Varios investigadores han documentado que Bath Beach inspiró “Los zapaticos de rosa”, poema de José Martí publicado en La Edad de Oro (1889)
Poblada por primera vez en la década de 1640 por puritanos ingleses, Bath Beach no acaparó demasiada atención hasta que el tren la unió con Manhattan a finales del siglo XIX. Los artistas venían a pintar sus imponentes paisajes y su luz cristalina, y cualquiera que pudiera permitirse huir del sofocante calor de la ciudad emprendía el peregrinaje veraniego.
Pero Bath Beach es entrañable para los cubanos por razones de lesa infancia. Varios investigadores, entre ellos la poeta y ensayista cubana Fina García Marruz, han documentado que este lugar inspiró “Los zapaticos de rosa”, poema de José Martí publicado en La Edad de Oro (1889), en redondillas que todo cubano conoce desde la niñez y cuyas huellas también están dispersas en las crónicas que le dedicara el Maestro al extremo más occidental de Nueva York que alberga los barrios de clase obrera más poblados de esta ciudad: Brooklyn y Queens.
Martí la ubicaría geográficamente con precisión en una carta a su amigo Enrique Estrázulas: “Yo vine ayer de Bath Beach, que ya sabe que está de Coney Island poco más lejos que Sheepshead Bay”. Una playa en movimiento –escribiría luego en otra crónica-, donde “van y vienen vapores; pitan, humean, salen y entran trenes; vacían sobre la playa su seno de serpiente, henchido de familias; alquilan las mujeres sus trajes de franela azul.”
Pero en “Los zapaticos de rosa”, Martí no se demora en la geografía sino en el paisaje humano de la playa divida en dos –la de los ricos, y la de la “barranca de todos”, donde se sientan los pobres y los viejos- y en la niña que camina y cuyo rasgo principal es “un sombrerito callado” que “por las arenas venía”, donde el adjetivo “callado” presagia la tristeza que trae consigo.
A Pilar ya se le encuentra en una de sus crónicas estadounidenses, “El verano en Nueva York”, del 8 de julio de 1889, cuando “envuelta en sus cabellos pasa una niña vestida de encaje, con los pies de flor desnudos, y la pala y el balde, para hacer panes de arena.“ Pero en la nota que tituló “Por la bahía de Nueva York”, escrita el 3 de agosto de 1888, está el panorama de la playa de “Los zapaticos de rosa”, y esa tristeza que proviene de la contemplación de la injusticia:
Muy hermosa son esas playas y la de Atlantic City, donde va lo mejor de Filadelfia, y tantas más; ¡pero ha de conocerse también lo triste! […] Hay muchas sociedades, de señoras sobre todo, que cuidan de enviar por días, y aún por semanas, a los niños pobres a la orilla del mar […] Se quisiera ser lluvia de oro, y sol, y aire puro, y tienda de ropa, y zapatería, cuando se les ve llegar en fila, encogidos y medrosos, a los muelles de donde los llevan a la costas vecinas los vapores del río […] De diez, uno tiene zapatos […]. Las orejitas de las niñas no tienen gota de sangre. Hay bocas que son llaga viva.
Allí́ también se lee esta frase que es en realidad la lección del poema: “El hombre acaba por envilecerse, y la mujer por afearse cuando no templa de vez en cuando el amor exclusivo a su bienestar con el espectáculo de la desdicha ajena.”
En Bath Beach camina Pilar y se siente su comunión con el más necesitado, aunque las imágenes de Ismael Francisco nos digan que ha llovido mucho medio siglo después de que estas arenas se cruzasen con el cubano más universal. Y aún sin las cintas y lazos, sin los espejuelos del aya de la francesa Florinda, sin los zapaticos en un cristal; aún así, esta playa conmueve.
A Mademoiselle Marie
Hay sol bueno y mar de espumas, —“Vaya la niña divina!” —“Yo voy con mi niña hermosa”, Fueron las dos al jardín Ella va de todo juego, Vienen a verlas pasar, El aire fresco despeina A Pilar, que viene y va Y por si vuelven de noche Está la playa muy linda: Está Alberto, el militar ¡Y qué mala, Magdalena Conversan allá en las sillas, Pero está con estos modos Dicen que suenan las olas Pilar corre a su mamá: —“¡Esta niña caprichosa! Le llega a los pies la espuma, ¡Se va allá, donde ¡muy lejos! Se fue la niña a jugar, Y cuando el sol se ponía Trabaja mucho, trabaja, Bien sabe la madre hermosa ¡Ah, loca! ¿en dónde estarán? “Yo tengo una niña enferma “Anoche soñó, soñó “Con sus dos brazos menudos “Me llego al cuerpo la espuma. —“¡Se parece a los retratos “Mira, ¡la mano le abrasa, ¡No sé bien, señora hermosa, Se vio sacar los pañuelos Abrió la madre los brazos, Todo lo quiere saber —“¡Sí, Pilar, dáselo! ¡y eso Vuelven calladas de noche Y dice una mariposa (Publicado en el tercer número de La Edad de Oro, 1889)
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Lugares identificados en la bibliografía martiana vinculados con Martí en Nueva York
14th Street
Número 11:
El Steck Hall, donde pronunció varios discursos.
Hotel Fenix, no. 211 y 213, donde se alojó su esposa Carmen Zayas B y su hijo.
9th Street
Esquina 45, sureste: Casa de Calixto García.
Número 21 Oeste: Hotel de Mme Griffou, donde se produjo el célebre encuentro con Máxico Gómez y Antonio Maceo.
19th Street
Hardman Hall, célebre también por ser el lugar donde dio varios de sus más encendidos discursos patrióticos, localizado casi en la esquina nordeste de esa calle con la 5ta. Avenida.
Calle 29
Número 51 Este: Pensión de Carmen Millares y donde nació María Mantilla.
Broadway Street
Numero 756, Revista América
Número 707, estudio fotográfico de los Hermanos Mora
Número 42 (bajo Manhattan), redacción de The Hour
Madein Lane Street
51 y 53, la imprenta de Thompson and Moreau, donde se publica el “Ismaelillo”.
Número 97, la bodega donde compraba sus enseres.
Número 105, Tabaquería de Piña
Pearl Street
Número 214, restaurante Pollegre
Fulton Street
Número 50, tabaquería de Agüero
William Street
Número 77, edita La Edad de Oro
Bond Street
Número 1, 3, 5: Casa Appleton and Co, donde tradujo varias obras.
Front Street
Numero 120, aquí instala su oficina y la dirección de Patria. En este lugar lo retrató Herman Norrman
West Street
Número 75, la sede de The Evening Post, donde publica su extraordinario artículo “Vindicación de Cuba.
Brooklyn, Long Island
Classon Avenue, 324, lugar donde vivió, relativamente cerca de Bath Beach.
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