Al paso que vamos, ahorita las fiestas de fin de curso casi casi podrán competir con las celebraciones quinceañeras. No porque les hayan incorporado a las actividades de culminación de estudio los bailes de vals ni los vestidos pomposos ni las interminables sesiones fotográficas —que cualquier día sobreviene la ocurrencia—, sino por los pesos de más que van disparando hasta el pase de un año a otro en los círculos infantiles.
Si tiempo atrás era posible festejar únicamente con la ganancia de un distintivo, con aquellas tarjeticas repletas de notas o con la foto blanquinegra al lado del maestro, tales estampas son ya una asignatura vencida. Sucede que, lamentablemente, la banalidad ha tomado asiento en cada aula.
Lo aseguran quienes lo padecen en bolsillo propio y por estos días lo comparten con Escambray: que si 100 pesos por niño para la fiesta —con ese costo, supongo, alcanzará para pagar el alquiler del local, la comida y hasta la corriente que se consuma—; que si, además, es preciso llevar un plato por alumno para aderezar el brindis; que si 1 CUC para hacer un intercambio de regalos entre todos los muchachos; que si fotógrafos por cuenta propia y diplomas con caritas infantiles incluidas; que si los obsequios de los maestros y de las auxiliares pedagógicas y de la instructora de arte…
¿De la noche a la mañana habrán aumentado los salarios? ¿Alguien pudo ponerle, por fin, stop a los precios? ¿Fiestas por decreto estudiantil y con la venia profesoral? Es una iniciativa puramente familiar, dicen. Al menos, el Ministerio de Educación no ha autorizado un disfrute de tan altos quilates; al contrario, según Yousy Díaz Pérez, subdirectora provincial de Educación, lo único establecido es la realización de una actividad sobria en el centro educacional donde se reconozca a los estudiantes y con la participación de estos de completo uniforme escolar.
Y la escuela sin responsabilidades en celebraciones puertas afuera de la institución y mucho menos en las que se lleven a cabo en playas, piscinas, ríos. Y los educadores al margen de tales pedidos y tales festejos.
Culpables los padres que se antojan de tantos excesos sin que nadie los contenga. Sobreviene otra vez una manía tan arraigada como el hecho mismo de festejar la conclusión del período lectivo: callar; porque incluso aquellos que con un salario no pueden pagar esas frivolidades prefieren morderse la lengua antes de convertir a su hijo en menos que el resto.
Yo lo creo: las fiestas de fin de curso vienen a ser un examen cada día más riguroso. Tanto que se encarecen de una enseñanza a otra: si en la graduación de sexto grado había que alquilar un local; en noveno se reserva una de esas piscinas por cuenta propia; en el preuniversitario se precisa un viaje a Varadero y en la universidad ya se alcanza el súmmum: agua embotellada, servilletas, café y regalos para el tutor, el tribunal y hasta el oponente, además de, en algunos casos, una comida para saciar a todos con el éxito del graduado.
No obstante, algo parece indicar que en la universidad van desaprobando esas iniciativas. De acuerdo con alumnos espirituanos que estudian en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas a partir de este curso los actos de defensa no pueden tener ni aliños comestibles ni retribuciones materiales —al menos dentro de las aulas—. Será en la sede santaclareña; en la Universidad de Sancti Spíritus, afirman los estudiantes que el brindis sigue igual.
Hasta la fecha, por lo que se ve, de nada han valido las prohibiciones ni el decreto de asistir de uniforme y pañoleta a las fiestas. Las reglas, casi siempre, tienen cuarteaduras. Y la autonomía paterna no puede llegaral punto de que el delegado del aula proponga un lanzamiento en paracaídas y el resto de los padres y hasta los maestros —porque aun sin supuestos consentimientos los profesores también van a la fiesta, ¿o no?— siguiéndolo al mismo despeñadero.
Hay ciertas complicidades. Andar de bocas cerradas es también una forma de admitir. Pudieran acusarme de retrógrada, pero prefiero —aún sin fiestas que agujereen mis bolsillos, aclaro— los días aquellos en que para divertirse era suficiente picar un cake y un buen juego a los escondidos. Los tiempos cambian, lo sé, pero en cualquier época una cosa es la gratitud y otra, muy diferente, la fanfarria.
Propuesta: Etecsa con 4,5 CUC por hora(ahora 2,0) pudiera donar para las fiestas de los jòvenes.
Te apoyo..Y que tal las TRD?
Ah Dayamis, siempre tan excelentes tus comentarios. Un beso grande desde Vanguardia. Pues sí, es un mal que cada año aqueja los fines de curso y que aqueja a nuestra sociedad cubana actual. De momento nos sentimos más abiertos al mundo y nos da por copiar las frivolidades que vemos en las películas para parecernos más a lo de afuera y «estar más a la moda». Pues bien, en la UCLV se pusieron más drásticos: prohibieron hacer los brindis en los límites del campo universitario, una medida que provocó algunos sentimientos encontrados. Yo aporté lo mío en mi periódico. Aquí lo dejo:
http://www.vanguardia.cu/opinion-de-periodistas/3956-cuestion-de-brindis
Saludos.
Periodista en mis 24 setiembres como docente jamas pedi a un alumno nada material y considero,con perdon de mis ex-colegas,muy poco etico usar las graduaciones como pretexto para lucrar.Los Jovenes del pre preparaban sus fiestas y la escuela una ceremonia de graduacion,sin usar un centavo de los padres.Me parece que el MINED debiera prohibir ese tipo de colecta ,porque que todos los padres no tiene el mismo nivel de entrada monetaria y es bastante penoso que la escuela se preste para resaltar las diferencias.Sra Dayami:No se preste a eso y esos 100 pesos dele otro uso mejor o premie a su hijo,si lo merece..Que falta le esta haciendo al magisterio actual leer «corazon» de Edmundo de Amicis..e interirozarlo,estoy observando como se copia lo peor del capitalismo y no sus bondades
“Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”.Los cubanos somos por naturaleza divertidos, no lo veo del todo mal, una coperacha entre todos, que no «agujerea» tanto el bolsillo y terminan todos festejando un momento relevante de su vida estudiantil, ¿o no?, incluso este tipo de fiestecita se desarrollan en un ambiente sano, familiar, de amiguismo y camaraderia, mezclemos el juego a los escondidos de los 70′ y los 80″ con la fanfarria actual, dividamoslo entre dos y de lo que resulte tomemos fotos y q se diviertan sanamente, «no solo de pan vive el hombre»
Pero esto no pasa solo en los Círculos Infantiles, sucede en todas las educaciones. La fiesta de mi niño en la secundaria básica superó los 2 500 pesos, recogidos solo para regalos a los profesores y el brindis (que por cierto los padres teníamos que llevar un plato). Yo se que en muchas ocasiones son los padres los que promueven esto, pero la escuela lo permite hasta en sus propias aulas. Este curso hasta para los eminarios integradores había que llevarle merienda a los profesores y lo que nos dicen es que todos los grupos históricamente lo han hecho y seguro que los niños no quieren quedarse atrás o pasar pena, y los padres por tal de dar el gusto a sus hijos y que queden bien en la escuela abonan el dinero y hasta el palto para el brindis. El artículo es una realidad de la escuela cubana, no solo la espirituana. Pero se deben adoptar con fuerza mayor medidas, para que esto no suceda porque es evidente la diferencia económica entre las familias de un grupo y eso tambien es motivo de desilución en los niños y los padres, unos muy bien vestidos, con regalos y platos costosos y otros todo lo contrario. Se debería emitir una nueva circular al respecto y velar porque se cumpla.
RECTIFICO LA PALABRA EXCESO.
Buen escrito, hay que llamar las cosas por su nombre y no dejarlas tanto a la expontaneidad , todo en exeso hace mucho daño a la sociedad somos pobres , el salario medio ronda por los 500 pesos , no es posible sacrificar tanto a las familias , lo más importante es el nivel de aprendizaje que se han llevado los muchachos , el que quiera hacer fiestas que las haga en su casa ,veremos entonces como se acaban, los factores de la sociedad tienen que influir más para que estas cosas no ocurran.Hasta donde vamos a llegar ,todo recae en la familia…………