Proyecto de reanimación en comunidades rurales y del Plan Turquino trinitario trae más de una respuesta a la gente de monte adentro
Los más viejos saben de sobra que hace algo más de 50 años San Pedro no era nada; todo de barro, no existía carretera y cualquiera se moría porque no había por dónde salir y quienes no encontraban en la caña un jornal para la familia conocían muy bien el hambre.
El alivio llegó después de la memorable visita de Fidel el 11 de febrero de 1971, cuando el caserío comenzó a cambiar y los pobladores pudieron disponer de mejoras en todos los servicios, vial de acceso y hasta un restaurante.
La estrategia de reanimación de comunidades rurales y del Plan Turquino que hoy llevan a cabo las direcciones del Gobierno y del Partido en la provincia, con el auspicio de entidades y organismos aterrizó días atrás en San Pedro, la comunidad trinitaria con planteamientos que sumaban décadas y una historia de carrencias que va encontrando respuestas.
SAN PEDRO SALE DEL BACHE
Hace alrededor de un mes San Pedro sufrió un movimiento telúrico que sacudió los cimientos del poblado y sacó del letargo a una población que hizo suyo el arreglo del vial y del entorno. “Esto estaba feo. Aquí no venía nadie hasta que empezaron los recorridos por parte del Gobierno y los delegados, que solo así podían tocar los problemas con la mano. Y na’, se trabajó tanto y se involucró todo el mundo. Se pintó hasta el cementerio”, asegura Ubesnel Jiménez, secretario del núcleo zonal de la comunidad.
Barreta en mano, los pobladores se involucraron en una movilización popular sin precedentes que resultó vital para ahondar en los baches, limpiar la carretera y reparar, después de más de un lustro sin recibir ninguna acción constructiva, los 12 kilómetros que conducen al poblado, y constituye también el acceso a Palmarito.
“La reanimación vino como anillo al dedo, nos favorecimos hasta con el transporte porque antes la guagua daba un viaje por la mañana y otro por la tarde, ahora son tres frecuencias y se puso una ruta hacia Palmarito. Lo único malo es que dijeron que el reforzamiento alimentario con cárnicos y otros productos era una vez al mes y no han venido más, la atención no debe ser de un solo día”, apunta Esther Zulueta, trabajadora de Comunales, al tiempo que recoge las hojas secas dispersas por el remozado parque.
De acuerdo con las explicaciones de Juan Carlos Guerra Dartayet, vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial, la reanimación es parte de un proyecto donde las entidades intencionen cada acción en esos lugares en aras de solucionar problemas que son vitales para la población.
“Además del Consejo Popular San Pedro, se han reanimado los asentamientos de El Algarrobo y Condado y se extenderá a otros en los diferentes municipios. Habitualmente en algunos lugares se realizan los Sábados Serranos, donde se potencian diferentes servicios, entre ellos la atención médica, el deporte, la cultura y la gastronomía, entre otros, pero con los recursos de cada municipio. En esto Trinidad se había quedado rezagada, tenía una situación crítica, de modo que organismos y entidades buscaron expandir sus acciones a fin de dar solución a muchos de los problemas de quienes viven en esas zonas intrincadas. Es algo sin precedentes y se va realizar en toda la provincia porque dio resultado y logró involucrar a barrios enteros.
“El objetivo es que, por ejemplo, Acueducto busque soluciones inmediatas para aliviar el abasto de agua en los asentamientos más críticos y que Comercio y Gastronomía mejoren los abastecimientos para que lleguen con más sistematicidad hacia esos lugares tan alejados de las cabeceras municipales. Las principales acciones han estado centradas en Salud, organismo que ha reparado la totalidad de los Consultorios del Médico de la Familia (CMF) de la zona con cambio de carpintería, resane, sustitución de mobiliario y pintura”, apuntó el directivo.
SOPLOS EN LA MONTAÑA
Para Juan Gualberto Bombino Iznaga, un combatiente de la vieja guardia, aquel pequeño rincón metido casi en la montaña lo es todo; por eso pasó casi 15 días sin poner los pies en la tierra, aunque a nadie le pareció extraño verlo, como siempre, involucrado en cada acontecimiento y meterse de lleno en el revuelo laboral y de embellecimiento que cambió la cara de Condado.
“Nos dieron dos semanas para reanimar todo el Consejo y junto a las empresas y organismos movilizamos al pueblo. El trabajo fue tan intenso que en ese lapso se resolvieron 53 planteamientos, entre ellos el rescate del cabaré y del Círculo Social, este último un reclamo que duraba 23 años. Lo mismo sucedió con el arreglo del parque que, aunque estuvo pendiente por más de tres lustros, ahora quedó mejor con luminarias y nuevos bancos. De igual manera se pintaron 68 centros de trabajo y 47 viviendas y recibieron el beneficio de la rehabilitación todas las aceras del poblado y los ocho CMF.
“Quedan asuntos por resolver y por ahora no hay solución para remediar el problema más viejo que tiene Condado: la falta de un acueducto. Sin embargo, en esta ocasión tuvimos una respuesta convincente sobre el abasto de agua ya que se incrementó la cuota de combustible a fin de duplicar el tiro del líquido en pipas”, precisó Arnaldo Fonseca, pesidente del Consejo Popular.
En El Algarrobo el gran árbol que simboliza el poblado también fue testigo de un renacimiento que, al decir de María Medina Montalbán, una de sus pobladoras, no olvidó ni las tuberías de agua. “Se ve un ambiente diferente, fue como un estímulo que nos motivó. Fíjate que aquí los muchachos no jugaban béisbol y desde el mismo día que se terminó el terreno y llegaron los guantes y pelotas todas las tardes se forma un ‘pitén’. Lo mismo se hizo en Seibabo, Polo Viejo, Manuel Ascunce y Limones Cantero”.
Lejos de la vida citadina soplan nuevos aires; por estos días una gran parte de los campos y la serranía trinitaria se sacude del polvo de la inercia ante un revuelo popular que próximamente se extenderá a Pitajones, las comunidades 21, 22, 23 y Los Cocos.
Muchos por allá están conscientes de la falta de iniciativas en el trabajo comunitario, de que no hay que esperar por los organismos provinciales para cubrir necesidades solubles desde los propios municipios; también saben que dos semanas no son suficientes para revertir problemas con años a cuestas, y todos coinciden en que el proyecto puede extenderse incluso a las ciudades y que, por el bien de las comunidades, debe ser para quedarse.
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