En la zona de Neiva, Sergio García Concepción ha cultivado una obra campesina que lo distingue entre los mejores productores de tabaco de Sancti Spíritus
Después de 23 años vestido de campesino, Sergio García Concepción no repara en el ejemplo de su trabajo, pues, a fin de cuentas, solo ha dado continuidad al surco familiar que empezaron sus abuelos y le enseñó su papá.
En la zona de Cruz de Neiva, a escasos kilómetros de la Autopista Nacional, ha vivido siempre uno de los mejores productores de tabaco de Cabaiguán, que sobresale por los elevados aportes de la hoja y también por su disciplina para cumplir los demás compromisos de leche, granos y cultivos varios.
“Siempre me gustó sembrar tabaco”, se empeña en aclarar y relata que a la altura de los seis o siete años le pedía a su padre, Máximo García, que le dejara una cuchillita del campo “y a esa esquinita se lo hacía yo todo, hasta cortar las hojas; esas fueron mis primeras vegas”.
Tras calificarse como técnico medio en Electricidad y laborar en la Papelera de Jatibonico, la paralización impuesta a la fábrica por el período especial, le dio el pretexto para retornar en 1991 a la finca La Concepción; entonces tenía 24 años.
“De ahí para acá no he dejado nunca de hacer la vega, incluso en la campaña 2003-2004, cuando apenas llovió, sembré el tabaco con una pipa de agua, solo dos campesinos de la zona plantamos posturas ese año; la cooperativa entregó 200 quintales, 178 fueron míos”.
Con ese ímpetu se adueñó hace rato de la condición de mejor productor de la Cooperativa de Créditos y Servicios Beremundo Paz y acaba de recibir, junto a otros dos campesinos espirituanos, la distinción que lo acredita como Vanguardia Nacional de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños.
¿Qué tiene detrás ese reconocimiento?
Mucho trabajo, porque esto es un lugar de buenas tierras, pero escaso de agua y abundante en piedras. Aunque el campo es de golpes, hay que organizarlo todo, pensar cada paso, buscar las cosas que hacen falta y, algo que no puede fallar, aprovechar el día.
¿Acaso la zona es lo que decide en la buena vega?
Para tabaco, Neiva es tremenda área, aquí la calidad de la hoja es muy buena, aunque, quien quiera triunfar en este cultivo tiene que amarlo y también gustarle el campo. Por mi mente no pasa dejar la cosecha, es verdad que te da economía, pero lo sembraba también cuando el precio era bajo.
El mayor aporte lo tuve en el 2013, entregué 573 quintales con
200 000 posturas, ahora sembré más de 253 000 y me queda un tercer corte de capadura que me ha sorprendido por lo buena que está; tampoco puedo aflojar, porque en Vega del Paso hay un gran veguero, Georgino Álvarez, el Isleño, que siempre me entabla la competencia y creo que este año no me alcanza…
¿Hasta dónde te interrumpe la falta de agua?
La sequía es lo que más me golpea, si tuviera agua estable, con estas tierras, las cosechas fueran mayores, por eso el sacrificio es de todos los días, pues en el campo no te puedes dormir y hay que adelantarse. Mi papá me decía: ‘el buey en la seca no puede estar parado’; si una clave existe es preparar bien el suelo.
¿Cuál es su librito de productor?
Soy de los que cuando siembran algo es para que se dé buena la cosecha; si es 31 de diciembre y hay bichos en la vega, no puedes dejar eso para el 3 de enero; claro, hay años que el campo te da y, en otros, te enreda, lo principal es el trabajo y la unidad. Tengo apoyo de mi esposa, mis hijos, los vecinos y siete u ocho obreros fijos, pero siempre estoy con ellos, haciendo lo que haga falta, en el riego, con los bueyes, la guataca, el tractor, y todavía mi madre, con 84 años, me pregunta si ya preparé la tierra, si sembré.
Mi ley laboral es la salud, mientras me lo permita, aquí estaré, estoy enseñando al muchacho más grande, tal como hizo mi padre conmigo. Lo otro es disciplina y sentido de la responsabilidad, saber lo que representa el compromiso que uno hace en esos productos.
El año pasado entregué 32 quintales de frijol y más de 6 000 litros de leche para la bodega de la zona, que la atiendo yo solo y eso no puede fallar. En febrero tuve unos días tensos, la seca apretó y bajó el ordeño, dejé de dar leche aquí a los obreros y hasta de llevar para la casa, pero los litros de la tienda siempre estuvieron allí.
Años atrás una persona que me visitaba decía que era un veguero escondido, porque siempre tenía resultados; lo que nunca he sido es un veguero de teta, todo ha sido con sacrificio, fíjate que me quitaron el derecho a comprar un carro por la carta de asignación y no bajé los planes, incrementé la siembra de tabaco.
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