A pesar de la riqueza antológica de tantas composiciones e interpretaciones nacidas en esta tierra, la discografía del territorio resulta exigua
La música espirituana se escucha huérfana. Resulta desconocida en buena parte del mundo, de Cuba e, irónicamente, hasta dentro de las propias comarcas del Yayabo. Ausencias y distorsiones tanto en su comercialización como en la promoción lastran el patrimonio innegable de los acordes y ritmos nacidos en esta región. Composiciones e interpretaciones antológicas de la trova y otras tendencias también valiosas permanecen sin suerte en el catálogo del olvido.
En la cadena de ausencias la discografía se enlaza como un eslabón perdido: ¿por qué actualmente resulta tan infortunada la producción de discos aquí, a pesar de poseer un tesoro musical nacionalmente reconocido?, ¿los artistas de antaño corrieron igual suerte que los de hoy?, ¿cómo argumentar que durante años la Empresa de la Música no consiga grabar su elenco de excelencia mientras proyectos individuales reciben luz verde para ello? Escambray echa a andar el gramófono.
ALTIBAJOS DESDE LOS ORÍGENES
Los anales de la discografía universal se remontan a los finales del siglo XIX, cuando Thomas Alva Edison inventó el gramófono que utilizaba los cilindros de cera. Desde entonces, una evolución vertiginosa los convirtió en vidrio, zinc, plástico, vinilo hasta los compactos de la actualidad, en una industria que algunos especialistas consideran entre las más lucrativas a nivel mundial.
En su texto Presencia espirituana en la fonografía musical cubana, el investigador Gaspar Marrero apunta que los promotores discográficos se interesaron desde siempre por Cuba y no pocos artistas espirituanos aparecen incluidos en las grabaciones de esta naturaleza.
El libro desempolva algunas sorpresas: el primer músico en acceder al disco comercial, allá por 1913, resultó el hoy olvidado trovador Tata Villegas; la canción Flor espirituana, de Miguel Companioni, se convirtió en la primera pieza del Yayabo reproducida en placas; el hermoso tema Mujer perjura se grabó cinco años antes que la emblemática Pensamiento y cuenta con más versiones discográficas que el himno del Yayabo.
Además, la investigación descubre que, aunque las viejas grabaciones conservan el legado de algunos trovadores legendarios como Teofilito, Companioni o Sigifredo Mora, quienes lograron franquear las puertas de las disqueras, muchos otros músicos —desconocidos hoy—, también consiguieron trascender en múltiples placas: el compositor Homero Jiménez y los trinitarios Felo Bergaza, Carlos Díaz, Félix Reina y Lorgio Ortiz, entre otros.
Aquí siempre ha impuesto murallas el fatalismo geográfico de no vivir en La Habana, donde invariablemente se han concretado las mayores posibilidades, incluso después de creada la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (Egrem), en 1964, la cual hasta la década del 90 no solo precisó sortear considerables limitaciones económicas, sino que centralizó toda esta producción con inmovilismo y falta de gestión por la inexistencia de competidores.
“La Egrem cambió la tendencia al priorizar lo cultural sobre lo comercial. A partir de los años 90 comienzan a introducirse las disqueras extranjeras por la necesidad de acceder al mercado internacional y en el país surgieron otros sellos como Bis Music, Colibrí, Abdala… El problema sigue siendo que hay que ir a La Habana, es raro que un promotor venga a escuchar talento aquí, por lo general los artistas interesados presentan un demo, han traído algunos con calidad para divulgar por la radio. Todo pasa por el factor económico”, concluye Gaspar Marrero.
Con ese criterio coincide el estudioso Juan Enrique Rodríguez Valle, quien argumenta además que la mayor parte de la música que se crea e interpreta por estas tierras no resulta comercial, sino tradicional, folclórica para un oyente más espiritual.
Escuchadores que, por cierto, constituyen rara avis en la actualidad, cuando impera la venta de copias piratas con selecciones de lamentables adjetivos; cuando los gustos se han distorsionado hasta lo infinito; cuando no existe un mercado discográfico porque las placas se venden en divisa a precios imposibles para la mayoría.
“Los primeros discos que promovimos fueron a través de la prestigiosa musicóloga María Teresa Linares, por los años 70. Salieron seis o siete, se grabaron en la Biblioteca e incluyeron algunos dúos, punto cubano y el Coro de Clave. Luego, cuando el 26 de julio, en 1986, se hizo otro lanzamiento con la Egrem, que grabó artistas reconocidos de Trinidad y Sancti Spíritus. Después han existido intentos, a veces con firmas extranjeras, pero todo ha sido muy disperso”, puntualiza Rodríguez Valle.
En el 2001 se creó en Sancti Spíritus el sello discográfico Pensamiento, como parte de una iniciativa del Instituto de la Música para varias provincias del país, que abortó casi al nacer con apenas la placa Yayabo se botó. Alfredo Castro, director musical de aquel sueño, lamenta que, por la falta de recursos y del apoyo previsto, la idea haya naufragado y luego cambiara la concepción promocional.
DEL BLOQUEO EXTERNO AL INTERNO
La microscópica discografía espirituana en tiempos recientes refleja el contexto nacional donde se repite un fenómeno contradictorio: según críticos y especialistas, Cuba resulta uno de los países latinoamericanos que más ritmos han aportado a la música (son, bolero, chachachá, parte de las raíces del jazz latino), sin embargo, a pesar del nivel de sus propuestas, de innumerables malabares comerciales y del moderno marketing, nuestra industria disquera no acaba de calar las plazas internacionales.
El pasado año, poco tiempo antes de morir, el maestro Juan Formell denunciaba el bloqueo que sufre la discografía cubana en los grandes mercados mundiales. No pocos músicos han buscado alternativas con estudios propios o productores independientes para hacer trascender el patrimonio sonoro de la isla en el mundo.
A José (Lalito) Cardoso, reconocido artista de la trova espirituana, lo contraría que su trío, D’ Gómez, solo cuente con cuatro discos, todos grabados en colectivo: “Nos pagaron algo por las grabaciones, pero por las ventas, prácticamente nada. También hemos hecho por gestión propia algunos demos para poner en la radio. No debían pasar por alto la promoción y preservación de toda la riqueza musical espirituana. El repertorio de antes y de ahora se va a perder. Los discos ayudarían a salvaguardarlo”.
Según los creadores encuestados por Escambray, la realización de una placa cuesta alrededor de 70 000 pesos y los productores no pocas veces priorizan las tendencias más comerciales. La realización alternativa tampoco da resultado a los dueños de esos estudios artesanales, por lo que muchos han cerrado.
¿Por qué la discografía ha navegado con tan poca suerte aquí?, indaga Escambray con Carlos Manuel Borroto, director del Septeto Juvenil y Presidente del Consejo Técnico Asesor de la Empresa de la Música.
“Hacer un disco tiene mucho que ver con la obra del artista, que tenga calidad, que se respete, pero también con el desempeño de la empresa y el Instituto de la Música. Por las carencias y dificultades, por no existir una proyección, se está fugando el patrimonio artístico y musical del país. Aquí no existe promoción, aunque no cuenten con presupuesto debían buscar otras opciones.
“Algunas provincias tienen menos talento y han logrado mejor resultado. Se han hecho algunos discos que no han salido por la empresa y eso debería consultarse, considerar los criterios técnicos porque un disco es como el libro para el escritor. Los pocos musicólogos que tenemos no se proyectan mucho, no escriben y otras personas, sin ser especialistas, han aprovechado ese filón”.
A pesar del producto cultural legítimo nacido y criado acá, Vitrales no pudo cuantificar una cifra exacta de la discografía espirituana de las últimas décadas, pues los empeños aparecen dispersos y muchas veces por gestiones de particulares, a cuentagotas, sin el espaldarazo de un proyecto sólido que los patrocine.
Carlo Figueroa, director artístico de vasta experiencia, aporta nuevos ingredientes a la desazón de los creadores al considerar que el espectro de Sancti Spíritus aparece reducido fundamentalmente a la trova, no existen orquestas de jazz o de cámara, ni abundan los solistas, lo cual atenta contra la presencia acá de los productores.
“Además, muchos jóvenes instrumentistas se van después del servicio social. Aquí la agrupación más mediática es Ecos del Norte y eso resulta lamentable. Si no se promueve el talento, si no van a la televisión nacional, nadie los conoce. La Empresa de la Música cuenta con un catálogo de excelencia y no lo comercializa. Alguien tiene que presentar maquetas, hacer propuestas, insistir. A nadie le interesa. No existe estrategia ni política institucional para esto”.
CONTROVERSIA SIN PIE FORZADO
En Trinidad, por su matrimonio con el desarrollo turístico, la música ha encontrado mejores cauces para la grabación discográfica. En particular Artex y su casa disquera Bis Music ha concretado importantes proyectos. Además, algunos artistas que radican en el extranjero, como Carlitos Irarragorri y Pepito López, recién han terminado placas de notable vuelo con creadores invitados de la villa.
En sus últimos días, el respetado trovador Pedrito González recordaba a Escambray que la Egrem, a inicios de siglo, ofreció alguna oportunidad a este universo creador en aras de su comercialización para el turismo, sin embargo, la idea se desarrolló en maratón y sin condiciones técnicas, con un resultado funesto de calidad.
“Tengo un estudio, donde he grabado a muchos jóvenes para promoverlos e hice las 15 obras por el 500 aniversario, pero lo cerré por la humedad y porque es incosteable. Ni la Empresa de la Música, ni el sello Colibrí, que pertenece al Instituto, se han preocupado por eso, no han hecho nada y ya llevo una vida aquí”. Una vida que lamentablemente se apagó antes de que se hiciera total justicia discográfica con su obra.
Con el criterio del trovador concuerda Juan Hernández, director del septeto espirituano, una de los más emblemáticos conjuntos del patrimonio local, quien recuerda sus esperanzas cuando se abrió el estudio Eusebio Delfín, en Cienfuegos, supuestamente para las agrupaciones de la región, “pero solo ha sido para esa provincia y La Habana. Creo que es responsabilidad de la Empresa de la Música y de Cultura dejar que las disqueras actúen por su cuenta y no defender el patrimonio”.
La propia Empresa de la Música reconoce las dificultades para promover y establecer los nexos con las casas disqueras, que no pocas veces fluyen mejor a partir de las relaciones personales de los músicos, pero que luego involucran a la entidad para el pago del transporte, el alojamiento, entre otros gastos. Por cierto, los fondos provienen del aporte de los propios creadores y resultan exiguos.
“Todos los discos debían pactarse a través de nuestra gestión porque somos los representantes de los artistas, pero no está ocurriendo así. No entiendo por qué Colibrí, que pertenece a nuestro Instituto y conoce los mecanismos, está haciendo trámites con personas ajenas. Para el 500 aniversario propusimos varios discos y no salió ninguno por esta empresa; sin embargo, empezaron a aparecer otros que no tenían que ver con nosotros”, revela Ángel Luis Chongo, subdirector técnico.
Pero todos los músicos cuestionan las gestiones de la empresa, ¿consideran suficientes sus acciones de promoción?
“Nada es suficiente, pero sí se hacen gestiones, aunque a veces los músicos las desconozcan. Dentro de la estrategia de comunicación planificamos que algunas agrupaciones visitaran los medios y a la mayoría no les interesó ir a los programas, les coincidía con el trabajo o presentaban otras excusas. El año pasado algunos tríos estuvieron en programas nacionales. Se hace difícil por la distancia y el transporte”, opina Ognián Olivera, hasta hace poco el especialista en comunicación de la entidad cuestionada.
Mientras, Ángel Luis Chongo agrega: “No tenemos para promocionarlos a todos de una vez. El desempeño pusiera ser superior si Colibrí contara con nosotros, mantienen una representante aquí que no tiene que ver con la empresa y cuando se pidió una explicación todo quedó en nebulosa. Se violaron las estructuras, las estrategias. Nadie tiene fuerza legal para hacer audiciones a las agrupaciones de este catálogo, si no somos nosotros o el Instituto”.
¿Y esos discos que salen “por la izquierda” no constituyen el resultado de la inercia de esta empresa en la gestión discográfica durante mucho tiempo?
“No lo creo, es más fácil darle la vuelta a un muro que saltarlo. A algunos les gusta lo fácil, lo lucrativo. Eso sienta un mal precedente contra esta empresa porque queda como que no hacemos nada”, refutan a dos voces los representantes interpelados.
Independientemente de la querella alrededor del cauce tomado por las últimas grabaciones de música tradicional espirituana, este suplemento también prestó oídos a la joven Saily Alba, profesora de la Universidad de Sancti Spíritus, quien grabó un disco de la Parranda Típica Espirituana y otro del Coro de Clave, ambos en proceso de masterización. Además, en la actualidad gestiona otras placas con la Oficina de Patrimonio de la Unesco.
¿Cómo surgió su vínculo con Colibrí si usted no pertenece a la Empresa de la Música?
“Hice un estudio sobre la Parranda teniendo en cuenta su tradición de 90 años ininterrumpidos sin perder la esencia de sus creadores, los Hermanos Sobrino. Busqué en varias casas discográficas y muchas se interesaron, pero demoraban porque se necesitaban fondos que no teníamos o por otras razones. Después entregué otro del Coro de Clave y lo aceptaron al momento.
“El proceso es trabajoso porque faltan recursos, pero para llegar a una casa discográfica y que te aprueben no tienes que trabajar en la empresa ni en Patrimonio, solo presentar un estudio serio y fundamentado que busque proteger nuestra riqueza musical. Yo me presenté porque eso me apasiona, la música más linda de Cuba está aquí y creo que es importante resguardarla”.
¿Por qué considera que aceptaron sus proyectos y no los de la Empresa de la Música?
“En las disqueras me dijeron que Sancti Spíritus nunca traía nada. No tuve competencia, me han acogido y aplaudido porque les interesa guardar ese bello patrimonio musical. Creo que la cuerda se traba en que esa música no llega allá. Me he ganado muchos enemigos y aquí nunca nadie había hecho libros, proyectos y si los habían hecho en Colibrí están mintiendo porque en ese estudio y en Bis Music me dijeron que no les entraba nada”.
El Departamento de Patrimonio de la Empresa de la Música atestigua el envío de múltiples propuestas que no han recibido respuesta porque “los mecanismos son diabólicos y solo tienen fortuna los proyectos de la capital, aunque a veces también somos un poco provincianos y no pensamos más allá”.
Aquí dicen que envían y allá que no llegan. En ese rompecabezas, con tira y encoge incluido, evidentemente se desperdicia la música espirituana. Los especialitas apuntan la falta de idoneidad del personal encargado de la promoción, una arista indispensable en las avenidas del arte.
¿Qué opinión tiene sobre estas iniciativas particulares en función de la discografía: defensor o detractor?, sondea también Escambray a Alfredo Castro, presidente de la Filial de Música de la Uneac y toda una institución en este campo.
“No debían existir los detractores, todos deberíamos agradecer porque esa es la respuesta a la ineficiencia y la falta de responsabilidad de los que tienen en su objeto de trabajo realizar dicha tarea. Es la respuesta a la inutilidad institucional. Además, en este mundo existe un nivel de corrupción tremendo y nadie le pone coto”.
Soy una mujer con un hijo, que vivo de un salario que no alcanza, así que, observador, nadie lle va a creer que una persona hace tanto a tan alto costo por nada. Esa joven ha hecho lo que ha hecho por los discos. Está bien, se le reconoce, ¿pero que lo ha hecho desinteresadamente abandonanto los hijos, el hogar, renunciando? Todo tiene un costo, todo tiene una ganancia, y en esa relación, compañero, quien le cree que ella lo hizo por altruismo. No, no lo hizo, si realizó un trabajo y se le pagó, bienvenido sea la retribución, pero no fue por la cultura, fue por mejorar la comida de sus hijos, que es justo y lícito hasta cierto punto. Lo que Dios le dió, que San Pedro se lo bendiga.
Gaspar Marrero ha publicado «Los campeones del ritmo» con la editorial CIDMUC, también el de la Orquesta Aragón y el de Robertp Faz, con Letras Cubanas. Juan E. Rodríguez Valle publicó «El son yayaber» y «Música espirituana del siglo XIX» por el Museo Nacional de la Música. Quiero saber cuales son los libros publicados por Saily Alba en editoriales nacionales, y donde puedo hallarlos, porque los busco y no los encuentro. ¿Existen?
Sorprende que alguien como ese individuo que se hace llamar «el obervador» utilice las páginas de Escambray para envenenar a los lectores. ¿Cómo puede ser botada de la Uneac quien no es miembro de ella? ¿Cómo puede negar la obra de Gaspar Marrero, Juan E: Rodríguez Valle, Carlos Manuel Borroto, Juan Eduardo Bernal Echemendía, Katia Rojas y tantos investigadores serios? ¿Acaso ese observador conoce algo más allá de la cultura que su devoción por esa señora, que halló espacio en las páginas de Escambray para negar la historia musical espirituana? Creo que el observador primero ha de acercarse a un mínimo al concepto cultura para luego opinar. Felicidades a Ana y a El Pulso por sus acertados comentarios. El observador, si tanto afecto y compromiso tiene con la señora Alba, mejor hace silencio pues la única perjudicada es esa joven, Alba Alvárez, que intenta dar su aporte a la discografía a pesar de su precario conocimiento musical y sus lagunas musicográficas. Ahora, ¿quienes son esos cuadros que El observador denuncia y que no promuevan la armonía y si la discordia? Para ambigüedades no estamos, señor observador, lea el Granma de hoy, y le cito un fragmento: «Hay que dejar atrás los llamados en abstracto, las generalidades, y pasar a la denuncia concreta de variados hechos que tienen lugar hoy en la sociedad cubana. El papel de la crítica rigurosa a una promoción cultural colonizada es esencial en el presente.» Si no se atreve a denunciar nombres firmando la denuncia con el suyo, dedíquese a enviar anónimos.
Ojalá Pulso no sea un directivo relacionado con la música en Sancti Spiritus, porque esa filosofía esperar que las cosas caigan del cielo, o culpar a los demás del fracaso propio, es clásica en los perdedores. Por lo que he leído de este trabajo (más comentarios) les falta iniciativa allí. Mi recomendación es que no culpen más a otros ni ataquen al que está haciendo. Hagan proyectos bien fundamentados, preséntenlos a las disqueras, y luego no olviden dar seguimiento.
No sé sinceramente que nivel de observación científica tiene el «Observador»que dice y dice y miemntras más dice no dice nada, a no ser loas desde mi punto de vista innecesarias, cuando todo debía centrarse en ¿por qué las disqueras no hacen más tratabajos con los catálogos de la música y bajan más a las provincia donde se realiza verdaderamente el arte cubano, porque para mí la cultura cubana se creea en toda el área del territorio nacional, y ese si debe ser el verdadero sentido de cualquier discográfica, desde el punto de vista financiero para poder realizar discos se necesita un capital que no creo sinceramente que los Centros de la Música de ninguna provincia lo puedan tener, máxime cuando la palabra de orden hoy es el empleo de músico, que en SS está muy precario y depende más de los contratistas y empresariops que de los Centros, si esto funcionara como tiene que funcionar entonces no solo discos que es una minúscula parte del fenómeno de la promoción para una agrupación musical se pudieran realizar, tambien pudieramos soñar con otras acciones culturales que pusieran al músico y a la música espirituana en el lugar que merece. Los honores en materia de discos tambien los merecen Juan Enrique Rodrígues Valle que por años ha luchado para que Sancti Spíritus se visualice en el contexto nacinal e internacional y hay muchos ejemplos pero en aras de despertar en el «Observador» esta acción como herramienta científica, que investigue y aunque nunca fue, ni es suficiente si se han relizado grabaciones que perptúan la música espirituan. (buscar el libro de Gaspas Marrero Presencia espirituana en la fonografía musical espirituana)
Sin querer Ana está enalteciendo lo realizado por Saylí, y de paso subraya la ineficiencia del Centro de la Música en Sancti Spíritus. Según explica, en los últimos cuatro años esa entidad (que cuenta con recursos y muchos especialistas), apenas ha logrado canalizar tres discos. Sin embargo, una mujer de escaso tiempo libre (trabaja de profesora en la Universidad), con dos hijos (uno de ellos bebé), y que está obligada a usar el transporte público y gastar de su bolsillo para sus gestiones en La Habana, ha hecho más en menos tiempo. Cuando yo lo digo, la rencilla contra ella es tan enfermiza que a algunos se les trastoca el sentido común. Me pregunto qué mezquinos intereses personales está afectando, porque si alguien trabaja arduamente en la promoción y divulgación de nuestras tradiciones musicales, y además lo hace a través de instituciones del MINCULT, debería ser elogiado y no criticado. Elogios que deberían ser mucho mayores cuando vemos la ineficiencia de quienes tienen como objeto social esa tarea y solo ofrecen justificaciones. Pero bueno, Ana no solo decide criticar al que hace Saylí, y callar ante la inoperancia, sino que hasta se permite decirle a la periodista cómo debe entrevistar. Me pregunto si conoce cuáles son las características de un reportaje. Parece que no. En fin, ya sabemos lo que piensa Ana de Saylí, pero me gustaría saber qué piensa sobre lo dicho por Alfredo Castro sobre el tema de la corrupción. O lo dicho por Ognián y Chongo, que en esencia expresan que otros no deberían hacer nada para que no se vea que ellos no hacen nada. Por último, quiero decir que Saylí se refiere a sus libros publicados por editoras nacionales, no en la provincia. Creo que lo verdaderamente saludable para las instituciones culturales de acá es aplaudirla por haberse convertido en una investigadora de reconocimiento nacional. Honrar honra, dijo Martí.
A propósto de las palabras de Saily, creo que deberia ser un poco más seria a la hora de dar una opinión como la anterior y cito sus palabras ..” Me he ganado muchos enemigos y aquí nunca nadie había hecho libros, proyectos y si los habían hecho en Colibrí están mintiendo porque en ese estudio y en Bis Music me dijeron que no les entraba nada”..
Existe para bien de todos los espirituanos , investigaciones muy serias de varios autores reconocidos y que han sido publicados en forma de libros, ejemplo de ello son “ Música y músicos espirituanos del solo XIX”, y El son Yayabero”,de Juan E. Rodriguez Valle; Resonancia de la trova espirituana, de Juan E. Bernal, Armando Legón y Juan E. Rodriguez; el Diccionario de la trova espirituana, y Razones de una ciudad que canta, ambos de Juan E. Bernal. El Cancionero de la Música infantil, de Yasmine León, y Presencia espirituanan de la fonografía musical cubana. Vol I y II ,de Gaspar Marrero
La disquera Colibrí grabó el disco dedicado al 85 aniversario del Septeto Espirituano y otro al 35 aniversario del Septeto Juvenil, en 2012 y posteriormente a esa grabación, también la disquera Colibrí grabó un disco con trios espirituanos, el cual se encuentra en proceso de masterización. Tiene usted conocimiento de esto o es que nuestra prensa publica un comentario que en el mejor de los casos no hace honor a la verdad
Saludo este excelente reportaje de Mary Luz Borrego. Ciertamente, con Saylí Alba ya no hallan qué otras represalias tomar: denigrarla, botarla de la UNEAC, censurarle con tonterías un excelente texto al pasado coloquio de la cultura, etc. Es la mediocridad que lamentablemente se ha entronizado en la cultura espirituana. Una ulceración del espíritu que solo obra para poner obstáculos: castra cualquier iniciativa, se confabula contra la creatividad, y termina por cultivar la vileza hasta que consigue desmoronar las instituciones. La cultura espirituana está muy necesitada de inteligencia y sabiduría en su conducción. Cuadros que promuevan la armonía y no la discordia. Aprovecho también para saludar el talento y el tesón de Saylí.
Sinceramente es una pena que se pierda tanta riqueza que lleva en sí la música espirituana. A mi modo de ver sólo se lograría rescatar con la creación en la provincia de estudios de grabación con calidad y que logren cubrir las propuestas de grabar su música de cada artista del ramo, que por demás son muchos y con sobrada calidad…