjan, que aparezcan los trovadores jóvenes”.
No creo que los cantautores jóvenes sean esa especie de rara avis, pero confío en tal certidumbre: el desamparo, económico, estatal y cultural limita el desarrollo de la trova contemporánea.
Con tal melodía coincide Yamir Arbey García (El duende) uno de los pocos trovadores afiliados a la AHS: “Yo creo que falta conciencia de los mismos trovadores, pero para mí las instituciones culturales no cumplen mucho o nada en el desarrollo de lo que es la trova. Nadie te puede desarrollar como cantautor, pero sí apoyarte en los medios, en recursos que no limiten tanto, que el trovador pueda dedicarse más a su creación musical que a estar buscando un juego de cuerdas o estar pensando si lo van a entrevistar un día”.
Por suerte, no todo son desentonos. Aún pueden batirse palmas en noveles proyectos que se gestan desde y para la trova. Es el caso de la peña El lío de Lía, en Trinidad, o El rincón de Pedrito, también en la sureña villa, un espacio que muestra que turismo-cultura no siempre es un binomio irreconciliable.
“Nosotros nos sentíamos solos defendiendo la trova, pero ya hay más gente apostando por esta música y un público que consume esa canción inteligente —aclara Lía Llorente—. Lo auténtico de Trinidad no es la bachata, sino la trova y eso es lo que debe mostrarse; ya hoy está ganando espacios”.
Es una preocupación de algunos. Al menos en Sancti Spíritus, de acuerdo con el sondeo de Vitrales, solo la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) ha logrado convertirse en un refugio de la tradición trovadoresca. Lo confirma Lalito cuando revela: “La Uneac se ha convertido en el ángel de la guarda de la música, aquí tenemos espacio y hemos creado un público. También estamos haciendo algo con Edelmiro Bonachea: ir a la Escuela Elemental de Música Ernesto Lecuona para tener encuentros con los niños que estudian Música. Si todos los trovadores hacen esto, a mí me parece que la trova no va a morir en Sancti Spíritus”.
AUNQUE NO PIENSE EN MÍ
Más allá de los confines espirituanos lo único que ha trascendido, quizás, de todo el legado musical trovadoresco es Pensamiento y Mujer perjura. Pero la trova, para perdurar hasta los días de hoy, ha tenido que sobreponerse no solo a la falta de promoción dentro y fuera de la provincia, sino a la carencia de políticas culturales que intencionadamente la salvaguarden. Ha sido una constante serenata ante no pocos desoídos.
No se trata de signar el Apocalipsis de la trova; mas, algunas notas amenizan los desvelos. Ya lo advertía Juanelo: el género ha ido despareciendo sin dejar rastro. “En Yaguajay hubo un movimiento trovadoresco, se deprimió y hoy no existe; en Jatibonico hubo otro y tampoco existe; en Trinidad hay uno que ha ido tomando distancia de esas marcas tradicionales y obedece más su propuesta a esos compromisos turísticos y en Sancti Spíritus se ha ido deteriorando. Nos está faltando eso: la capacidad de recuperar lo que todavía está. Pero lo que falla, en primer lugar, es que los facilitadores no tienen un sentido de responsabilidad para conservarla”.
Algunos coinciden que el paso de los años es otra condena. Y las previsiones no pueden esperar a mañana. Se conduele Lalito: “Si no hacemos esto rápidamente, cuando pasen los años y no estén Miraflores, D’ Gómez, Colonial…, ¿quién va a cantar Herminia, Mujer perjura o Rosalba? Yo no pienso que Sancti Spíritus, que ha sido un baluarte de la trova espirituana y cubana, vaya a quedarse sin la música que lo identifica”.
Es un canto a más de dos voces. Exhumar esas partituras del olvido no se consigue con las zonas de silencio que rondan no pocas instituciones culturales, con la falta de compromiso o la inexistencia de proyectos para resguardar ese patrimonio sonoro o con la creencia de que la inserción en la programación cultural se zanja con la invitación de los trovadores a un acto.
Sancti Spíritus es hoy la letanía de muchas cuerdas, una guitarra que canta otros lamentos. Porque la canción silvestre en cada esquina, los trovadores trasnochando la ciudad, la trova toda colándose hasta las entrañas no es ya un concierto posible; es, inexorablemente, una estampa desteñida por los años.
¿Dónde puede comprar una guitarra el joven que quiera ser trovador? Hay que pensar en cosas que se hacen imprescindibles para facilitar la vocación, nadie puede jugar pelota si no conoce los elementos esenciales y menos si no los tiene … ¿?
La Trova espirituana necesita de apoyo gubernamental también y no se trata de recursos materiales. Es brindarle más atención por parte del Gobierno local. Hay que incentivarla, convocarla, darle protagonismo en las actividades, hacerla sentir importante porque de verdad lo es.Una de las cosas que más agradaba a cualquier visitante foráneo era que lo llevaran a la Casa de la Trova y presenciar actuaciones inéditas para ellos o que en su lugar de estancia lo visitara uno de nuestros buenos Trios. A veces ni nosotros mismos nos damos cuenta de los valores que tenemos. Defender y enaltecer la trova es también avivar nuestra identidad y sentido de pertenencia por la tierra que pisamos. No entenderlo así, nos llevaría a perder uno de los elementos más valiosos de la identidad espirituana. Hay que actuar a tiempo porque de no hacerlo, luego puede ser tarde.
Hay que darle más apoyo gubernalmental, pero también por las instituciones de cultura. Dentro de poco cumplirá 100 años la canción Pensamiento, ícono de la trova espirituana. Qué está haciendo cultura para conmemorar esa fecha. ¿Sabran los dirigentes de ese sector que el festival de la trova Pepe Sánchez en Santiago de Cuba estuvo dedicado este año a ese himno espirituano?. Al final creo que va a pasar como en muchas otras ocasiones que por falta de sensibilidad de quienes tienen esa responsabilidad una vez más nuestras conmemoraciones relacionadas con la cultura pasarán por debajo de la mesa. En vez de preservar estamos asesinando la trova y la cultura espirituana.