El voleibolista espirituano es el atleta más joven de la delegación espirituana que participará en los juegos de Toronto
Con 17 años recién cumplidos, Adrián Goire Arredondo compró hace solo unos días el último boleto de los espirituanos a Toronto y se confirmó como el benjamín del grupo.
Meses atrás tal suceso no figuraba en sus planes, al menos los más inmediatos, luego de que en septiembre pasado fuera promovido a la selección nacional de voleibol.
Su llegada tampoco fue casual. Desde que con 11 años entró a la EIDE Lino Salabarría el ascenso del joven fue vertiginoso hasta resultar puntal de los equipos espirituanos ganadores del oro y la plata en los Juegos Juveniles Nacionales y mejor pasador de la competencia en el 2014.
Así confirmaba la decisión de Israel Rodríguez Pentón, quien lo captó del área de la escuela Julio Antonio Mella, más por olfato y herencia genética que por otros raseros. “Era más bien gordito, pero su padre Ulises mide 2.05 y fue jugador de la selección nacional de baloncesto y eso había que tenerlo en cuenta”.
Sobre el joven, más que su estatura de 1.91, Pentón pondera “sus condiciones técnicas, lo hace bien todo: el ataque, el pase, el bloqueo, el recibo. Además, es muy inteligente, disciplinado; ¡ah! y tiene una gran saltabilidad”.
Desde mucho antes, Goire pudo haber voleado balones en las principales selecciones nacionales de su categoría, “pero los técnicos decían que tenía que crecer más de acuerdo con los parámetros que se miden allá arriba, por tanto costó mucho trabajo para que lo pusieran como perspectiva inmediata, decían que había que esperar que hubiese un hueco, pero se insistió hasta que el comisionado nacional lo vio y se dio cuenta de sus potencialidades.
Internacionalmente ya enseñó sus buenas manos cuando en mayo último asistió a la Copa Máximo Gómez por invitación en República Dominicana y Cuba ganó en calidad de invicta. En un tránsito acelerado por las urgencias de la principal selección, fue llamado a filas para jugar en la Liga Mundial, donde se estrenó con 16 años frente a Bulgaria.
Por su talento y su edad este año puede estar en los mundiales de Cadetes y Sub-21, pero lo más urgente está al doblar de la esquina, pues en solo días podrá participar en sus primeros Juegos Panamericanos. Ahí podría ser parte de una historia inédita aquí, porque Sancti Spíritus puede ser la mitad del equipo Cuba si el muchacho coincide en cancha con Rolando Cepeda y Osmani Uriarte.
Desde ya su mamá Greidi Yuraima busca calmantes, pues hace solo días, en el debut de su niño en la pantalla chica, sus nervios estuvieron a punto de estallar: “No tengo palabras con qué describir lo que sentí cuando lo vi entre tantos grandes, el cuerpo me tembló completo, él se lo ha ganado con su esfuerzo a pesar de su juventud, entrena por la mañana y por la noche y así mismo saca muy buenas notas en sus estudios; no pensé verlo tan rápido ahí porque en la escuela nacional hay otros más grandes, con más experiencia, pero desde diciembre empezó con los grandes y no ha parado”.
En Rosario No. 74 altos la placa anuncia a una de las casas panamericanas de Sancti Spíritus. Allí no habrá más calma desde que suene el pitazo en los tabloncillos de Toronto: “El momento de la imposición de la placa como casa panamericana fue muy emocionante, vinieron todos los vecinos, los compañeros del Inder, del Partido, el Gobierno, ese mismo día cumplió los 17 años. Ya los vecinos han dicho que se sentarán a verlo y aquí mismo lo esperaremos cuando regrese con la medalla de la dignidad por encima de todo”, asegura la madre.
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