Aficionados y buzos profesionales se lanzaron mar adentro en aras de desterrar de las costas sureñas a la especie invasora
El pez león pensó se trataba de una amenaza más al escuchar el ultimátum que desde la orilla de playa La Boca le anunciaban los especialistas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) de Sancti Spíritus: este domingo, a las 9:00 a.m, se declaraba la guerra. Al ver a los buzos apuntándoles con las escopetas submarinas, los peces intrusos intentaron defenderse; mas, pocos salieron ilesos.
Bastaba mirar la treintena de ejemplares sobre los dientes de perro para concluir que la batalla, si bien no se ha ganado del todo, registró un número considerable de bajas; bastaba mirar la treintena de ejemplares moribundos para aquilatar la necesidad de emprender, en fechas no muy lejanas, un segundo combate si se pretende vivir una etapa estival sin sobresaltos.
Luego de tres horas en aguas saladas, los cerca de 30 participantes en el torneo de pesca deportiva regresaban con ensartes llenos. Los 18 que eligieron el buceo por apnea como medio de pelea llegaron antes que los nueve certificados para ejercer el buceo autónomo.
En la costa, el pueblo esperaba para aclamar a los guerreros marinos; pelotón que no discrimina sexos, profesiones o edades, pues sus filas las integran desde jóvenes hasta el jubilado Arnaldo Pino, de 67, o mujeres como Yelena Rodríguez Pérez y Leydi Santos Rodríguez.
Sin embargo, como en toda contienda, algunos guerreros conquistan la gloria. Esta vez, las mayores ovaciones fueron para José Luis Ruiz Montes de Oca, de 26 años, perito criminalista, pescador por afición, quien, pese a recibir un pinchazo por parte de enemigo, llegó a la orilla con el mayor número de ejemplares —más de una docena—, todos sin puntas venenosas, pues el “el barbero del pez león”, como se definió al tocar tierra, no permitió otro ataque de defensa. Por su parte, Leonard Alarcón Hernández, salvavidas de 31 años, capturó el de mayor talla —superior a los 15 cm—.
Dalgis Dueñas Bogiano, representante del Citma en Trinidad, desenmascaró públicamente a los peces capturados, cuyo veneno —explicó—, “produce inflamación, enrojecimiento, sangrado, náuseas, dolor en las articulaciones, ansiedad, cefalea, parálisis en las extremidades, convulsiones y efectos cardiovasculares, además de la alteración del equilibrio del ecosistema marino”.
Entonces Escambray escuchó comentarios acerca de la carne del pez león. “Sabrosa, exquisita”, murmuraban unos; “dañina, con residuos de veneno”, esgrimían otros. ¿Quién tiene la razón?
“Varios países han declarado comestible la carne del pez león —sostiene Yessica Portal Ríos, especialista del Centro de Servicios Ambientales en Sancti Spíritus—. A saber, en la provincia no se han reportado gravedades por la ingestión, pero el Ministerio de la Industria Alimentaria en Cuba no lo ha certificado aún, por eso se recomienda no comerlo”.
¿Es cierto que este pez destila veneno por todas partes?
“Así se cree, pero no. Las aletas dorsales, pélvicas y anales son las que contienen las glándulas venenosas. Una vez cortadas, la toxina no llega a otra región del animal. Claro, para realizar bien los cortes es necesario conocer la anatomía. De hacer incisiones inapropiadas entonces sí se correrían riesgos”.
Apoyado por el Equipo de Captura de Especies Ornamentales Marinas, la Cruz Roja, la Dirección Municipal de Salud, entre otras instituciones, los afiliados en el territorio espirituano al proyecto internacional Mejorando la prevención y control de ecosistemas vulnerables de Cuba disponen ahora de nuevos especímenes para realizar análisis morfológicos y toxicológicos en aras de controlar la presencia de los invasores.
Tal vez cuando llegue la segunda ofensiva, el pez león haya emprendido la retirada de las costas trinitarias. De lo contario, deberá pagar consecuencias similares.
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