La baja disponibilidad de agua en la presa Zaza acorta los ritmos productivos del cereal y se estiman unas 23 000 toneladas por debajo de lo planificado.
Tras varios años de crecimientos productivos y luego de reanimar en buena medida la maquinaria, la industria y la infraestructura vial y de riego, todo lo cual permitió acercar los aportes del cereal a los registros históricos, el cultivo recibe otra vez el golpe de la sequía, al punto de que los estimados de cosecha reflejan una disminución en el entorno de las 23 000 toneladas de arroz consumo.
Eddy Santiago Gómez, director técnico-productivo de la Empresa Agroindustrial de Granos (EAIG) Sur de El Jíbaro, informó que el bajo nivel de almacenamiento en la presa Zaza redujo las entregas de agua al arroz y paralizó la siembra de primavera durante casi dos meses; en esa campaña, la más afectada, se plantaron finalmente unas 6 000 hectáreas, el 41 por ciento de los planificado.
Para los representantes de Recursos Hidráulicos y la empresa arrocera conciliar el reparto del líquido ha sido un rompecabezas, pues una cosa fue el balance inicial y los cálculos de los escurrimientos que debían llegar al embalse y, otra, la realidad del acuatorio, situación que motivó realizar, hasta ahora, cuatro ajustes en el suministro de agua y en el programa de siembra.
En La Sierpe las fuerzas no se cruzaron de brazos y en medio de la sed que padece el cultivo han movido la partida arrocera al estilo de un tablero de ajedrez, buscando desde las áreas donde el líquido rinda mejor provecho y acometer labores esenciales como la desinfección química de los campos, hasta “rectificar los pases de agua en la terraza, hacerlos hacia dentro y montar un aniego adelantado”, aseguró José Luis Torres, uno de los tantos anegadores que se resisten a perder la jugada por jaque mate.
BACHE EN LA COSECHA
En términos de recolección la actual cosecha de primavera tiene a esta altura del calendario poco ajetreo. La recogida se concentra en las áreas plantadas en abril en las unidades de Mapos y Las Nuevas; mientras los campos sembrados a finales de junio y en julio se cortarán entre noviembre y diciembre. La industria del secado tiene activadas ahora solo dos instalaciones.
Explicó el director técnico-productivo que esa última plantación exhibe un estado favorable, pero entra en la etapa vegetativa reproductiva que también requiere agua y de los 65 millones de metros cúbicos previstos a gastar entre agosto y diciembre, no se dispondrá físicamente de unos 23 millones por la propia situación del bajo almacenamiento.
“Del gasto autorizado se ha consumido menos líquido, parece un ahorro y no es así, porque hemos dejado lotes hasta 10 días sin agua, haciendo cierres, pasándola de un área a otra; al final la planta siente ese impacto y se afecta el rendimiento”, manifestó.
Agregó que la empresa planificó cortar este año 124 399 toneladas de arroz húmedo, cifra que en más del 90 por ciento se localiza en La Sierpe, y se debe llegar al entorno de las 78 000 toneladas, el 63 por ciento de la recolección prevista; en tanto, la contienda de frío, ya concluida, aporta el 84 por ciento de la cosecha anual.
“En ambas campañas el rendimiento agrícola se comporta por debajo del plan y a la falta de agua se sumó la incidencia de las plagas favorecidas por las altas temperaturas; a la vez que a las últimas áreas sembradas en frío prácticamente se les violentó ese mantenimiento final que se les debe dar”, detalló Santiago Gómez.
ALTERNATIVAS EN EL HORIZONTE
Las cuentas en el arroz son diarias y no solo se lleva a punta de lápiz el agua de que se dispone; en el horizonte arrocero convergen disímiles situaciones que recaban análisis, miradas de futuro inmediato, nuevas medidas para sortear la escasez de agua, reubicación de colectivos de la industria, la mecanización y otras áreas que ven frenadas y hasta paralizadas ya sus actividades y finas maniobras para aliviar una economía que el pasado año alcanzó ventas superiores a los 600 millones de pesos.
En el plano hidráulico se dan pasos con vistas a acelerar un programa de construir 40 pozos, 14 electrificados y 26 con motores diésel, que explotarían una reserva subterránea calculada en más de 50 millones de metros cúbicos de agua, lo cual permitiría beneficiar unas 2 000 hectáreas.
“Hay nueve pozos listos, el resto está por ejecutarse y dependen también de la importación de las bombas. La estrategia es disponer de un nivel de agua que va a ayudar, pero no puede usarse como la que baja por gravedad desde la presa, si dejar de considerar las distancias entre los pozos y las terrazas”, expresó Santiago Gómez.
Dentro de tal coyuntura ha crecido el trabajo de reparación y mantenimiento de canales primarios, secundarios y terciarios, a la vez que se reportan reparadas el 80 por ciento de las más de
1 100 obras de fábrica, acciones que conceden mayor rapidez a la conducción del líquido, reducen las pérdidas y aportan eficiencia.
Sembrar en bloques, concentrar la producción y reorganizar las fuerzas del sector cooperativo y campesino en función de esta estrategia definen otros pasos importantes en el esquema organizativo a fin de mejorar el aprovechamiento del agua, elevar la productividad de la maquinaria y los aviones y plantar la misma variedad en igual momento.
Osmel Otero, jefe de Producción en la UBPC Sur del Jíbaro, subrayó que abrir espacio a la desinfección química, junto a las labores agrotécnicas, ha sido un avance porque disminuye la mezcla varietal de arroz rojo y mejora el rendimiento agrícola.
“El arroz tiene muchos enemigos: hongos, plagas, ratas y el clima —sentenció el anegador José Luis Torres—, pero esta situación del agua nos ha obligado a sacrificarnos más, estirarla todo lo posible y, para como se ha trabajado, los campos están bastante buenos”.
De un propósito inicial de aportar 58 000 toneladas de arroz consumo, la provincia debe sobrepasar, según los pronósticos, las 34 000, la mayor cantidad destinada a la distribución normada como parte del balance nacional. Al severo acortamiento productivo se une la incertidumbre que rodea a la próxima siembra de frío, cuya materialización es hoy una interrogante pasada por agua.
En el plano hidráulico se dan pasos con vistas a acelerar un programa de construir 40 pozos, 14 electrificados y 26 con motores diésel, que explotarían una reserva subterránea calculada en más de 50 millones de metros cúbicos de agua, lo cual permitiría beneficiar unas 2 000 hectáreas.
CONSIDERO UN CRIMEN UTILIZAR LAS RESERVAS DE AGUAS SUBTERRANEAS EN CUBA PARA REGAR LOS CAMPOS DE ARROZ. CON EL DEFICIT DE AGUA POTABLE EN CASI TODA LA ISLA ESO ES UNA BARBARIDAD Y ECONOMICAMENTE CONSIDERO QUE LA CUENTA NO DA (SI SE HACE UN ANALISIS ECONOMICO OBJETIVO)