Antes de que saliera oficialmente a la red de redes el 4 de enero de 2000, Escambray debió sortear los entresijos de una publicación digital en ciernes
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—¿Y esa información que tú me pides va a salir en el periódico de este sábado?, me preguntó cierto funcionario.
—No, es para un trabajo que será publicado en nuestra página web, le respondí sin inmutarme.
—Ah, pero entonces nadie lo va a leer.
Pensé decirle que se equivocaba, que alrededor del 50 por ciento de los lectores de la web de Escambray accede a la página desde la isla y que es precisamente esta plataforma y no la edición de papel la que más índices de audiencia reporta. Pensé convencerlo con datos y estadísticas, pero entonces recordé lo que la práctica se ha encargado de acuñar: el riesgo de escribir sobre Internet en Cuba es que unos lectores comprenden y otros —la inmensa mayoría—, no.
Afortunadamente y pese a los exorbitantes precios al uso para acceder a la web, el país luce cada día menos desconectado y ya hay hasta quienes manejan términos al estilo @teleSURtv.
Sin embargo, la presencia de Escambray en la red de redes no es de ahora, que los cubanos andamos deslumbrados con las lucecitas para escena del mundo online; sino de hace exactamente 15 años, cuando un equipo de cuatro o cinco gatos se atrevió a “bajarse de la carreta tirada por bueyes para subirse en una nave espacial”.
Al menos así define el salto al ciberespacio Katia Monteagudo, por aquel entonces subdirectora del periódico y actualmente radicada en México.
“Los días iniciales fueron de mucha experimentación e incertidumbre —evoca, por cierto, vía chat—. Era 1999. La verdad, de Internet no sabíamos nada, apenas estaba llegando al país. Era el gran misterio. La gran manzana prohibida. Nos dijeron que en enero del 2000 todos los medios de prensa cubanos tenían que estar circulando en Internet y nosotros asumimos la orientación literalmente. Sabíamos cuándo debía estar lista, pero el cómo nunca nadie nos lo dijo”.
Una computadora, un informático sin título universitario pero genial y un equipo de reporteros y de dirección tan sorprendido como inexperto en las lides digitales configuraron el primer staff de una página que debió nadar a contracorriente hasta de las venias oficiales.
Más de tres meses demoró el certificado de seguridad informática para colarse en la red. “Comenzamos medio clandestinos, porque aquel permiso se dilataba. En toda la provincia solo había acceso a Internet desde la entonces Empresa de Servicios Informáticos, y a esta nos unimos final y legalmente, luego de un largo y tortuoso camino de informes e inspecciones que casi llegaba a enero”, sostiene.
Por su parte, Juan Antonio Borrego, director de Escambray desde esa época, describe el nacimiento de la página con una metáfora a todas luces reveladora: “Era una Internet guajira. Los periodistas escribían para el sitio digital y ni siquiera lo veían. Se guardaban los materiales en un disquete de los antiguos y había que llevarlos hasta la única máquina conectada. Fue así como nos dimos cuenta de que debíamos armar una red propia y con acceso al ciberespacio”.
DE LA PÁGINA DE PALO A FACEBOOK
Mucho ha llovido desde los tiempos de aquella página de palo, desarrollada a sobresaltos en lenguaje HTML y actualizada con la herramienta FrontPage. Luego vendrían los tanteos en el diseño y las sucesivas migraciones de plataforma, primero hacia la llamada Plone y luego hacia WordPress, sistema de gestión de contenidos que le viene como anillo al dedo a sus pretensiones de inmediatez y multimedialidad.
Y como no solo de respaldo tecnológico se arman los sitios digitales, reporteros y colaboradores se han encargado de alimentar la ya enorme base de datos de Escambray, un espacio en el que lo mismo se informa sobre las peripecias de un anegador de La Sierpe que sobre el más reciente video del Estado Islámico.
Sin embargo, no fue hasta la caída del avión de pasajeros en Mayábuna, en noviembre de 2010, cuando se abrió para Escambray una suerte de parteaguas en su historia como medio digital. “En ese momento constatamos en la práctica lo que significaba mantener al mundo entero al tanto de lo que estaba pasando en los marabuzales de Sancti Spíritus”, asegura Borrego, quien se vio de buenas a primeras buscando la noticia y sirviendo de fuente informativa a la prensa internacional.
Semejante relevancia le atribuyen al suceso los internautas, quienes en una encuesta promocionada por la web del periódico han seleccionado al accidente aéreo de Mayábuna como lo más trascendente en estos 15 años de Escambray online.
“Hubo un momento, incluso, en que el sitio estuvo fuera del aire porque no resistió la cantidad de visitas y los públicos se siguieron informando a través de las redes sociales —comenta Mirelys Rodríguez, colaboradora de la página en materia informática—. A partir de ahí fue más evidente la necesidad de intencionar el trabajo en estos escenarios”.
Tímidamente al principio, sin suspicacia alguna después, el periódico se fue abriendo paso en Facebook, Twitter, Flickr y otras redes de intercambio que en la práctica no solo funcionan como tribuna de promoción, sino que además permiten gestar comunidades de lectores con intereses comunes que llegan al sitio con una periodicidad asombrosa y una avidez similar a la de quienes, de sábado en sábado, persiguen en el estanquillo el último número del impreso.
De cuánto cuesta mantener el medio digital actualizado con corrección e inmediatez pueden dar fe Rosario Sánchez Jacomino, periodista y editora que coloca textos y fotos sin andar reparando en sábados, domingos o madrugadas; Aracelia del Valle Macías, traductora y editora que defiende con vehemencia la página de Escambray today, la versión anglosajona; y Marlys Rodríguez Francisco, traductora y community manager, una especie de mujer-orquesta que vela por el posicionamiento en las redes sociales.
El cuestionable interés que entre los internautas suscitan no pocas informaciones locales; la falta de datos que, en determinados trabajos, dificultan la comprensión de los fenómenos en su totalidad; la escasez de productos multimediales y hasta la subestimación de las fuentes informativas en torno al alcance real de la web figuran entre las insatisfacciones que aún rondan la redacción digital de Escambray.
En lo que sí se ha avanzado, según reconoce la dirección del órgano luego de una ardua cruzada puertas adentro, es en la llamada mentalidad de medio único, una filosofía de trabajo que ha permitido ir tumbado las talanqueras entre las ediciones de papel y online, tanto en materia de discurso como en las rutinas productivas de los reporteros y hasta en la propia política editorial.
“Había periodistas nuestros que se desentendían de la página web, es la realidad —reconoce Borrego—. De un tiempo a esta parte, por el contrario, hasta reclaman cuando entregan un material que luego se demora en ser publicado”.
EL DON DE LA PERMANENCIA
Noviembre de 2001. Palacio de Convenciones. La noticia levantó de sus asientos a los delegados espirituanos al II Festival Nacional de la Prensa Escrita: Escambray, un periódico de provincia, se robaba el show en la categoría de prensa digital. El premio, de la mano del mismísimo Fidel.
Desde esa tarde en que el colectivo elevó su autoestima de medio universal, los agasajos han seguido lloviéndole, ya sea a través de comunicados o diplomas, o mediante los comentarios informales que los internautas hacen llegar a la Redacción.
El mayor de los reconocimientos, sin embargo, ha sido el de la permanencia, tal y como define Katia Monteagudo desde la nostalgia: “el no haber dejado de actualizarse todos los días desde hace 15 años. Admiro su capacidad de no quedarse atrás, de funcionar como el más global de los medios. Por eso se puede leer tanto en inglés como en español, porque está hecho para quienes nacimos y, quienes no, en ese viejo y querido villorrio llamado Sancti Spíritus”.
Y a seguidas confiesa, con la añoranza de quien nunca se ha ido del todo, justo la devoción hacia Escambray que el periódico ha pretendido estimular entre sus lectores: “No hay un día de este mundo, donde quiera que he estado, que no revise esta web”.
Felicidades de nuestra Empresa de Aprovechamiento Hidráulicos y en el mío propio.
Que disfruten los 15 años de vida.
Los leo todos los días desde Santa Clara,son de las mejores web periodisticas de nuestro país.FELICIDADES Y MANTENGANSE Y MEJOREN CONTINUAMENTE.
Muchas felicidades a esta redacción por sus 15 años de muy buena existencia, se pueden decir muchas cosas, se podría decir que todavía falta mucho para lograr la polivalencia de sus periodistas y que tanto necesita un órgano de prensa para aprovechar todos los espacios para cumplir con su misión aún con las grandes limitaciones técnicas de las cuales prácticamente sería insensato hablar de un periodismo moderno en la era digital, lo que nadie puede negar es que pese a todas las dificultades Escambray digital en sus versiones se ha convertido en un espacio de referencia en Cuba para la información y el conocimiento. Muchas felicidades a todos los compañeros que hacen posible este resultado.
¿Te acuerdas de la tesis de Paola? Valdría la pena contar esa historia que creo ayudó mucho a la web de Escambray. Mis saludos al colectivo. Los quiero a todos.