Cuando aquel muchachito enjuto llegó a la consulta inhalando desesperadamente el spray de Salbutamol ya el asma se le había declarado con una rebeldía tal que lo condenaba sin remedio a aquellos ahogos de vez en vez. No era ni el primero ni el último que llegaba en ese estado ante los ojos del doctor Álvaro Tomás González Marín, pero a aquel niño lo recordaría con nombre y apellidos: mucho tiempo después —contra todos los pronósticos— Raúl Pentón Hernández llegaría hasta ser pitcher del equipo de Sancti Spíritus.
Para ese entonces ya la Alergología había dejado de ser una especialidad de contados expertos y de atenciones médicas únicamente en las mayores instituciones hospitalarias de la provincia: el Hospital Pediátrico Provincial José Martí y el Hospital General Universitario Camilo Cienfuegos. Mas, fue un peregrinar de años: primero, los médicos “importados” de otros lares; después, los primeros alergólogos espirituanos y las atenciones a niños o a adultos, indistintamente; luego la formación académica en tierras yayaberas con un perfil tan amplio que no entiende de distinciones entre las edades; y más tarde aun la clonación de consultas en todas las áreas de Salud del territorio.
Aunque no es una enfermedad con altos índices de mortalidad, las alergias afectan a buena parte de la población y cada día en Sancti Spíritus se incrementa el número de personas que las padecen. A sabiendas de que todavía no hay cura posible, los médicos se desvelan en lo que viene a ser hoy algo similar a la sanación: controlarlas.
EL MÉTODO CLÍNICO: UNA BRÚJULA
Desde hace más de tres décadas, cuando el primer alergólogo proveniente de La Habana puso un pie en Sancti Spíritus, se inició por estos rumbos la atención y el tratamiento de las enfermedades alérgicas. Era casi una aventura de conquista para quienes se decidían a estudiar aquel amasijo de afecciones diversas e incurables; sin embargo, unos cuantos se enrolaron en el desafío.
A la iniciática consulta enclavada en la sala de Misceláneas del Pediátrico —donde se veían los pequeños y los mayores de toda la provincia— se le añadiría de a poco el servicio en Trinidad hasta plantar bandera, con los años y con el incremento de la formación de especialistas, en todos los municipios espirituanos.
Ha sido la especialización internándose hasta cada sitio lo que, quizás, ha permitido contener un mal con no pocos enigmas por revelar. Y pese a que el asma y la dermatitis atópica son consideradas las famosas alergopatías mayores, otras patologías también despuntan debido a los altos índices de asiduidad.
“Se ve con bastante frecuencia la rinoconjuntivitis alérgica —afirma el también máster Álvaro Tomás González Marín—, pero nos llama la atención que en los últimos tiempos ha habido un incremento de la keratitis alérgica o de la keratoconjuntivitis alérgica y del prurigo (que es la hipersensibilidad de la piel al picazo del mosquito). Además, aumentan considerablemente las alergias medicamentosas, debido a la automedicación y al uso exagerado de antibióticos, y las de alimentos sobre todo por el consumo de productos con edulcorantes y conservantes, así como embutidos, refrescos artificiales, maní, pescados…”.
Aun cuando no toda tos ni toda roncha necesariamente es una alergia, la recurrencia de tales síntomas sí puede ser un indicador de alguna de estas patologías. Mas, antes de padecerlas los especialistas aconsejan tener en cuenta aquellos condicionamientos que puedan hacer a la persona proclive de desencadenar una de estas afecciones.
“Lo más importante —señala González Marín— es establecer desde la embarazada los factores de riesgo y el principal es la causa genética, o sea, tener antecedentes patológicos familiares de primera línea de asma o algunas de las enfermedades alérgicas. También existen otros como la prematuridad, la inmadurez, las inmunodeficiencias, la no lactancia materna exclusiva, las madres fumadoras, el niño que fuma pasivamente y los cuadros de infecciones en los primeros meses de la vida, entre otros”.
Y no hay una brújula más certera para determinarlo que el método clínico —amén de los avances terapéuticos de la contemporaneidad— ni mejor medicina que el autocontrol.
María de la Caridad Cabrera, doctora villaclareña que cursa la especialidad en la provincia, asegura que los estudios vienen confirmándole lo que la práctica le demostraba desde antes: el control ambiental y dietético es fundamental. “Cuando el paciente se ve bien, deja de hacer la dieta y choca de nuevo con el alérgeno y empeora. Lo fundamental es precaver”.
TERAPIAS DE PRIMER MUNDO
Con la historia clínica entre las manos, donde reza obra y milagro de aquel paciente, al doctor solo le falta una prueba para confirmar diagnósticos y encauzar tratamientos. No es como antes cuando desde cualquier lugar de la geografía espirituana había que acudir al laboratorio situado en el Hospital Provincial para someterse a aquella cantidad de pinchazos. Desde hace unos años son 11 los laboratorios disponibles, los cuales cuentan, además de la tecnología y los medicamentos necesarios, con el personal especializado.
Luego de un quinquenio lidiando entre agujas y vacunas, la licenciada Mariela Román ha aprendido a sortear el llanto de los más pequeños. “Se parte del consentimiento informado al paciente y, en este caso como son menores, a su familiar. Aquí se hacen las pruebas más complejas —el resto se realiza en las áreas de Salud— y se vacunan con varios fármacos de producción nacional”.
Y van probando eficaces resultados, aunque aún científicamente no pueda hablarse de una cura. Quizás por eso es una vigilia: 14 especialistas —cinco de ellos cumplen misión— permanecen con los ojos abiertos ante el menor estornudo.
No es la búsqueda de sanar definitivamente el mayor reto de la Alergología hoy, si no la inquietud constante de mantenerlos a salvo. Lo recalcaba González Marín al borde de sus más de dos década de experiencia: “El mayor reto que tenemos los especialistas es cómo lograr que tantos pacientes que padecen estas enfermedades se controlen. El ver que un enfermo está mal, que la familia sufre y tú logras mejorarlo es un premio”.
Trofeo compartido por muchos. Lo sabe él desde que aquella vocación de pediatra lo haría atender a tantos niños con estos padecimientos allá en el Policlínico Norte o porque el nacimiento de su hijo alérgico, por esos azares de la vida, lo hizo entrar sin poder salir jamás de aquella consulta donde se acallan más que los estornudos.
Prof. Dr. Master Alvarito:
¿ Aun puedes ver a mas de 100 pacientes por Guardia de Pediatria ?.
Cuentame que es de tu vida.
Me Jubile en el año 2013 a los 65 años de edad.
Trabaje durante 20 años en la Sanidad Publica Española, como Pediatra del Servicio Canario de La Salud.
Alejandrito termina este año el Grado en Economia en la Universidad Complutense de Madrid.
Pilar trabaja de Administrativa en una Clinica Privada.
Un fuerte abrazo.
Crespo.
Un reconocimiento para este profesional de la medicina que es un símbolo para nuestra provincia. Gracias doctor por existir y dedicar su vida a la salud de los pequeños que son la felicidad del hogar…………………..
Me uno a la felicitación al Dr. Alvaro Tomas. Recuerdo con el amor y dedicación que atendió a mis hijas cuando pequeñas. Felicitaciones Doctor.