“Te voy a decir algo sin que pongas allí mi nombre”, me espetó el hombre cuando me vio cerca de la bodega de una barriada del centro de la ciudad cabecera, agenda en mano. “Yo llevo dos años en este trabajo, tengo unos cuantos clientes y, la verdad, si viene el pollo, marco y compro cuando me toque la cola”. ¿Que cuánto pago de impuesto a la ONAT? Nada, ni nadie me lo ha reclamado nunca, ni a mí, ni a muchos como yo”.
Uno de los primeros oficios buscados por quienes apuestan entre las nuevas formas de gestión es el de mensajero, o sea, la persona que le hace a usted la compra en la bodega y se la lleva hasta la puerta de la casa; alguien que siempre ha existido, incluso antes de que, en el año 2010, fueran publicadas una serie de normativas que permitieron la expansión del trabajo por cuenta propia.
Mario Luis Bernal ejerce ese oficio para 20 familias, por lo que percibe 1 000 pesos al mes, o lo que es lo mismo, un salario superior a la media nacional que, si bien no basta para cubrir excesos ni todo lo necesario, permite despejar la economía de cualquier persona.
“Pero yo soy ‘pesetera’ porque les hago los mandados a 10 personas y solo les llevo la leche, el yogur y los cárnicos, son 300 pesos al mes, ¿qué voy a tributar?”, alega Rosa Enríquez desde el reparto 26 de Julio.
Por un lado está el anarquismo que reina en muchos de los establecimientos comerciales y, a juzgar por el bulto de libretas de abastecimiento que casi todos llevan en la mano, se infiere que, con una sola persona usted tiene una gran cola delante.
Desde las unidades espirituanas se alzan las voces de los bodegueros, unas pocas para revelar la disciplina de algunas de esas figuras y otras despotrican de quienes llevan el caos a las unidades del Comercio y alegan con razón que “eso se pone bueno a inicios de mes con la venta de la cuota normada”. Ninguno se percata de cuál es su responsabilidad, ni del irrespeto al resto de los clientes cuando despacha tanta mercancía a una sola persona y, si no, intente comprar el pollo por pescado después de las cinco de la tarde.
Todo parece indicar que en materia de reglas no hay mucho escrito, aunque, según los directivos del sector en la provincia, sí existe un documento emitido por el Ministerio de Comercio Interior, el cual no ha perdido vigencia, donde se aclara que los mensajeros no pueden interferir a los clientes y deben esperar antes o después del horario de atención a la población, o cuando no haya usuarios.
No todo es anarquía porque muchos sí cumplen lo reglamentado, y compran en su horario, pero corren otros tiempos que en nada se parecen a los de hace 30 años, cuando la mercancía venía preempacada y no a granel, o todavía existían los antológicos cartuchos. Toda vez que el Grupo Empresarial de Comercio tiene facultades para modificar algunas cosas establecidas por regulaciones obsoletas, tal vez es hora de que se piense en una circular que pueda cambiar disposiciones ineficaces, especialmente en tiempos de cambios.
Por otro lado, nadie dice que sea malo ganarse los quilos decorosamente, sobre todo cuando les quita a muchos trabajadores de encima la pesada carga de hacer dos y tres colas, o caminar hasta la bodega a ver si llegó algo; el dinero en cuestión tampoco alcanza para enriquecerse, pero resulta que, como cualquier modalidad del empleo no estatal, no es por la libre; hay que declararse como tal y después acogerse a las regulaciones comerciales.
De acuerdo con datos de la Dirección Provincial de Trabajo, en Sancti Spíritus están registrados 719 mensajeros y, a su juicio, no existen violaciones del fisco en ese sentido. Pero tampoco están de espaldas a la realidad y admiten que no están todos los que son.
Por tradición, los cubanos tenemos poca cultura tributaria, pues en los últimos 54 años los impuestos no han existido para la mayoría, y al final continúa siendo algo ajeno a los ciudadanos, quienes o se desentienden o los evaden, e incluso están los que desconocen que violan lo que está legislado, actitud aceptada por la mayoría de la población.
Las indagaciones indican que muchos de los que se dedican a este oficio ni siquiera han pensado en erogar parte de lo que perciben, y ejercen la mensajería de manera ilegal, algo que según el criterio de Lianet Ruiz Mesa, especialista de Atención al Contribuyente en la ONAT Provincial, deben enfrentar las Direcciones de Control y Supervisión y el resto de los organismos de inspección.
Los mensajeros siguen siendo importantes para las familias espirituanas. Lo que no debe suceder es que actúen por su cuenta y desconozcan, por ignorancia o conveniencia, regulaciones que establece la ley.
Por que le importa que estas personas se ganen sus vidad como les de la gana. Si van a la ONAT la mitad de lo que les pagan lo dejan en la Oficina la vida esta dura pues los precios cada vez mas elevados y el primero que los tiene elevados no se el revendedor que tiene que hacerlo pues paga a la ONAT un percio elevado y tiene que quedarle algo para mantener a sus hijos.
Siempre la soga rompe por el lado mas debil y casi siempre son los trabajadores por su cuenta.Es que acaso no existen infinidad de empresas y organismos del estado que solo dan perdidas y malos servicios y siguen funcionando? a cambio del pago de sus impuesto que le brinda el estado a los empleados privados?.Seria interesante un articulo sobre las TRD,sus practicas monopolistas,sus precios abusivos , sus descomunales margenes de ganancia y la mercancia de pesima calidad que venden al publico sin que estos tengan la opcion de adquirirlos en otro lugar.