Asegura Abdalahe Mohamed Chej, uno de los delegados extranjeros que participan por Sancti Spíritus en el II Encuentro Nacional de estudiantes de las Ciencias Médicas
Si no fuera por el acento que los delata o por esos trajes tan típicos lucidos de vez en vez pasarían por cubanos, o casi lo son a juzgar por tanto aplatanamiento: degustan el congrí como el mejor de los isleños, bailan casino sin confusión alguna y hasta juegan dominó en cualquier encuentro callejero.
Mas, no ha sido tal estampa una revelación para Escambray. Desde que la Universidad de Ciencias Médicas de la provincia, como sus homólogas de toda la isla, abriera las puertas de sus aulas a estudiantes venidos de los distintos continentes, miles y miles de jóvenes no solo se han formado como médicos, sino que han ido asistiendo a una suerte de transculturación.
Por estos días en que el II Encuentro Nacional de estudiantes de Ciencias Médicas —que tiene lugar desde el pasado jueves y hasta mañana en la universidad médica espirituana— convoca a perfeccionar desde la diversidad de vivencias la formación académica y la vida universitaria, Escambray ha querido auscultar los criterios de quienes han vivido en la isla una experiencia sui géneris.
“Realmente esta experiencia de un estudiante cubano nacido fuera de Cuba —señala Mohamed Abu-Srour, presidente de la Unión General de estudiantes palestinos en Cuba—, que a lo largo de todos los años tenemos una participación activa en todas las actividades nacionales e internacionales, es algo único, porque aunque en nuestros países existan organizaciones estudiantiles ninguna es como la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Aquí es un constante aprendizaje, pues están los intercambios culturales, políticos, docentes, deportivos y eso es una oportunidad que cualquier estudiante desearía tener”.
Ha sido necesario sortear barreras idiomáticas, costumbres raigales y exigencias de estudio para involucrarse en todas y cada una de las convocatorias más urgentes. Y han borrado diferencias. Tanto que no ha habido tribuna en la que faltara sus voces para reclamar la liberación de los cinco luchadores antiterroristas, exigir el cese del bloqueo norteamericano a Cuba o aliarse a la defensa de causas internacionales. Es quizás la solidaridad uno de los mayores contagios.
Así lo piensa Abdalahe Mohamed Chej, quien cursa el sexto año de la carrera de Medicina en la Facultad de Ciencias Médicas Doctor Faustino Pérez de Sancti Spíritus: “La FEU es una ventana de Cuba para el mundo y a través de ella hemos podido defender la obra humanística de la Revolución cubana y sus principios. Hemos hecho, además, varias actividades en solidaridad con el pueblo palestino que es una lucha que solo se puede ganar con solidaridad y unidad como lo hicimos con la batalla de nuestros cinco héroes, que ya los tenemos aquí. Ello es la prueba también de la ayuda de la juventud, que debe seguir tomando conciencia en estas luchas. En esto la juventud cubana es ejemplo para el mundo”.
Al cabo de más de seis años estudiando en Cuba, Abdalahe —que también se desempeña como segundo secretario de la Unión de Estudiantes del Saguia, el Hamra y Río de Oro— no quiere exorcizarse de ninguno de los rasgos identitarios que ha ido asumiendo de a poco. Ante la certidumbre de una partida inminente, cuando en el próximo julio tenga entre las manos el título que lo acredite como Doctor en Medicina, no puede contener la nostalgia.
“Siempre va a ser difícil separarnos de la vida universitaria y de la FEU que no mira de dónde vienes, simplemente te abraza y te tiene como un miembro pleno. Y de la salud cubana, ¿qué hablar? Gracias a Cuba acabamos con la epidemia de ébola en África; yo he estudiado gracias a este país y he aprendido que aquí el sistema sanitario es excepcional. Nosotros seremos los futuros embajadores de esta salud cubana en cada uno de nuestros países para que nuestros pacientes reciban un tratamiento adecuado. Nosotros estamos para demostrar que un mundo mejor es posible”.
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