Funcionarios estadounidenses reconocieron la reputación de Cuba en la lucha contra el tráfico ilegal de drogas e insistieron en la necesidad de ampliar acuerdos de cooperación entre Estados Unidos y la isla.
«Tenemos que trabajar con los cubanos en una capacidad mucho mayor», afirmó Mike Vigil, exdirector de operaciones internacionales de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA), citado en la versión digital del influyente diario estadouniense The Washington Post.
Vigil, que también sirvió como agente especial de la DEA a cargo de la zona del Caribe, reconoció que «es una locura no hacerlo».
El artículo del Washington Post reconoce que durante años, ambos países han cooperado entre sí en la lucha contra las drogas, y la transmisión de información sobre los movimientos de barcos y aeronaves sospechosas a través del Caribe.
Destaca además que, en un momento en que otras naciones latinoamericanas cuestionan cada vez más los costos humanos y financieros de la guerra contra las drogas, la Isla se ha convertido en uno de los aliados más confiables de Washington en esta lucha.
El periódico estadounidense subraya la reputación de Cuba en el enfrentamiento al trasiego de estupefacientes ilegales con la aplicación de severos castigos, lo que contrasta, según el Post, con el panorama que se vivía antes de la Revolución, cuando en discotecas y casinos de La Habana se movía una variada gama de sustancias ilícitas y fumaderos de opio.
«El gobierno cubano no quiere ser un centro para los traficantes de drogas», afirmó Barry McCaffrey, general retirado que sirvió como el zar antidrogas de la Casa Blanca durante la administración Clinton y es excomandante de Comando Sur del ejército de Estados Unidos.
«Ellos (las autoridades cubanas) lo vieron como una amenaza para sus hijos, la fuerza de trabajo, su economía, su gobierno», comentó McCaffrey.
El Post resalta que en 2013, los tribunales cubanos sancionaron a 628 personas por cargos relacionados con drogas, 273 de los cuales recibieron penas de cárcel que van de seis a 10 años, según un informe de Estados Unidos.
El documento del gobierno estadounidense citado por The Washington Post subraya que Cuba sigue compartiendo información con los países vecinos, incluido Estados Unidos, y ha tenido un éxito creciente en la localización de buques sospechosos.
Según el documento, el gobierno cubano notificó a la Guardia Costera de Estados Unidos 27 veces en 2013, sobre la presencia de barcos sospechosos en tiempo real.
El Post comenta además que con los años, la cooperación en la lucha contra las drogas ha sido tensa por la política hostil entre ambas naciones.
La Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA) tiene un agregado de la Guardia Costera que sirve como «especialista en el tema de drogas,» pero no hay agentes de la DEA.
Vicki Huddleston, jefe de la SINA desde 1999 a 2002, dijo que a pesar de los esfuerzos de Cuba al enviar mensajes de radio alertando del tráfico de narcóticos en lanchas rápidas, la política de Estados Unidos en ese momento era no contestar.
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