Solo el corazón sabe

Otra vez la certeza me llegó este 6 de enero con las imágenes de Gerardo, anclado en esas primeras horas del asombro y la ternura Hace seis meses llegué a Venezuela con equipaje breve; traje consigo algunos objetos queridos, amuletos para espantar las tristezas, diría mejor, entre estos una pequeña

Otra vez la certeza me llegó este 6 de enero con las imágenes de Gerardo, anclado en esas primeras horas del asombro y la ternura

gerardo hernandez, adriana perez, los cinco

Hace seis meses llegué a Venezuela con equipaje breve; traje consigo algunos objetos queridos, amuletos para espantar las tristezas, diría mejor, entre estos una pequeña carta escrita con prisa hace 21 eneros por un padre primerizo, y que en noches de soledad releo: “Mariposa, gracias por traer al mundo a nuestro primer hijo. Te envío rosas y también un beso para que lo compartan entre los dos”. Aquella rareza en tiempos de modernidad me confirmó que la vida es verdad y el verso existe.

Otra vez la certeza me llegó este 6 de enero con las imágenes de Gerardo, anclado en esas primeras horas del asombro y la ternura. Su pequeña Gema en el regazo de Adriana, y las palabras en susurro, dichas tantas veces desde la distancia llegan como agua mansa, se dejan escuchar después de 12 años de la memorable carta:

“Me aferro a la idea de que vendrás y estarás en el parto, sin desmayarte y pariremos juntos a nuestros hijos, y nos pondremos de acuerdo para turnarnos por la madrugada cuando el bebé llore. Tú dibujarás y le inventarás cuentos, y le cantarás todas las canciones infantiles que no me aprendí, y yo le enseñaré a jugar a la pelota, porque tendré más ánimos que tú. Te quiero, y lo vamos a lograr. Tú no me dejarás sola nunca, porque en estos años terribles has estado lejos, pero no ausente”.

Solo el corazón sabe por qué tanto persistir en que la nostalgia y el dolor no vencieran. Ha nacido Gema Hernández Pérez para romper los silencios rotos, para que el hogar se llene de detalles: los cordeles repletos, las toallas con olor a hervidura, la mesa bien servida, el café mañanero, el flan predilecto.

Una parte no despreciable de este mundo se alegra de tanta vida. Fue un embarazo por reproducción asistida: “Hubo que hacerlo por control remoto”, dijo Gerardo con la jocosidad que no le abandonó, ni siquiera, en la horas más difíciles del “hueco”, en la angustia de saberse condenado a dos cadenas perpetuas más quince años de prisión.

Vendrán los años y llegará el revuelo juguetón de Gema por las esquinas de la casa de Gerardo Hernández y Adriana Pérez. Vendrán los años, pero jamás la soledad que rondó ese hogar por más de tres lustros. Gema vino para confirmar que siempre se hará la esperanza.

Arelys García y Yosdany Morejón

Texto de Arelys García y Yosdany Morejón
Máster en Ciencias de la Comunicación. Reportera de Radio Sancti Spíritus. Especializada en temas sociales.

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