Palabras de agradecimiento pronunciadas por Enrique Ojito Linares luego de recibir el Premio Provincial por la Obra de la Vida Tomás Álvarez de los Ríos
Hace casi 32 años, a bordo de un LADA carmelita —una de las escasas y gratas herencias que nos dejó el llamado Socialismo real—, llegué a Santiago de Cuba. Vestía pitusa, que, quilo a quilo, me había podido comprar mi Vieja, una camisa Yumurí a cuadros y altos botines, regalo de abuelo Cachón. Este guajiro de Bacuino y de La Sierpe tenía más pinta de cowboy que de futuro estudiante universitario.
En aquel largo viaje a la ciudad heroica, me acompañaba un guajiro de Jicotea, Yaguajay, quien, en ese entonces, nadie podría imaginar se convertiría en un director de éxito de un órgano de prensa que todavía me exige que le devuelva La divina comedia, de Dante Alighieri, que le extravié.
No sé él, pero este servidor no sabía nada de los cometidos del Periodismo; aunque a favor contaba con una lectura desordenada de libros y mi temprana pasión por matrimoniar palabras en la hoja en blanco.
A fuerza de Academia, de traspiés —ya en el ejercicio— y de algún alegrón profesional, comprendí que el Periodismo es una especie de orquesta sinfónica, que interpreta, en el primero de los casos, las escenas de la vida real y que desentona cuando el mensaje periodístico va por un lado y la realidad, lamentablemente, por otra.
Durante los últimos años, nuestra profesionalidad ha sido blanco de todo tipo de críticas; unas, justas; otras, no tanto. Más allá de tales disquisiciones, cada uno de nuestros medios de prensa ha demostrado, en menor o mayor grado, que cuenta con periodistas ejecutantes capaces de llegar hasta las notas más altas en la calidad periodística; léanse no solo dominio de la técnica; sino, también, intencionalidad, planteamientos profundos, análisis oportunos.
Precisamente, el IX Congreso de la UPEC, celebrado en el 2013, nos dejó el pie forzado de multiplicar ese Periodismo, que equivale a generar contenidos que capturen la atención de las audiencias; de hecho, hoy por hoy, uno de los desafíos la prensa cubana.
Tal reclamo ha venido en voz del primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en los intercambios periódicos sostenidos con la presidencia de nuestra organización y con su Comité Nacional desde hace casi dos años.
El propio Díaz-Canel ha sugerido la lectura y relectura de la obra Revolución, Socialismo, Periodismo. La prensa y periodistas cubanos ante el siglo XXI, del maestro Julio García Luis, que constituye “un libro base para la reconstrucción y el perfeccionamiento de la prensa cubana en las condiciones actuales”.
En esa línea de pensamiento, habría que preguntarse si nuestro ejercicio exhibe aún signos de apéndice divulgativo de instituciones, entidades y organizaciones, o construye sus agendas, básicamente, con intereses generados al interior de órganos de prensa.
Lograr un equilibrio entre los temarios mediático y público —propósito que corre el riesgo de convertirse en frase trillada si no actuamos para alcanzarlo prontamente— depende, ante todo, de nuestras competencias profesionales; pero, igualmente, de los reguladores externos, de las administraciones que no siempre han comprendido que Periodismo es más que divulgación y propaganda.
Con voz profunda, García Luis sostiene que el Periodismo es un servicio público, factor de contrapartida social y agente movilizador; este evidente en el actuar de nuestros órganos de prensa que, modestamente, articularon sus discursos en función del retorno de los Cinco a casa. Porque, vale también subrayar, Periodismo es darse a la Patria.
Tan lapidaria misión de la prensa sí la conocía antes de entrar a las aulas de la Universidad de Oriente, donde, por suerte, encontré a nobles profesores y a varios amigos espirituanos que, además de ser mis jueces más severos, están a la altura de los mejores periodistas de Cuba. A ellos les dedico este premio, al igual que a mi colectivo de Escambray, nacido con la marca del plomo fundido hasta hacerse luz hoy. Se lo dedico a mi gente de la Radio; a Arelys, por darme dos herederos, que es decir, la vida. Se lo dedico a quien fuera tabaquero, cortador de caña, carpintero, dirigente político y hasta constructor, por si no bastara; a quien fuera despalilladora de tabaco, obrera de una tomatera, auxiliar de limpieza, recepcionista y, por si no bastara, consultante permanente de un diccionario Aristos, que llegó a mí. En fin, a mis padres; a mi hermano, mi primer lector, que ya no está; a mis hermanas, a mi familia toda.
Mis felicitaciones para todos los premiados y reconocidos en esta mañana, en particular, para el resto de los nominados a este premio por la obra vida, quienes bien lo merecían.
(Palabras de agradecimiento pronunciadas luego de recibir el autor el Premio Provincial por la Obra de la Vida Tomás Álvarez de los Ríos)
Ojito, mis mas sinceras felicitaciones, son muy merecidas. Me enorgullezco de ti!
PATRIA Y LA PRENSA ACTUAL
Patria nació mambí
con aires de libertad
y enarboló la verdad
con la pluma de Martí.
De San Antonio a Maisí
en el campo redentor
Patria sembró el amor
y pudo forjar conciencia
de alcanzar la independencia
del español invasor.
Patria expuso la razón
del porqué Cuba se alzaba
y en armas se levantaba
por el bien de la nación.
Con él la revolución
tuvo vida espiritual
porque fue un manantial
de ideas y pensamiento
que se expandió como el viento
en medio de un vendaval.
Gracias al periodismo
militante y ejemplar
que Patria supo enseñar
hoy tenemos socialismo.
Y aunque el tiempo no es el mismo
y es otra la circunstancia,
no cambia la militancia
de nuestra prensa en función
al ser de la Revolución
su pedestal y constancia.
Con una gratitud inmensa
por su lugar en la historia
Cuba le rinde la gloria
con el Día de la Prensa.
Hoy la mejor recompensa
en un catorce de marzo
es unirnos como el cuarzo
con u mejor periodismo
defendiendo al socialismo
bajo nuestro cielo garzo.
Enrique Bernal Valdivia
14 marzo 2015