Este 28 de enero los estudiantes de todos los niveles de enseñanza de la provincia conmemoraron el natalicio del más universal de los cubanos con el tradicional desfile martiano
José Martí: el primogénito que se convirtió en Héroe
Reeditan en Sancti Spíritus marcha de las antorchas (+ fotos)
Hoy Sancti Spíritus dejó a un lado su condición de cuarta villa, de la emblemática tierra donde se alza el puente sobre el Yayabo, del terruño donde suenan melodías de tonadas y tríos para convertirse en un sitio de ensueño, habitado, según parecía, por los personajes de La Edad de Oro.
Apenas despuntaba el amanecer y asomaban por las esquinas Pilar, Meñique, los dos príncipes, la muñeca negra, el camarón encantado, Abdala, la perla de la mora, Bebé con el señor don Pomposo, Nené traviesa…, todos multiplicados en miles de pioneros espirituanos, protagonistas de la colorida estampa que cada 28 de enero abraza a toda Cuba como homenaje a quien, a más de 160 años de su nacimiento, irradia luz como el primer día: José Martí.
De a poco las arterias aledañas al parque Serafín Sánchez trasmutaron en un mar de rosas blancas de papel en las manos de aquellos que, al decir del Apóstol, son la esperanza del mundo. Y se alzaron carteles con frases que alguna vez el más universal de los cubanos escribió o pronunció con esa clarividencia que siempre tuvo, y en las esquinas cada cual defendía a gritos su escuela como “la más bonita, la mejor”.
Sin embargo, la imagen más tierna sea, tal vez, ver a la familia acompañando a los pequeños, a los abuelos procurando que la niña no arrastre el vestido, retocando maquillajes, calmando el llanto de aquellos que viven por primera vez la experiencia y se atemorizan ante semejante ajetreo; a las “seño” de los círculos infantiles convertidas en gigantes con barbas para cargar a sus meñiques o en olas para simular el mar donde la mora lanzó su perla.
Mientras, al fondo, se escuchaban el sonido de los tambores y las batutas, se aproximaba la bandera, custodiada por quienes saben querer… Entonces llegó el recuerdo de los días en que nosotros éramos quienes encarnábamos los personajes y apenas dormíamos la noche del 27, embebidos por la emoción del desfile.
Este miércoles Sancti Spíritus olía a Martí. No es cuestión de metáforas o eufemismos: bastaba ver el rostro de los niños para comprobarlo.
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