Casi desde el mismo triunfo revolucionario de enero de 1959 enemigos internos y externos de la Revolución con el apoyo y auspicio de EE. UU. hicieron de esta zona el centro neurálgico del bandidismo en Cuba
La historia de los primeros y vertiginosos años de la Revolución cubana recoge cómo, de forma compleja, con una urdimbre a veces espontánea, pero generalmente bajo la guía de planes muy bien estructurados y regidos desde territorio estadounidense, se desató en la isla el fenómeno del bandidismo.
Entre los incontables hilos de esta trama que devino macabra figuran factores históricos, sociales, territoriales, económicos, políticos y de otro tipo, entre los cuales también desempeñó su papel aquello que algunos llaman suerte.
Valga decir que la caída de los dos principales líderes del Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE), José Antonio Echeverría Bianchi, presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), y Carlos Gutiérrez Menoyo, el 13 de marzo de 1957 durante las acciones contra el Palacio Presidencial y la emisora Radio Reloj, determinarían en última instancia el curso futuro de los acontecimientos en las montañas del centro de Cuba.
Para más desgracia cayeron también ese día aciago hombres casi imprescindibles como Menelao Mora Morales, José Luis Gómez Wangüemert, y otros valiosos cuadros revolucionarios, a los que se sumarían semanas después Juan Pedro Carbó Serviá y Fructuoso Rodríguez, asesinados en el asalto policial a Humboldt 7.
Cuando bajo una terrible presión Faure Chomón Mediavilla logra reestructurar el DRE, ahora como Directorio Revolucionario 13 de Marzo y se opta por la lucha armada en los campos de la isla, una de las dificultades principales consistió en la escasez de cuadros fogueados y probados. Esa carencia de personal idóneo hizo que Chomón confiara a Eloy Gutiérrez Menoyo —quien capitalizó la gloria de su hermano muerto en combate— la tarea de organizar un frente guerrillero en el Escambray.
Pero había que estructurar el apoyo en la isla y en el exterior para el nuevo frente de lucha y poco después Faure se va a los EE. UU. a preparar una expedición, mientras el médico Humberto Castelló ultima detalles con líderes locales como Ramón González Coro en Santa Clara y Enrique Villegas en Sancti Spíritus, a fin de movilizar hombres y recursos hacia el lomerío escambraico.
SE GESTA LA TRAICIÓN
Lo que no sabían Chomón y sus principales colaboradores eran los contactos establecidos entre Menoyo y el expresidente Carlos Prío Socarrás, exiliado en EE.UU., que lo subordinaban a los planes e intereses de la llamada Organización Auténtica, cuyo centro radicaba en Miami. Además, en torno a Eloy se nuclearon aventureros como Armando Fleites, Jesús Carreras y otros, con mentalidad burguesa y grandes ansias de protagonismo y poder.
Estos individuos, agrupados en el llamado II Frente Nacional del Escambray, nombre escogido por la dirección del Directorio para el nuevo foco guerrillero en el centro de la isla, implantaron pronto métodos y procedimientos que nada tenían que ver con la línea de la Revolución y, en cambio, se asemejaban mucho a los utilizados por la Guardia Rural y los terratenientes bajo el régimen batistiano.
Esta camarilla se repartió el Escambray en sectores en los cuales empezó a cobrar gabelas a los campesinos, a apropiarse de cosechas, matar ganado, abusar de mujeres, sembrar el terror y a fusilar de forma arbitraria a los sospechosos y descontentos que venían a unirse a su tropa o tenían la mala suerte de cruzarse en su camino. De otro lado, aprovechándose de la burguesía rural de la zona y la ignorancia del campesinado, el II Frente sembró el caldo de cultivo para la traición a la línea y los postulados revolucionarios.
Cuando Faure Chomón arriba al Escambray procedente de EE. UU., el 25 de febrero de 1958, no tardan en brotar fricciones irreconciliables con la gente de Menoyo. Pronto se produciría el rompimiento, y a punto estuvo de surgir una guerra fratricida entre la usurpadora jefatura del II Frente y la Dirección Nacional del DR-13 de Marzo. Esta fue la situación que encontró el Che a su arribo a Guamuhaya, en octubre de 1958, y que, de momento, logró paliar.
ESCAMBRAY, CENTRO DE LA CONJURA
A partir del triunfo del primero de enero de 1959, los principales dirigentes del II Frente, que —luego de manifiesta inacción— se habían sumado en los últimos días de la tiranía batistiana a la liberación de pueblos, pugnaron por cargos y prebendas en el nuevo Gobierno y no pocos se ubicaron en puestos claves desde donde influir en su antigua zona de operaciones en las montañas.
Cuando en mayo de 1959 comienza la distribución de tierras en virtud de la primera Ley de Reforma Agraria, allí estaban cabecillas y cómplices para estorbar y sabotear el proceso en las zonas intrincadas donde hasta hacía poco habían señoreado.
Todo ello, unido a errores y arbitrariedades cometidos por funcionarios emergentes, fueron el caldo de cultivo del auge que llegó a tener la contrarrevolución en estos lugares, donde proliferaron bandas armadas organizadas por esos caciques y por elementos resentidos de la zona, que poco después ya eran masivamente apertrechados por aviones procedentes del norte.
Fue entonces que confluyeron en un haz la ejecutoria de la contrarrevolución interna en Guamuhaya con los planes de sus tutores en Washington, los que, como parte del Plan de acciones encubiertas contra Cuba, suscrito por el presidente Eisenhower en marzo de 1960, decidieron utilizar el Escambray como punta de lanza de una proyectada agresión militar mercenaria por Trinidad, la que finalmente sería frustrada por la decisión y el genio de Fidel.
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