Guajiros de una parte de la serranía fomentense disfrutan los beneficios del programa de reanimación en comunidades.
Avalancha constructiva en comunidades espirituanas (+fotos)
Reanimación en comunidades espirituanas (+ fotos)
Tres días antes de la feria que los desperezaría de cierta modorra, los signos de interrogación aún rondaban a los vecinos. Como única certidumbre, su mala suerte, y no era para menos: por Sopimpa, Consejo Popular de la serranía fomentense enclavado a 18 kilómetros de la cabecera municipal, como regla no pasan ni las aves en vuelo. El festejo popular con el que debían sellarse las labores que durante semanas involucraron a muchos de sus habitantes estaba fijado para el domingo 30 de agosto, pero la lluvia lo frustró.
Sin embargo, esta vez las cosas desembocaron en un resultado distinto, palpable lo mismo en el minirrestaurante El Turquinito, cuyo apócope —mini— anda de boca en boca debido a la buena calidad del servicio allí, que en la escuela primaria Juan Abrantes Fernández, donde la carpintería de aluminio en puertas y ventanas, unido a la pintura del local, borró la imagen desvencijada de antes. Vale apuntar que el colegio nunca ha dejado de ser, aun con altas y bajas, el centro cultural más importante de la comunidad en que se convirtió desde aquellos años inciertos de pleno período especial.
Lejos quedaron los tiempos en que el lugar nacía con el chalet de un propietario en un punto y algunas casas en el otro, varias curvas elevadas más alante, donde al triunfo de la Revolución fue erigido un hospital. Tras darles nombre a las dos Sopimpa, los asentamientos fueron rodeándose de caseríos que poco a poco resultaron fundidos en la estructura de gobierno ahora capitaneada por Roberto Cobas Aliaga, un negro camagüeyano asentado allí en 1976, quien desde el año 2001 ha empatado casi todos los mandatos como delegado de circunscripción y hoy dirige el Consejo Popular.
“Anote ahí”, repite Cobas una y otra vez, mientras prodiga datos que denotan la prosperidad del lomerío donde Berta Vera, residente en el hogar destinado al teléfono público, ha vivido la mayor parte de sus 78 años. Incluso toca la agenda con su índice, para que los números reflejen exactamente lo que a su juicio es noticia en aquellos parajes: un resurgir de servicios y comodidades que, si bien no lo son todo, constituyen motivos de tranquilidad para los más de 1 900 habitantes.
La panadería con modernos hornos eléctricos, la farmacia, varias unidades de producción agropecuaria especializadas en renglones como el café, tabaco, viandas y leche; el centro comercial multipropósito y un Círculo Social Obrero, recién acogido al arrendamiento, conforman la infraestructura de esa especie de poblado alineado a orillas del camino, que conduce primero a Manacal y luego a Méyer, ya en territorio del municipio de Trinidad.
Pero la relación no estaría completa si no se mencionara el Consultorio Médico Extendido (así se le llama ahora al antiguo hospital) como edificación más majestuosa, donde Filando Rosa, un humilde campesino, recibía tratamiento, bajo ingreso, por una otitis. Luego del reconocimiento al enfermo, la doctora Yanet Torres, quien cubre las guardias desde las 4:00 p.m. y hasta el amanecer, explicaba cuánto ha ganado la institución en toda esta “rebambaramba”: revestimiento con madera del cuarto de Rayos X para el reinicio del servicio, colocación de nuevas llaves de agua, tomacorrientes, luces, planta para la comunicación en situaciones de desastre y mobiliario tanto clínico como no clínico.
Casi todos los objetivos socioeconómicos, incluidos los de Sierra Alta, Alfonso, Corina, Manacal y La Bija, recibieron algún beneficio a propósito del movimiento constructivo, cuyo rostro más visible el día de la visita de Escambray era el arreglo del camino.
MEMORIAS DE UN ACUEDUCTO
Curiosamente, todos hablan del beneplácito que representó la construcción de un acueducto para Sopimpa, pero nadie atina a fijar la fecha exacta del suceso, como si evadieran el recuerdo de la penuria que obligaba a las amas de casa a amanecer en filas, con cubos, al pie de la loma más cercana.
Sin embargo, el privilegio no alcanza a todos, aclara Cobas, pues en Sopimpa Chalet y Sierra Alta continúan dependiendo de las pipas. “Esta agua luego nos va a hacer falta”, comenta contrariado Pedro Amador, un lugareño sexagenario que alerta sobre el constante vertimiento del líquido siempre que el tanque se repleta.
Entonces aflora la historia de cuando Carol Bellamy, directora ejecutiva del Fondo para la Infancia de Naciones Unidas (Unicef) entre 1995 y 2005, aterrizó en un helicóptero en la explanada, que allí llaman estadio, a fin de sopesar los logros en ese asentamiento del programa internacional Para la Vida, auspiciado por la organización. Algunos piensan que la alta directiva fue enviada por Dios para procurarles el agua, pero los más entendidos bien lo saben: la construcción de un pozo y la colocación del tanque elevado y de las correspondientes tuberías, a los que sucedería el servicio eléctrico poco más tarde, fueron el fruto de la gestión de los líderes comunitarios y contaron con el esfuerzo de los propios vecinos; aunque, ciertamente, la Unicef fungió como contraparte y contribuyó de manera decisiva a la hora del financiamiento.
Sopimpa es ahora el más reciente Consejo Popular beneficiado con el movimiento de reanimación iniciado a comienzos de 2015, que ya incluye a cerca de 80 comunidades de la provincia. Por sus lomas quedó el regusto de las actividades desarrolladas el pasado domingo, cuando los humildes moradores de aquellos recónditos lugares disfrutaron de ventas y servicios raras veces vistos allí, se fundieron con el personal de las empresas suministradoras y recibieron la visita de las máximas autoridades políticas y gubernamentales de Sancti Spíritus.
Quizás por ese toque mágico del lugar, al que han subido también otros visitantes extranjeros, Berta Vera se niega a abandonar Sopimpa. Su corazón de vez en vez le habla de añoranza por el pueblo, pero termina quedándose, para contar la historia a los recién llegados.
Muy bueno todo. Una duda: Se contempla en estas mejorias alguna «manita de gato» al terreno de pelota?? Recuerden que el beisbol es parte de la idiosincracia del cubano y en estos campos (en uno de ellos naci,me crie y vivi hasta los 23) esa es el pasatiempo fundamental de los chamacos que los mantiene sanos y entretenidos en un ambiente pulcro.