Frente a casi un millón de fieles reunidos en el parque quiteño del Bicentenario, el Santo Padre, aseguró que la confianza es tan artesanal como la paz
El papa Francisco exhortó este martes en Quito a la comprensión mutua entre hermanos y aseguró que la conciencia nace de la falta de libertades, al recordar el Bicentenario de la Independencia de Hispanoamérica durante la misa campal en la capital de Ecuador.
En el mundo reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos, pero debemos insistir en la propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, construir puentes, estrechar lazos y ayudarnos mutuamente a llevar las cargas, reafirmó.
Imaginemos el susurro de la voz de Dios en la última cena, expresó el papa, y recordemos el bicentenario de aquel grito de Independencia de Hispanoamérica, nacido de la conciencia de la falta de libertades, de ser sometidos a las conveniencias de los poderosos de turno.
Frente a casi un millón de fieles reunidos en el parque quiteño del Bicentenario, el Santo Padre pidió rememorar ambos momentos y sentir que estamos todos juntos, alrededor de la mesa y somos el grito, clamor que nos impulsa a la unidad.
En la homilía, en la cual participaron el presidente Rafael Correa y el vicepresidente Jorge Glas, el Santo Padre mencionó los sufrimientos de Jesús, y comparó cómo a pesar de traiciones, la cabeza no se esconde ni lamenta, aún si vivimos en un mundo lacerado por guerras y violencia.
El Vicario de Cristo amplió que la necesidad de luchar por la inclusión a todos los niveles es vital para evitar el egoísmo y promover la comunicación y el diálogo.
La confianza es tan artesanal como la paz, es impensable que brille la unidad si en lo espiritual estamos en guerra entre nosotros mismos y en la búsqueda estéril de poder, placer o seguridad económica, aclaró.
Alegó que todo lo anterior es hecho a costillas de los más pobres, los excluidos e indefensos, quienes no pierden su dignidad pese a ser golpeados todos los días.
Sería superficial pensar que el odio afecta las tensiones entre países o grupos sociales, lo cual es manifestación del difuso individualismo que nos separa y enfrenta, y las consecuencias las sufren las sociedades, agregó.
Francisco puntualizó que precisamente a este mundo desafiante y egoísta, el ejemplo del hijo de Dios nos envía, y la respuesta no es hacernos los distraídos, sino aceptar la tarea encomendada de buscar la unidad.
A aquel grito de libertad prorrumpido hace más de 200 años no le faltó fuerza, pero la historia nos cuenta que fue contundente cuando se dejó de lado el afán de liderazgo, insistió.
Formemos una gran familia, en la cual nadie sea excluido, cuidándonos mutuamente, apoyándonos aún en los momentos más difíciles; seamos verdaderos hermanos, subrayó.
Defendió la necesidad de evangelizar por amor, inclusión y unidad, porque esa es nuestra revolución, porque nuestra fe siempre es revolucionaria, y es nuestro más profundo y constante grito.
El Obispo de Roma concluyó su mensaje con la petición de oración por la fraternidad en Ecuador, y exhortó a los reunidos en el Bicentenario a darse un beso de paz.
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