La morada del hombre de Mansinicú (+fotos)

Relacionados

Consejo de Defensa Provincial puntualizó medidas adoptadas en Trinidad ante amenaza de evento meteorológico

Kurhotel Escambray, un refugio para la revitalización en las montañas

Ciudad Creativa, una oportunidad de oro para Trinidad (+fotos)

Nuevo montaje museográfico y recuperación de senderos históricos constituyen algunas de las novedades en la Casa Museo Alberto Delgado, en Trinidad

Agazapada tras una curva, una casa se levanta en el paisaje rural trinitario, a pocos metros del río Guaurabo. Construida con la centenaria técnica del embarro, la modesta vivienda no se corresponde, en lo absoluto, con la grandeza de quien desanduvo los pequeños salones durante gran parte de su existencia: el combatiente trinitario Alberto Delgado Delgado.

Ahora, el olor del remozamiento deambula por los alrededores, un nuevo montaje museográfico engalana las cinco salas de exposición permanente y la otrora morada de aquel hombre que encontró la muerte a manos de las bandas contrarrevolucionarias recupera los bríos perdidos por el deterioro acumulado.

Así se constató, cuando las puertas volvieron a abrirse para quienes, seducidos por los episodios de las luchas en el Escambray, llegan a este punto de la geografía trinitaria, ávidos por conocer detalles de la vida y obra de un hijo raigal de la tercera villa de Cuba a través del sitio, convertido desde el 6 de diciembre de 1985 en la Casa Museo Alberto Delgado.

Luego de recibir un mantenimiento integral valorado en más de 75 000 pesos en moneda nacional, el último domicilio de El Hombre de Mansinicú recupera elementos originales de su construcción como el modelo de tejas planas pues “el cotejo de imágenes, la consulta documental y las entrevistas a expertos llevó al equipo técnico del Museo Nacional de la Lucha Contra Bandidos, institución a la cual se subordina el centro, a concluir que la teja criolla, colocada a raíz de una intervención realizada hace más de dos décadas, no fue la tipología empleada en la construcción original. De ahí que el rescate de este elemento figure como uno de los principales logros del proceso de rehabilitación”, detalla Yara Aróstica Zulbarán, al frente de la institución.

También renació de sus cenizas el llamado camino del río; una explanada nacida desde un costado de la casa hasta las inmediaciones del Guaurabo, considerada el sendero histórico por donde se trasladó el cadáver del revolucionario. Ello, unido a las labores de resane y pintura de paredes, así como la contribución del Proyecto de Desarrollo Local para las Artes Visuales con la suma de 1 500 CUC para un nuevo montaje de las piezas museables, dotan al espacio de un esplendor sin precedentes, según afirman quienes lo custodian desde la fundación misma.

Más allá de paneles, pancartas y fotografías, sobresalen también las acciones para erradicar de muebles, faroles y demás pertenencias del luchador trinitario los desmanes provocados por la humedad y otros factores medio ambientales; tarea asumida por el Equipo de Restauración de Patrimonio, suerte de gremio de sanadores del pasado, integrado por jóvenes egresados de la extinta Academia de Artes Plásticas y la Escuela de Oficios de Trinidad, cuyo ejercicio resultó vital para asegurar la perdurabilidad de las piezas exhibidas, según precisa Gilberto Benítez Iborra, director del equipo.

Por su parte, los miembros de la Dirección Municipal de Cultura trazan estrategias para fortalecer los nexos entre la Casa Museo con instituciones educacionales del terruño. Al respecto, Misael Ruiz, director de la Unidad de Apoyo, explicó que “junto al Monumento Alberto Delgado, se pretende crear un complejo histórico integral para complementar los valores de ambos sitios,  difundir en las nuevas generaciones el legado de la figura de Alberto Delgado en la historia local e incentivar en el turismo el acercamiento a estos sucesos esenciales del proceso revolucionario cubano”.

Custodiada por las montañas, presidida por la bandera cubana, la finca donde habitara el agente encubierto de la Seguridad del Estado conocido como “El enano”, parece un sitio atrapado en los recuerdos. Cada mañana la claridad se escurre entre las humildes ventanas para evocar la estancia de Alberto en el Ejército Rebelde, los días felices junto a Tomasa del Pino, su esposa, llevando en brazos a su hijo Albertico…

El espíritu de El Hombre de Mansinicú deambula por los alrededores. Aquí está la medalla que evidencia su consagración a la Patria, la camilla donde tendieron su cadáver, la réplica de la canoa donde lo trasladaron para ahorcarlo, el árbol donde la vida le fue arrebatada, el guión de la película basada en su trayectoria, la camisa usada por Sergio Corrieri durante el rodaje del filme, entre otros capítulos personales.

Ante dichos símbolos, llega el silencio para rendir tributo, y resuenan en las conciencias los versos escritos por el trovador Silvio Rodríguez, reseñados en el umbral de la vivienda: “¡Oh, qué sensación/ no tener rostro al enfrentar la muerte, / correr la doble suerte/ de rastreadores y perseguidos,/ teniendo tanto de estrella escondido!/”.