El secretario de estado norteamericano, John Kerry, regresó este viernes a su país tras una intensa jornada en Cuba, donde presidió el izamiento de la bandera en la reabierta embajada de Estados Unidos.
Alrededor de 11 horas estuvo Kerry en suelo cubano, luego de 70 años sin que alguien con su cargo -el último fue Edward Stettinius en marzo de 1945- visitara la isla caribeña.
El alto funcionario vio ascender la enseña de las barras y las estrellas en la Habana tras meses de conversaciones bilaterales cuyo pistoletazo de partida sonó el 17 de diciembre pasado, cuando los presidentes Barack Obama y Raúl Castro anunciaron la voluntad de avanzar hacia la normalización de relaciones entre países vecinos.
Es hora de dejar que el mundo «sepa que nosotros deseamos lo mejor el uno al otro», dijo Kerry durante su discurso, escuchado bajo un sol inclemente por cientos de personas, entre ellos, miembros del Congreso que apoyan la restauración de los lazos formales con Cuba.
Durante una conferencia de prensa junto al canciller cubano, Bruno Rodríguez, Kerry dijo no creer que el próximo presidente de Estados Unidos «tire todo a la basura», en referencia a los esfuerzos dirigidos a la normalización de relaciones con Cuba.
Reiteró que el camino hacia la plena normalización de nexos bilaterales no será fácil pues «habrá pequeños obstáculos, diferencias…».
El jefe de la diplomacia estadounidense hizo votos este viernes por el intercambio de ideas entre autoridades, y afirmó una vez más que el restablecimiento de vínculos diplomáticos no constituye un favor de un gobierno a otro, sino una decisión que eventualmente favorecerá a ambos pueblos.
Kerry y Rodríguez anunciaron el próximo establecimiento de una comisión bilateral para abordar temas pendientes, entre los que estaría el bloqueo económico, comercial y financiero que por más de medio siglo ha impuesto Estados Unidos a Cuba.
La disolución del bloqueo -que en puridad es facultad del Congreso norteño- y el retorno a soberanía cubana del territorio ocupado por la base naval norteamericana en Guantánamo (sureste), constituyen los principales obstáculos para la plena normalización de vínculos bilaterales, según insiste el gobierno de La Habana.
Además de cumplir su agenda oficial en Cuba, Kerry, paseó en la tarde, en mangas de camisa y sin corbata, por La Habana Vieja, un zona remozada que cuenta con casi cinco siglos de historia y que es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Bajo el sol a plomo de esta urbe, Kerry -acompañado por su séquito de guardias y funcionarios- caminó por la Plaza de San Francisco de Asís, mientras el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, hacía las veces de cicerone.
El jefe del Departamento de Estado saludó a los curiosos que se acercaron con teléfonos celulares y cámaras fotográficas para captar un suceso inimaginable hace algunos meses.
Mañana, Kerry volverá a sus asuntos en Washington; este viernes, puede decirse que anduvo apagando, simbólica aunque no irreversiblemente, los últimos últimos ardores de la «guerra fría».
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