Esperanzado en que Escambray navegara con más suerte que él en la búsqueda de una satisfacción suya y de otros compañeros por los inconvenientes afrontados durante su estancia en el hotel Ancón, de Trinidad, Rafael Silvino Afonso Pérez remitió una misiva a nuestro buzón electrónico.
Profesor de Informática de la Universidad de Ciencias Médicas y residente en Calle General Carrillo No. 165, entre Agramonte y Mariana Grajales, Guayos, el lector expone su decepción con una estancia de fin de semana en esa instalación turística los días 7, 8 y 9 del pasado mes de agosto. “Adquirimos las reservaciones, con todo incluido, por el precio de 142 CUC, equivalentes a 3 550 CUP (…). Cuando nos presentamos en el hotel Ancón (…) la piscina no funcionaba porque faltaba un producto para echarle al agua y la misma estaba muy sucia; las actividades náuticas tampoco, ya que el compañero que atendía esas opciones había fallecido en lamentable accidente y la lancha estaba retenida para la investigación del mismo; eso nos lo comunicó la compañera de Relaciones Públicas”, relata Rafael e indaga si no tiene derecho a alguna indemnización por las opciones cobradas de antemano y no recibidas.
Agrega que desde el propio sábado y luego el lunes, ya de regreso, llamó telefónicamente a la Delegación del Grupo Hotelero Cubanacán en Trinidad y a la Dirección de Calidad de la cadena hotelera del mismo nombre en La Habana, pero no pudo canalizar su queja, pues, las personas que debían atenderlo no se encontraban.
En sus múltiples gestiones, Escambray contactó con Addys Prieto González, especialista de Relaciones Públicas en la instalación hotelera, y con Rafael Llames Izquierdo, director de Calidad en la Cadena Cubanacán, quienes de conjunto gestionaron la respuesta. El documento, suscrito por Ilen Escobar Lorente, director en funciones del Hotel Club Amigo Ancón, explica que allí adoptaron las medidas pertinentes para atender a los turistas y explicarles la afectación en el servicio de piscina, cuyo cierre momentáneo resultó “inevitable al colapsar el sistema, por lo que fue imposible que las agencias informaran previamente”, acota la misiva.
Más adelante agrega que la citada especialista recibió a los clientes y les comunicó que no estaban obligados a alojarse bajo estas circunstancias, además de ofrecerles la opción de contactar nuevamente con la Agencia de Viajes, donde podrían reembolsarles el dinero o cambiarles la fecha de estancia.
Tal procedimiento se hizo de manera oral y colectiva, causa presumible de que quien nos escribe, al ser contactado luego de la respuesta institucional, asegure no haber escuchado dichas precisiones, aunque sí admite que fueron informados sobre la decisión de compensarlos con un early check-in (entrada anticipada, según reza la respuesta en lugar de las 4:00 p.m. a las 12.30 p.m.) con almuerzo en el restaurante bufet y demás servicios del todo incluido.
A juicio de Rafael Silvino, un almuerzo en la mesa buffet sobre la 1:15 p.m. y la entrada a la habitación sobre las 2:00 p.m. es poco como indemnización para estar privados de los principales atractivos del hotel.
“De haber contactado con nosotros hubiéramos atendido al cliente de manera personalizada”, reza la contestación, donde se agrega la existencia visible en el hotel de un libro para plasmar cualquier inconformidad, en el que no se formuló queja alguna en esos días por la carencia de estos servicios. Tranquiliza saber que está prevista la reparación capital de la piscina en fecha próxima, pero nada tapa la fisura en el mecanismo comunicativo que medió en el asunto. La principal pregunta de nuestro remitente sigue, pese a todo, sin respuesta.
Insatisfacciones en Ancón
Esperanzado en que Escambray navegara con más suerte que él en la búsqueda de una satisfacción suya y de otros compañeros por los inconvenientes afrontados durante su estancia en el hotel Ancón, de Trinidad, Rafael Silvino Afonso Pérez remitió una misiva a nuestro buzón electrónico. Profesor de Informática de la
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