La indisciplina social echa raíces en céntricas instalaciones espirituanas. Además de alcohol, hoy se detectan altos niveles de indecencia en sangre
No fue porque la yegua quitó el rabo. Dicen los vecinos de La vallita —ese centro gastronómico que presta servicios a orillas del paseo en la espirituana Avenida de los Mártires— que ni el asombro de algunos cuerdos pudo evitar la copulación de aquellos animales en plena calle.
Todo estuvo dispuesto: los caballos y las yeguas amarrados en los postes en la esquina del paseo, las monturas zafadas y los jinetes ebrios azuzando tal desparpajo. Parece el mismísimo Oeste, pero no; por humillante que sea sucedió en una de las arterias más céntricas de la capital provincial. Y lo que cuento no es pura alucinación debido a las copas de más.
Lo creo. Tal estampa viene a ser el remedo de otros tantos desatinos sociales más que etílicos. De lo contrario, ¿cómo explicar que el pasado primero de mayo, en el mismo lugar y en las mismas condiciones de embriaguez, la riña que empezó y terminó, según dicen, armas blancas en ristre fuera sofocada con la intervención de tres patrullas policiales?
Pero el punto no es tan solo los pequeños termos que se comercializan para dispensar la cerveza a gusto propio —que aseguran algunos que Planificación Física proscribió esa venta allí en el 2014—, ni las piquilargas ni La vallita misma, porque similares hechos se clonan en el Ditú, en El recreo y en cualquier sitio de esta geografía donde se expenda bebida alguna. Lo preocupante, verdaderamente, son los altos niveles de indecencia en sangre.
Será que nos ha ido corroyendo el salvajismo, que la crisis de la institucionalidad se ha vuelto un campo cada vez más minado, que las normas de convivencia no dejan de ser, penosamente, un manual desleído de las clases de Educación Cívica…
Y sin quererlo se van sufriendo sus resacas. Poco importa, al parecer, que existan documentos legales para sancionar desde la agresión a la propiedad social hasta los desórdenes públicos. Resignadamente han padecido los bancos y cestos del paseo espirituano, alguna luminaria, los vecinos cercanos y las instalaciones mismas sin otra indemnización, en muchas ocasiones, que la impunidad de los agresores.
Las administraciones de varios de estos lugares revelaban a Escambray que en reiteradas ocasiones los perjuicios han sobrepasado el costo de una silla rota, sin hablar de los mil y un malabares para intentar contener los desórdenes mientras esperan que las autoridades lleguen a tiempo.
Años atrás se soñó que, luego del remozamiento de Los caballitos, la pizzería La Sicilia, la Casa del perro caliente y El recreo, estas instalaciones podrían configurar una especie de cordón recreativo en medio de la ciudad; ese sueño, sin embargo, hoy más bien parece una pesadilla.
Baste solo un pasaje: domingos atrás el concierto de La década, que se prevé cada tarde de ese día en El recreo, terminó con “ovaciones” de botellas rotas y usadas como armas, el mobiliario volando por los aires y un que otro dedo cortado. ¿Alguien paga los platos rotos?
Es la corrupción de las cervezas en cada esquina, aseguran muchos. Mas, la ebriedad no es la única culpable de tantos males. Que nadie se faje ya a los puños, que sin botella mediante no haya fiesta posible, que los sitios de esparcimiento sean más un ring que un lugar de sana diversión, que la música ensordezca a toda hora, que las calles se conviertan en baños públicos, que no pocos menores anden “mareados” entrada la noche y los padres durmiendo a pierna suelta, que la recreación sea (mal) entendida como reguetón y alcohol es ya un trago crónico.
Ni las nuevas oportunidades para denunciar tantas indisciplinas —se me ocurre pensar, por ejemplo, en la línea telefónica confidencial de la Fiscalía—, ni las multas fijadas para atajar conductas infractoras ni los cuerpos legales existentes han podido cortar esa hidra.
Amargamente pienso que varias circunstancias comulgan para que la realidad se siga pasando de tragos: o los inspectores involucrados no salen de noche o las autoridades que sí trabajan —o deben hacerlo— a esas horas suelen retrasarse o el resto de los ciudadanos voltea el rostro para ni buscarse problemas.
Son muchas las manos que levantan esas copas. Y la ciudad toda embriagada con tanto vaho de valores maltrechos. En ese brindis caótico muy pocos bajan codos para que no siga existiendo tanta abstinencia de civilidad.
La culpa no es del sofa, esto es un fenomeno social desde hace mucho tiempo generalizado, analicen las causas y sean mas objetivos, no dejan de tener razon en muchas opiniones, pero no es la bebida ni el regueton, son las personas las que determinan su actuar, problemas actuales de la sociedad civil cubana.
Muy bueno el articulo de Dayamis y también el comentario de Yolimar, con los dos concuerdo perfectamente, es hora de poner fin a esta situación que se agrava por día, nuestra sociedad necesita de esa tranquilidad ciudadana como la tuvimos en los 80 y principio de los 90, si algo reconocen los extranjeros que nos visitan es esa tranquilidad que se vive en Cuba, pero la indisciplina social que ha experimentado nuestra sociedad después de los 90 esta mellando nuestro presente y futuro, hace falta mano dura contra todo el que trasgueada el orden, sin compasión hay que atacarlo y castigarlo con el máximo rigor, nadie tiene derecho a perturbar a los demás.
Ya es hora de tomar medidas ejemplarisante con los delincuentes en nuestras calles por que hay que decirlo bastante claro son delincuentes, personas con baja catadura moral y le desgrancian la vida a cualquier ciudadano honesto en este pais que todavia quedamos, fuerza dura y lucha contra la delincuencia y el bamdalismo
Hay que analizar, pues hoyb la Gastronomía tiene una oferta de bebidas alcoholicas, superior a los alimentos. Cuando se llega a un bar lo que más publicidad tiene es la cerveza cacique, mayabe, Palma, los vinos, rones, entre otros. Debería regularse la producción de bebidas alcohólicas e incremetar la de comestibles… no creen.
100% de acuerdo con el comentario de Yolimar, si escribiera algo seria lo mismo que él.
Eso no se llama indisciplina social.Ese es pura y sencillamente,delincuencia,gamberreismo y chusmeria.Saquen del centro de la ciudad esos antros de alcoholismo y envien a la chusma donde pertenece:La carcel
Este es un tema que desgraciadamente tenemos que abordar, a estos lugares generalmente no acuden las personas de más cultura y de mejor comportamiento social, un amigo mio me comentaba hace unos días que el gusto estético, la música y la concepción artística de lo que se disfruta hoy en esos lugares lo estabn determinando las personas con poder adquisitivo alto, que generalmente no lo componen nuestros profesionales o trabajadores más prestigiosos, nuestros estudiantes universitarios más consagrados y comprometidos, sino todo lo contrario acuden a esos lugares los negociantes, revendedores, las personas que se ganan el dinero fácil generalmente de forma ilegal y muchas veces timando al pueblo, esas personas que están fijando las pautas de como deben ser las cosas en nuestro país, por eso escuhamos muchas veces a nuestros hijos, o a los hijos de nuestros amigo o vecinos, ¿para qué voy a estudiar? si fulanito es analfabeto y no le falta el dinero y puede ir a los lugares donde nosotros no podemos, fíjate fue de vacaciones a los cayos o no sale del Ditú, hace tremenda fiestas en su casa, así que ¿para qué yo voy a estudiar?. Nuestra sociedad pide a gritos que esas cosas cambien, que vuelva otra vez la época en que quienes acidian a esos lugares y podían comprar un carro sean los profesionales abnegados, los obreros destacados, los maestros ejemplares, o sea lo mejor de nuestra sociedad. Nuestros hijos no pueden tener como paradigma a los que se pasan la vida negociando sin trabajar, sino al médico eminente, al ingeniero relevante, al maestro consagrado, al obrero incansable, cuando eso vuelva seremos otra vez la sociedad a la que todos aspiramos, estamos a tiempo de revertir esa situación pero depende del esfuerzo y empeño de toda la sociedad, del estado Cubano, de sus dirigenes, del vecino que vive al lado de mi casa y de mi mismo, que debo mirarme cada día alñ espejo para ver si estoy actuando correctamente…. ahhhh y se me olvidaba por supuesto de la mano dura de las autoridades competentes que no deben permitir sucedan hechos como estos decritos por la periodista, gracias a ella por hacer esta denuncia. Ojalá que la dirección de escambray la publíque en su semanario impreso de los sábados, el pueblo espirituano se lo va a agradecer y de paso saquen también aunque sea un pedacito de lo que opinan sus foristas, que al final somo eso parte del pueblo espirituano.
Muchas gracias.
Totalmente de acuerdo. Por desgracia en nuestro país no van de la mano el nivel adquisitivo con el nivel cultural , y mucho menos con el esfuerzo honesto.
Las sanciones para estos individuos deben ser económicamente ejemplarizantes.
Solo un ejemplo: llevar un arma blanca ( sea cual sea) en la guantera del coche, circulando por una zona de ocio de día o de noche en España, implica una multa mínima de 300 euros. La multa puede aumentar si se lleva encima en la calle, de acuerdo al tamaño, o si se enseña aún sin usarla. En algunos casos se roza el absurdo al multar por tijeras, cabos de martillo, etc. Con salarios de media entre 600 y 1000 euros de promedio, eso implica casi el 40-50 % de la renta mensual para una familia o individuo.
Que hay quien lo hace? Es cierto, pero la verdad es que la mayoría se lo piensa 2 veces.
Hay un dicho que dice: Ley de seguridad ciudadana+ presunción de certeza del agente = a pagar.
Si solo te multan con 20 pesos en cuba ( eso si lo hacen), nadie va a aprender.
Como dice otro dicho:
a dios rogando pero con el mazo dando.
Un saludo.
eston centros no estan hechos para jovenes estudiantes o profesionales educados !tamaña fantasia ¡ , estan hechos para la clase de alto nivel adquisitivo y bajo cultural , no me explico como entonces nos sorprende tal comportamiento.
Si puediese aplaudir sus palabras, los profesionales somos la base de una pirámide invertida q no le veo como pueda ser diferente, cualquier persona sin título universitario y q no sabe escribir la O con un tubo, vive y puede asistir a estos lugares a gastar lo q por demás le sobra, no tienen q desgastarse detrás de un buró o en una consulta médica para ganarse honradamente el salario y claro está los q nos quemamos las pestañas, tenemos q observar el nivel de vida, la ostentación y los malos gustos de estas personas q por demás cada día son más.
En extremo preocupante, es un espinoso tema el que usted nos ha mostrado, solo la autoridad puede poner orden, no se trata de hacerses los de la vista gorda, la ciudadania reclama orden y tranquilidad.