Los Gallos en el Triángulo de las Bermudas

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Cuando la Serie 55 rebasa la mitad del calendario se impone un repaso a los Gallos, que por estos días han entrado en el Triángulo de las Bermudas, sitio célebre por las misteriosas desapariciones de barcos y aviones y que en este mar beisbolero puede decidir la suerte de la nave espirituana.

Me explico. En uno de los puntos del “equilátero”, los espirituanos enfrentaron a Matanzas y una especie de torbellino se los tragó en la primera barrida que sufren en la campaña. El otro punto los tiene en Ciego de Ávila, líder de la tabla y cierran el triángulo de los enfrentamientos peligrosos de vuelta a casa de lunes a miércoles frente a Industriales, otro de los punteros.

 

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El pronóstico lo dio un aficionado: si los Gallos logran pasar esa complicada geometría, casi deciden su suerte, algo que tampoco es tan aritmético en este “dale al que no te dio”, donde un equipo barrido aplica la escoba en el próximo cotejo, pero sin duda puede marcar rumbos cuando entonces falte solo un tercio a la campaña.

La oleada ante los Cocodrilos los estremeció al punto de ceder hasta el borde de la zona de clasificación, mientras los visitantes se sacudían de dos escobazos en línea y del lugar doce en que llegaron a estos predios ya cercan la franja de los ocho primeros.

El pitcheo yayabero no soportó la embestida yumurina, que sin sus grandes toleteros de unos años fabricó 24 carreras y conectó 36 indiscutibles, ocho de ellos cuadrangulares, incluidos siete que decretaron el nocaut en el partido “manigüero” del estadio Mártires de Cabaiguán. Tampoco el bateo nuestro pudo ante un staff matancero que llegó aquí con casi cinco limpias permitidas, pero redujo a seis las carreras y a 20 los hits, con el auxilio de las dos mejores cartas del box yumurino.

Pero apartémonos del escobazo, definido por un cierre intempestivo y cuestionable por oscuridad en el tercer juego en el Huelga, que concluyó con la expulsión del mánager espirituano. A menos de la mitad de la fase regular, los Gallos se mantienen “en zona”, gracias, en buena medida, a que aprovecharon bien el favorable inicio de campaña cuando enfrentaron a varios elencos de los más débiles del campeonato, pese al tropezón vs. Mayabeque.

El desempeño ha sido favorable si tenemos en cuenta que no contaron con su líder de pitcheo Ismel Jiménez. A pesar de los dos nocauts recibidos en sus seis últimas salidas, ese cuerpo logró mantenerse por debajo de la media de la serie en Promedio de Carreras Limpias con 3.68, aunque con un 284 de bateo contrario, el tercero más alto de la campaña. El saldo tiene cuños: Yuen Socarrás, quien lideraba los lanzadores del país en promedio de limpias y ponches, el zurdo Yamichel Pérez y el relevista Yankiel Mauri. Los dos primeros acumulaban más de la mitad de las victorias y el segundo había preservado casi el 50 por ciento de esos triunfos.

Para aspirar a mayores empeños habrá que hilar con manos de malabarista al resto del staff. De los abridores se decantó a Javier Vázquez, inconstante en sus salidas, en tanto Aldo Conrado y Pedro Álvarez deben caminar un poco ya que los relevistas abren incógnitas, mucho más ahora con la baja de Yoanny Hernández por lesión, quien será sustituido por Ramón Zúñiga.

La defensa ha sido buena al promediar para 974, sin descontar que la tercera parte de los errores son del tercera base Luis Dariel Serrano. De ahí que me resulte contradictorio el alta de Javier Valdivia por Yandiel Zayas, quien se ausentó del equipo. Más que un refuerzo defensivo, el equipo precisa de un hombre capaz de sacar de apuros con el madero, pues hasta hoy, aunque Mario Zulueta ha puesto a todo el mundo para mantenerlos activos, nuestros emergentes son los peores de la lid con un hit en 17 turnos y 059 de promedio. Con un cambio aquí y otro allá, el róster regular se ha nutrido en más del 70 por ciento de los hombres más experimentados que llevan el peso en los 274 de ofensiva, un promedio que en los últimos partidos cedió en más de 10 puntos.

Resaltan también las opciones para fabricar carreras con el toque de bola, por ejemplo. Sancti Spíritus lideraba ese departamento con 25, aunque el corrido de bases ha tenido sus deudas y en el robo de bases se ubican en el lugar 13 con solo cinco estafas en 11 intentos.

En la ofensiva casi todos los regulares superan los 300 con el peso de las impulsadas en Eriel Sánchez y Liván Monteagudo, aunque de manera general se ha repartido entre todos. Destaque para Daviel Gómez, eficiente como primer madero y explosivo en los corridos.

Así, el saldo de la primera parte dejó a los Gallos con derecho a “examen de ingreso” a la fase “universitaria” de la serie. Mas, ahora que los bates comienzan a pesar y la preparación suele validar o no la certeza de su diseño, urge calibrar la proa. Eso es: seguir casi adivinando quién podrá abrir bien hoy en un staff donde Yanioski Duardo puede dar una lechada y mañana explotar de manera ruidosa, o no se sabe bien a quién llamar para sofocar rebeliones. También tratar de utilizar a Osvaldo Santiago, Yasmani Robert y Camilo Tamayo, aunque sea en partidos holgados, para que justifiquen su presencia en el conjunto, pues entre los tres apenas suman seis y dos tercios de entradas.

Tendrá Zulueta que seguir apelando a sus sembrados si el “dar juego” no le responde. También procurar que en el banco y en el terreno se mantengan activos, aun en medio de las derrotas. En ese adormecimiento, cuando el marcador comienza a caerles encima, pueden aparecer los enemigos que quieren ahuyentar.

Cuando los Gallos salgan del Triángulo de las Bermudas no le esperan aguas menos turbulentas. Todos los elencos que le restan por enfrentar están en la lucha por la clasificación, sin descontar que ya la lluvia impuso una especie de posjuego con varios partidos pendientes que deben jugarse al final.

Lo más importante será que, dentro y fuera del área de ese equilátero, se pueda sostener el timón para mantener el equilibrio mostrado hasta hoy, pues, incluso en medio de los azotes de la rivalidad y la guerra por las posiciones, los Gallos están en pelea.